Valentín Carrera, como Coordinador del Congreso Internacional sobre Gil y Carrasco y la celebración del bicentenario de su nacimiento, ha dirigido al presidente de la Comunidad la carta de queja, que reproducimos a continuación íntegramente, en la que le recuerda que “el Bierzo también existe” y que “ el Año Romántico se celebra no gracias a la Junta, sino a pesar de la Junta”
Estimado Presidente: Acaba usted de renovar su responsabilidad y como ciudadano de la Comunidad, berciano por más señas, le felicito y le deseo el mayor acierto en su difícil tarea.
Le escribo a título personal; pero también como Coordinador del Congreso Internacional «Enrique Gil y Carrasco y el Romanticismo», celebrado en El Bierzo esta semana con motivo del II Centenario del nacimiento del poeta y novelista Enrique Gil [Villafranca del Bierzo, 15 de julio de 1815].
Verá, Presidente: lo que deseo transmitirle respetuosamente es una queja amarga, por lo que muchos bercianos consideramos un desprecio; y una invitación generosa: una invitación a mirarse en el espejo, sanar el agravio, rectificar la desidia y corregir el rumbo. Comenzaré por la queja.
El Año Romántico es una realidad ilusionante que ha llevado el nombre de Gil y Carrasco y del Bierzo por todos los rincones, medios de comunicación y redes sociales. Nació de una humilde propuesta mía, acogida por el Presidente del Consejo Comarcal del Bierzo, Alfonso Arias, valedor de las celebraciones de este II Centenario. Le ruego tome buena nota de ello, porque no sobran en las instituciones políticos capaces de escuchar.
El modesto Año Romántico empezó a crecer como una verdadera marea romántica, llevada en andas por el entusiasmo y la ilusión de miles de bercianos que sienten la vida y obra de Enrique Gil y Carrasco como algo propio, genuinamente berciano y a la vez universal: decir en El Bierzo Gil y Carrasco son palabras mayores; El Señor de Bembibre, El Quijote del Bierzo, fue la lectura escolar de nuestros abuelos y abuelas y, en fin, Enrique Gil es el primer viajero, el primero que descubre y proclama el paisaje del Bierzo —el mejor paisajista de España, dice Azorín—–; el primero que denuncia la ruina y abandono de nuestros monumentos o el atraso de nuestra industria.
Enrique Gil es muchas cosas más: poeta, novelista, diplomático, crítico teatral… la Embajada de España en Berlín y la Universidad Humboldt acaban de rendirle un homenaje y su obra ha sido recibida con honores en la Real Academia Española, donde tuve el gusto de entregarla, apadrinado por los académicos leoneses Luis Mateo Díez y José María Merino.
Estudiado, leído y digitalizado en las universidades de Berkeley, Exeter, Toronto, Friburgo, Oxford o Valparaíso, por citar alguna de las veinte universidades de todo el mundo presentes en el Congreso Internacional, nadie, sin embargo, entre nosotros, apenas salimos del Bierzo, nadie en Astorga donde estudió varios años en su seminario—, nadie en León —ciudad amada a la que dedicó páginas clásicas–; nadie en Valladolid —la ciudad donde maduró su juventud en el entorno de Villalta y Zorrilla—, nadie parece conocer quién fue Enrique Gil y Carrasco: triste sinfonía de quienes desprecian cuanto ignoran. ¿Es concebible que ni la Universidad de Valladolid, ni su Ayuntamiento ni la Junta de Castilla y León hayan tenido un solo gesto de recuerdo al poeta en su II centenario?
Verá, Presidente: este extrañamiento forma parte del desprecio del que quiero hablarle. El Año Romántico está siendo posible gracias a un esfuerzo económico del Consejo Comarcal del Bierzo —20.000€ de su escuálido presupuesto cultural—, administrados con economía de guerra, y a una aportación de 50.000€ de la Junta de Castilla y León. Sinceramente, Presidente, ¿cree usted que con esa mínima aportación ha saldado la Junta de Castilla y León su deuda con Enrique Gil y con El Bierzo?
Le invito a que revise ¡cuánto hemos hecho con tan poco!, gracias a la generosidad de muchas personas, por ejemplo de los catedráticos e investigadores que han viajado al Bierzo sin cobrar un euro por su trabajo, por amor al arte, a la Literatura, al Romanticismo y a Enrique Gil.
