Los españolazos

Tomás Vega Moralejo

Los mismos que echaban espuma por la boca cuando el actual gobierno se las arregló con nacionalistas, para acabar al fin con el sindiós político, son los que ahora saben más que nadie sobre cómo actuar contra la pandemia….

Lástima que se guarden sus secretos un tiempo y solo nos vayan haciendo saber de su sapiencia a posteriori.
Cuando ya la teníamos encima nos contaron cómo se debió actuar antes; y sin duda cuando se pueda hacer un análisis sobre la efectividad de las medidas económicas, serán sabios que nos dirán lo que hubiera sido mejor hacer.
A buen seguro que podrán dárselas de expertos, porque por bien que se hagan las cosas esto va a ser el mayor hostión económico que hayamos conocido… y será fácil dar caña desde la guarida de no haber sido quienes tuvieron que tomar decisiones, y desde la tranquilidad de que ya no se va a saber lo que hubiera pasado de haber actuado de otras formas.

Son los españolazos. Esos a los que no se les ocurrió apoyar, o qué menos que abstenerse, para que el gobierno de España no tuviera que depender de nacionalistas, y desbloquear el ya cachondeo de votar (que ya parecía con b) que teníamos.
Esos que ahora hablan de unión en tiempos difíciles, pero que lo hacen dando dentelladas.
Son tan españoles que prefieren ser deposición en vez de oposición constructiva cada vez que España los necesita de verdad.

Los que ascienden a la categoría de españolazísimos son los que incluso tratan de agitar a las masas con el discurso de odio que les sale de sus adentros podridos. Estos ya son de estamentos más bajos de los partidos, o componentes de sus hordas de seguidores, pues desde la oficialidad los líderes se cuidan de que su discurso sea contenido, aunque se echa de menos que no llamen a la calma a sus bases, que tratan de incendiar las redes sociales.
Demos gracias que somos una democracia consolidada, con una mayoría de gente bien educada, porque si prendiera la mecha de sus irresponsables llamamientos a ir contra el gobierno en medio de semejante crisis, podría ser peor la que liaran que la enfermedad.
Aún habremos de verlo en algún país, y esperemos que no en el nuestro: al desastre económico le seguirán revueltas sociales de impredecible alcance.

Quieren, en los casos más amables, que creamos que de gobernar la derecha hubieran sabido protegernos mejor del coronavirus.

Dándoles el beneficio de la duda, aún podemos ser generosos y pensar que nos hubieran protegido igual.
Sinceramente, yo no creo que lo hubieran hecho peor porque se ha ido actuando según ha ido viniendo la cosa y así le hubiera pasado a cualquiera, pero no me creo que lo hubieran hecho mejor. No se puede creer tal cosa de partidos que funcionan con la idea de que todo es más eficiente privatizado (hasta hoy, claro, pues ahora son protectores conversos de la sanidad pública [a ver lo que les dura]), y no se puede creer tal cosa de partidos que tienen la economía por religión, cosa que ante semejante reto hubiera costado más vidas. Ahí está por ejemplo Reino Unido, que cuando España había tomado las medidas más restrictivas de Europa para atajar la emergencia sanitaria, allí aún estaban de cachondeo porque, decían, había que proteger la economía.
Corregidme si me equivoco, pero creo que no ha habido un solo país (al menos de occidente) que haya tomado medidas contundentes antes de ya tenerla liada gorda. Sin embargo la derecha dice, por ejemplo, que en España se debió prohibir la manifestación de mujeres del ya lejano 8 de marzo.
Es de un machismo asqueroso, porque dicen eso obviando partidos de fútbol y todo lo demás que se celebró por aquellos días en que aún nadie era consciente de la que se nos venía encima.

Ellos, que cuando ya estábamos en Estado de Alarma dedicaban tiempo en nuestra comunidad a algo tan importante en esos momentos como una ley para que los cazadores sí pudieran salir a matar y pasarse por el forro, incluso de cuatro en cuatro (parecía una noticia de El mundo today), el confinamiento; porque claro, había plaga de conejos (que los propios cazadores sueltan, ojo) que amenazaba los cultivos. Iban de héroes salvadores de nuestro alimento, pero no contaban con que en España hay una mayoría de gente bien educada a la que no es tan fácil tomar el pelo.

Los españolazos pretendían que en España tuviéramos adivinos de verdad.

