Los mundos de Instagram

Tomás Vega Moralejo

Iba a escribir un artículo titulado “Los mundos de Instagram” que iba a ser distinto de éste; porque basta que pase un día, a veces un instante, para que lo que uno fuera a escribir ya salga distinto: porque hayan pasado cosas entre medias o porque uno se sienta diferente.

Lo dejé pasar, por falta de tiempo, pero también, probablemente, porque me vengo preguntando últimamente porqué la mayoría de mis artículos son protestando por algo (seré protestante, como dijo mi padre, ateo de toda la vida, de sí mismo cuando ya al pobre la cabeza no le funcionaba bien… aunque ciertamente lo dijo refiriéndose a que protestaba mucho), incluso a menudo he escrito metiéndome con algunos grupos de personas*… probablemente porque esos grupos sean criticables (como somos todos, desde luego), pero aún así: ¿Por qué siempre, o casi siempre, me voy a la perspectiva negativa de las cosas?

*Me dice mi amigo “Kinto”, bromeando, que si algún día aparezco muerto va a ser muy difícil saber quién ha sido, porque puede haberme matado un cazador, un fumador, uno de derechas, un catalanista, etc…. Que no queda casi nadie con quien no me haya metido. 

Por ejemplo en “Los mundos de Instagram” iba (y estoy en ello, al final) a escribir sobre que me parece una red social de postureo total, con lo cual ya me estoy metiendo un poco con bastante gente a la que le gusta esa red.

Me explico a continuación… aunque ya a mí parece, cual persona “mayor”, que se me va de las manos el estar al día de lo que es cada cosa en Internet.

Creo que Twitter se usa más bien en plan información, Facebook diría que a medias entre para estar al día y para entretenerse… e Instagram, pues precisamente ahora estoy pensando que es más bien en plan entretenimiento y ya está, sin darle más vueltas… pero estaba pensando en otras cosas cuando sentí el impulso de escribir aquella versión 1.0 del artículo. Estaba pensando que es una red en la que se cuida más lo que se cuelga que en otras, para mostrar solo lo mejor de cada cuál… incluso creándose una imagen idílicamente falsa de sí mismo. Es decir, que puede uno tener un día de mierda, pero en Instagram hay que dejar, si hace falta, 1 minuto para sacar una foto de un plato de comida o lo que sea, acompañada de una frase sugerente… como si publicar ese momento creado artificialmente hiciera mejor las otras 23 horas y 59 minutos.

Apenas uso Instagram; me cuesta manejarme (me pasa también con Twitter), por eso digo que me debo de estar haciendo mayor (yo que pensaba que la gente mayor no se aclaraba con las nuevas tecnologías solo por pasotismo). Apenas uso Instagram, digo, pero en lo poco que entro creo que jamás he visto a alguien quejándose de algo, o reivindicando algo, o poniendo algo que pueda dar lugar a la polémica. Yo casi no me atrevo a poner nada. Es como si la gente ahí se pusiera de acuerdo (¿Lo harán?) y solo dieran parte de lo fantástico que es todo. Hay quien hace así en Facebook también, y vale que no es lo suyo ponerse a dar pena en ningún sitio, pero sospecho que si en Instagram pones algo que no sea “súper”, te expulsan o te aíslan.

Igual yo no me he enterado, pero en Instagram la norma es mostrar solo lo bonito, como si solo hubiera lugar para ese yang que en realidad solo puede existir con el yin.

Oye… lo mismo que en las redes sociales estas de ligoteo uno entra a lo que entra y no pone mensajes sobre las elecciones en Cataluña, pues igual en Instagram la gente sabe que es solo para cosas guays, que está prohibido quejarse, desahogarse, salir despeinado, con una camiseta con arrugas o cualquier otra cosa que no sea “fashion”.

Y creo que, aunque no esté convenido así oficialmente, la gente, intuitiva o deliberadamente, en efecto solo pone lo bueno en Instagram, sea lo bueno una parte importante o minúscula de su día a día.

Y pienso entonces que Instagram es de mentira, porque sencillamente en la vida no es todo fantástico.

Y pienso que tiene que ser un esfuerzo estar al nivel de Instagram cada día, o cada semana o como sea la frecuencia que cada cual tiene de publicar ahí.

Pero pienso algo más, que es lo que me espoleó aquel día para escribir sobre los mundos de Instagram parodiando aquello de los mundos de Yupi, y es que hay algo perverso en eso de publicar solo desde la perspectiva de lo positivo, y es que habrá quien entre en Instagram y no pueda estar a ese nivel, pero quiera estar a ese nivel. Puede pensar que en realidad todos tienen una vida mejor que la suya, y eso le hará sentirse desdichado con la suya propia, que acaso sea mejor que la de algunos de esos que tienen la medalla de guays y crean tendencia, y de hecho influyen en los demás… pero ¿Positivamente?

Habrá quien se lo pase bien en Instagram y ya está, pero habrá, y es a lo que voy yo (así que no se me ofendan los primeros), quien se haga una idea distorsionada de la realidad. La realidad es yin y es yang.

Ante el despliegue de positivismo que se ve en Instagram, uno si publica lo hace también poniendo algo que vaya en la línea, para no desentonar. Y al final, si se permanece en esa matrix, uno se mete en un bucle en que expone de sí mismo no lo que es sino lo que le gustaría que fuera, y ve de los demás solo lo que quieren mostrar de sí, que puede ser verdad o no. Y al final uno deja de valorar su propia vida, y desea la que hay en Instagram y que le sugiere que podría ser la suya.

Y al final se pierde su propia vida anhelando otra vida que no es.

Para colmo, habrá quien haga cambios para “subir de nivel” (cambiar de amigos, tal vez)… pero se encontrará, o le parecerá, que una vez alcanzado ese nivel aún hay otros por encima. Y seguirá siendo desdichado, porque la felicidad tiene que buscarse en el Interior, no en Instagram.

No recuerdo quién decía que “cuánto daño hacen las películas y series románticas a las parejas”, haciendo pensar a algunAs (ya que por mujeres iba la frase) que las relaciones debían ser como esas que veían en la pantalla… sin pararse a pensar que son así de románticas porque, precisamente, en los filmes solo se muestra lo que se quiere y no hay fallo ni a la hora de hablar las personas implicadas: todo lo que dice el hombre o la mujer encaja (no como ocurre a menudo en la vida real), porque todo tiene un guión detrás.

A algunas parejas las hace sentir desdichadas el compararse precisamente con esos guiones… y claro, uno no puede competir con Leonardo DiCaprio ya en guapo, no digamos si encima le han escrito el guión de lo que tiene que decir (y de lo que le dicen a él).

…y también ¡Cuánto daño están haciendo Instagram, algunos Influencers y demás a algunas personas!

Pero en fin… que al final he expuesto más bien lo que tenía en la cabeza el otro día, pero hoy estoy por pensar si simplemente es cosa mía, que soy algo amargo… y tampoco yo me hago bien a mí mismo con enfoques negativos de las cosas.

Así que no me hagáis mucho caso, como nunca.

Tomás Vega Moralejo

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