El acento con la palabra

Tomás Vega Moralejo
En los últimos meses han sido unas pocas las ocasiones en que he sentido el impulso de escribir un artículo de esos típicos míos protestando por algo… pero se me han pasado pronto las ganas.

Con el cambio de trabajo, de aquel que me tenía quemado a uno más tranquilo y ordenado, me ha cambiado también el ánimo. Económicamente ha supuesto bajarme el sueldo a un nivel solo un poco por debajo del cuello, lo cual no me deja estar del todo tranquilo, pero lo cierto es que ya no me apetece tanto quejarme.
 
Dicen que quien se toma tiempo para criticar cosas ajenas, es que no está a gusto consigo mismo… y debe de ser verdad, aunque solo es algo bueno en cierto sentido.
No es bueno si implica caer en el conformismo con las cosas que están mal: porque ser crítico con lo malo, es el primer paso para mejorar las cosas.
Los artistas, por su parte, a menudo dicen que la inspiración les llega desde el sufrimiento.
 
Sin embargo, cuanto menos estrés, menos me apetece meterme con nada ni con nadie, por más que siga encontrando razones en algunos asuntos… me apetece más poner el acento en lo positivo.
 
Y pienso en algunos artículos que escribí usando las palabras para poner el acento en lo negativo, y me pregunto ahora si fueron correctos. No porque lo que dijera no fuera cierto, sino porque ocasionalmente pudieron no servir para otra cosa que para que algún lector los malinterpretara, se diera por aludido indebidamente y se ofendiera. Vamos, que mis artículos-protesta no servían para hacer amigos precisamente, y lo peor es que probablemente tampoco sirvieron para despertar conciencias o cosa semejante.
 
Porque siempre se enseñó y persuadió más poniendo el acento y el enfoque en lo positivo y las soluciones, que echando mierda.
 
Acabo de escuchar la noticia de que el presidente del gobierno ha presentado su plan de regeneración democrática, para luchar contra la desinformación, y escucho que el PP está de acuerdo con ese plan en Europa, pero escucho al jefe del PP quejarse del mismo aquí en España.
 
Nunca he entendido que la oposición siempre se sitúe en la crítica por sistema. Me parece contraproducente incluso para sus intereses ¿Le hace mal al PP reconocer que algo hay que hacer contra la generación de odio desde la “información”?
 
Pensé hace unos días también, al escuchar los buenos datos económicos de España, que el PSOE ha roto al fin su maldición… aquella por la cual estaba en el gobierno cada vez que tocaba crisis económica; que no es que fuera culpa suya porque eran crisis internacionales, pero que se le echaba la culpa porque es el que estaba cuando eso, y cuando tocaba votar había que hacérselo pagar… y pasaba a gobernar el PP, que se atribuía el mérito cuando la economía despegaba de nuevo.
 
Hace poco hubo elecciones, que ganó el PP pero que no le sirvieron para gobernar. De haber conseguido formar gobierno, ahora estaría sacando pecho de la economía de España y dirían que la habían arreglado ellos. Pero el manual de resistencia de Pedro Sánchez le ha permitido acabar con la maldición económica del PSOE.
Pedro Sánchez puede gustar más o menos, pero es un caso digno de estudio en ciencias políticas.
Cuando dijo que se tomaba unos días para reflexionar y se planteaba dejar el cargo, lo primero que pensé es que realmente estaría pasándolo mal, y que nos olvidamos de que los políticos también son personas. Pero no apostaría yo mucho en contra de que no fuera una estrategia deliberada.
Yo como alcalde anuncié que no me volvía a presentar como una estrategia de presión, para reconducir una situación interna. No es que mintiera, eso no lo haría: era verdad que no me iba a volver a presentar, pero el hecho de anunciar una cosa así fue una estrategia, porque no era algo sobre lo que alguien me hubiera preguntado y era algo que podía haber llevado en silencio hasta que se acercaran las elecciones y ya está.
 
En su momento hice campañas centrándome en la crítica al adversario político, poniendo el acento en lo que veía mal. Creo que en aquel momento hacía falta sacarle los colores, desgastarle, pero ahora, con la experiencia ganada, hubiera hecho una campaña más en positivo, poniendo el acento en lo que yo haría más que en lo que a mi entender hacía mal el otro.
 
A donde quiero llegar como conclusión, aunque tampoco es que buscara una conclusión al empezar este artículo, es a que es muy importante dónde se pone el acento y hay que aprender y procurar destacar lo positivo. Solo que para esa forma de hacer, hace falta madurez y tranquilidad interna, y no es algo fácil.
 
Es algo que me gustaría ver en política. Menos crispación y más positivismo, porque no creo que a quien esté en la oposición le perjudique reconocer, incluso apoyar, o qué menos que no criticar, algo que está bien.
 
Si el gobierno lo hace mal, el votante se va a dar cuenta. Le diría al PP que nos cuente lo que tiene que aportar, más que criticar absolutamente todo lo del PSOE (incluso lo indudablemente está bien). Y ya decidiremos los votantes.
 
A mí la verdad es que ya se me está pasando el enfado con el PSOE por el tema independentismo catalán, que fue uno de los motivos principales por los que no voté PSOE las últimas veces.
¿Será cosa de mi paz interior?
¿O estaré siendo conformista?
 
Tomás Vega Moralejo

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