HISTORIAS Y DIRIDAINAS / El Antruido y los Zarramacos, nuestro carnaval tradicional según Domitila

El Lobo Juan, Zafarrón de Riello (Foto Daniele Leoz)
El Lobo Juan, Zafarrón de Riello (Foto Daniele Leoz)

Hasta mediados del siglo XX, y desde épocas ancestrales, se celebraba en los valles del Boeza y del Noceda el Antruido, que es la variante local del carnaval tradicional ibérico de máscaras. A mediados de los 80’, cuando Javier González y yo tuvimos la fortuna de documentarlo, no era más que una añoranza en el recuerdo de su abuela Domitila, que lo había vivido de niña en Cabanillas de San Justo. Domitila conservaba el recuerdo de una rapacina observadora, no de un adulto participante; pero aun así su testimonio es casi lo único que tenemos, junto con otros retazos sueltos, para saber cómo era el Antruido en nuestra zona y de qué tenemos que partir para recuperar esta tradición tan atractiva.

Lo primero es el nombre: Antruido, que es como se llamaba aquí y también en Riaño, una palabra parecida a como se denomina en La Cabrera, algunos sitios de Asturias y en Galicia. Esta palabra viene del latín (introitus) y significa “entrada” o “comienzo”.

Aunque en nuestra zona la mascarada, Antruido, se celebraba en carnaval, justo antes de la cuaresma, en otros lugares de la península Ibérica manifestaciones casi iguales a ésta se llevan a cabo desde Navidad hasta Carnaval, de manera que rara es la semana que no hay alguna en diversos puntos del cuadrante NW de Iberia; en el territorio que demarcaría una línea que uniese Navarra con Oporto (o incluso más allá), especialmente en el NE de Portugal y las comarcas españolas limítrofes. Si bien también se documenta en Irlanda, países nórdicos y germánicos; fundamentalmente es una manifestación cultural ibérica, muy homogénea, que se celebraba, desde hace cientos de lustros, en los primeros meses de cada año. En su origen estaba relacionado con el final e inicio de año, con la llegada de la primavera o con ambas cosas; y ello sin entrar a considerar su relación, a modo de pervivencia, con las festividades indoeuropeas (célticas) para festejar el año nuevo, el inicio de la mitad clara del año o el comienzo de la época de guerra.

Farramaco del Entruido de Truchas

Volvamos a Domitila. Según ella y, en menor medida otras personas de nuestra zona, en los días de carnaval, unos mozos y mozas, disfrazados de Zarramacos, protagonizaban el Antruido, porque carnaval era solamente el martes.

En estos días, cada zarramaco llevaba una máscara de piel de oveja o de cabra (conserva el pelo y puede llevar cuernos) y cubría el resto del cuerpo con ropas viejas, pieles de cabra u oveja o lanas de colores. Llevaba un cinto donde colgaban las esquilas, esquilones y cencerros del ganado. Así vestidos corrían detrás de la gente por las calles del pueblo. En la mano llevaban el farrapo, que era una vara con un trapo en la punta. Con este farrapo, manchado de barro y de la porquería que había por las calles, le atizaban a las personas que estaban mirando, especialmente a quienes no fuesen disfrazados (la gente disfrazada se llama comparsa). Los zarramacos iban recaudando huevos, licores, comidas y todo lo que sirviese para hacer fiesta al oscurecido, en la que participaban todos.

Zamarrón del Antruido de Riaño

Zamarrón del Antruido de Riaño

Eso es lo que se ha podido documentar en nuestra zona. Sin duda es una parte fragmentaria de lo que, en su esplendor, debió ser. Probablemente sería parecido a lo que se conoce en otros lugares de León (Riello, Truchas o Riaño) y en el resto del NW Ibérico, donde existen personajes singulares (damas, osos, lobos…) que desempeñan un papel específico en la dramatización del ritual de esos Antruidos concretos, narración que en nuestro caso no se ha podido documentar (todavía).

Es increíble cómo pueden perdurar durante milenios estas tradiciones y, tanto o más increíble aún, es que las olvidemos por completo y dejemos que mueran sin hacer nada.

Tomás Rodríguez Fernández

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