Está, como director del “Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad”, la misma persona que estaba cuando el caso español de ébola, y posiblemente no haya en España alguien más preparado que él en control de epidemias, pero ahora toda la oposición parece saber más que Fernando Simón.
Hablando del ébola: ya de aquella se criticaba duramente la política de recortes y privatizaciones en sanidad del gobierno de entonces, que son de los que ahora están en la oposición.
Un último apunte al respecto: el día que el actual presidente del gobierno salió a anunciar el Estado de Alarma, con toda la atención de toda España, dijo algo que podría haber sido un detalle de los menores y que tocara leer después, pero que hacerlo en primera plana posiblemente salvó la vida de miles de perros: dijo que no contagiaban el coronavirus y que incluso se podía salir del confinamiento con ellos para que hicieran sus necesidades.
Fijaos: en la crisis del ébola, insignificante al lado de ésta, también se sabía que los perros no contagiaban la enfermedad, pero el gobierno de derechas de la Comunidad de Madrid se apresuró a mandar sacrificar al inocente perro de la única contagiada en territorio español.

Son detalles.

Qué distintas mentalidades, al fin y al cabo, amig@s, las de izquierda y las de derecha.
Siempre he venido pensando que lo mejor es el centro, pero cada vez me deslizo más a la izquierda… Aunque ya sé que soy un mindundi, que intrascendente es mi opinión, que me pongo pesado con el tema de los animales e incluso sé que tal vez más pronto que tarde nadie me publicará… pero es que ocurre que me gusta escribir y, si se da la ocasión, debatir civilizadamente.
Hablo sin tapujos, dejando incluso lugar para la equivocación: como esos artículos en los que minusvaloré al coronavirus, quizás por mi visión de izquierdas (ya que por la derecha sí se veía bien la gravedad del asunto, solo que nos lo dijeron después). También supe pedir perdón en otro artículo al admitir, a la vista de los acontecimientos, que frivolicé sobre el virus.
Pero ya es tarde. Ya he quedado probablemente como un imbécil para una cuanta gente, que en los lugares de Internet en que tiene ocasión de escribir desde el anonimato hasta me insulta.
Y en estos tiempos somos lo que dice Internet que somos.

¡Ah! Qué tiempos aquellos en que ponía Moralejo en Google y salía yo por ahí (gracias a ser un apellido poco común). ;-P
Ahora pongo Moralejo y todo son inocentes corderos muertos.

Estoy bromeando un poco, y es también por seguir la tradición de mezclar temas aunque no vaya a tener tiempo, ni espacio, para desarrollarlos convenientemente en un artículo de opinión.

Paso ganas a veces de contestar a esas personas que pretenden darme lecciones por la espalda. Si lo hicieran de frente podríamos debatir, pues sé que no estoy en posesión de la verdad absoluta y además a veces solo es que me han interpretado o entendido mal… o he interpretado o entendido yo mal algo.
Como a quien me dice, aprovechando mi ¿Impertinencia? de hablar de cambio climático precisamente ahora, que el parón de actividades por el coronavirus ha venido a demostrar que la ganadería (que sigue funcionando) no contamina más que el transporte, como se viene afirmando desde hace tiempo… y podríamos debatir: y le diría que es que ha entendido mal lo que se quiere decir cuando se habla de huella de CO2 o contaminación en general, y es que los mapas que salen estos días del antes y el después de contaminación en suspensión en el aire, no son más que eso, y que la mierda de la ganadería está en aguas o la deforestación que conlleva darles de comer tampoco se ve en esos planos.
O como a quien me dice que no soy el más indicado para hablar de asuntos sociales, o algo así. Nada: le doy la razón, nunca he sido el más hábil socialmente. Lo que pasa es que al hablar de algunos temas hay que tocar aunque sea un poco asuntos de sociedad.

Son los medios quienes deciden publicarme o no; yo no gano un céntimo con esto pero mientras lo hagan (Gracias), será que algo interesante habrán visto en mis divagaciones, aunque por supuesto no vayan a interesar a todo el mundo.

No es que me aburra y por eso me ponga a escribir estupideces, como me dice alguno de mis queridos “haters”; ni siquiera en estos días de confinamiento me aburro. Ni siquiera doy hecho todo lo que quisiera aprender, como más inglés o piano… incluso estoy en fase de montaje de una especie de documental sobre minería y despoblación del que espero que tengáis noticias; y además vivo preocupado, como tod@s por este momento tristemente histórico.
Además de preocupado por si nos encontraremos todas las personas que nos apreciamos a la vuelta de esta surrealista pesadilla, soy autónomo de hostelería y aún estoy cayendo y no veo el suelo contra el que me daré el hostiazo, porque bien seguro que cuando pase el Estado de Alarma precisamente los bares no creo que podamos abrir con normalidad.
De momento, me he topado con un toldo para amortiguar mi caída que es el nacimiento de mi segunda hija en medio de todo esto, pero por otro lado añade otras preocupaciones y también yo vivo con la incertidumbre de si nos habremos traído el bicho del hospital… o de un supermercado, o en fin….
Fin del artículo.

Tomás Vega Moralejo

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