Lo peor, sin embargo, Presidente, no es esta cicatería, sino la actitud del Gobierno que usted presidía hace unos meses y ahora vuelve a presidir: el Año Romántico, y el Congreso Internacional, se celebran no gracias a la Junta, sino a pesar de la Junta.
No han movido ustedes un solo dedo en este II Centenario de Gil y Carrasco: su anterior consejera ni siquiera se dignó venir al Bierzo a firmar el convenio, que remitió por correo: ni una sugerencia, ni una idea, ni una iniciativa, ningún acompañamiento o impulso, ningún estímulo, ni una sola aportación en positivo. Nada, salvo preocuparse de que saliera por todas partes el logotipo de la Junta de Castilla y León: es lo único que les ha preocupado.
No quiero extenderme en la queja, pues todo el mundo sabe de qué estamos hablando: simplemente pongo ante usted un espejo y le ruego se pregunte si de verdad han hecho bien las cosas, si han valorado debidamente el alcance universal de Enrique Gil y Carrasco, estudiado en universidades de todo el mundo, ignorado en el Palacio de la Asunción de Valladolid.
Paso a la invitación: sé que tiene usted una apretada agenda, pero créame, El Bierzo también existe. Esta semana se ha celebrado el II Centenario de Gil: ha perdido usted una ocasión de oro para rectificar este agravio. Ha perdido la ocasión de venir al Bierzo a compartir con nosotros el concierto de bienvenida que dos artistas de prestigio internacional, Amancio Prada y Juan Carlos Mestre, dedicaron a Enrique Gil en el Monasterio de Vega de Espinareda (donde Gil estudió con trece años).
Yo mismo le invité a presidir la solemne inauguración del Congreso y de paso corregir el agravio; pero ni ha venido usted ni su Consejera de Cultura, ni un director general, ni un delegado, ni un jefe de servicio han enviado, y eso en El Bierzo escuece. A pesar de la invitación abierta, reiterada por escrito y teléfono, nadie de la Junta de Castilla y León ha estado el 15 de julio en Villafranca del Bierzo ni durante toda esta semana honrando, como es su deber, la memoria del poeta.
Verá, Presidente: este Año Romántico no acabó el 15 de julio, sino acaso el 31 de diciembre, porque queda mucho por hacer. El Año Romántico ha suscitado una ola de entusiasmo; en estos momentos sobre la mesa del Consejo Comarcal del Bierzo se apilan un sin fin de proyectos ilusionantes: desde propuestas de comic, una sinfonía, una ópera, un documental, una película de animación, una iniciativa de la Asociación de Alzheimer, hasta decenas de propuestas de corales, grupos de teatro, colegios, editoras, asociaciones… ¡Es toda la sociedad civil berciana la que se ha puesto en macha! Y créame, todas estas iniciativas irán a la papelera si usted no rectifica y coge el toro por los cuernos.
Fíjese si es humilde la petición que estoy seguro apoyan miles de bercianos: apruebe con urgencia una modestísima ampliación del presupuesto del Año Romántico para que todas esas propuestas románticas fructifiquen.
Además de lírico y novelista, Enrique Gil y Carrasco fue un periodista juicioso y respetado, riguroso en la crítica sin perdonar decir la verdad que él consideraba debía decir en conciencia, sin atender a amigos o favores. Quiero seguir su ejemplo: decir la verdad no es incómodo ni se precisa más valentía que una pizca de honradez y sentido común; lo que envenena es callarse.
Concluyo: he revisado las listas de consejeros de la Junta de Castilla y León desde su creación en 1983, y en los 32 años transcurridos no he encontrado ningún consejero berciano por lo que pensaba acabar esta carta pidiéndole que rompiera usted esa lógica dominante y nombrara un consejero o consejera del Bierzo. ¡Con qué poca cosa nos contentamos!
Pero he llegado tarde pues en el momento de escribirle leo que acaba de nombrar su nuevo gobierno, al que deseo suerte. Otra ocasión perdida para demostrar que El Bierzo, como Teruel, también existe.
En una misma semana perdió usted la primera y la segunda oportunidad de reparar agravios históricos al Bierzo. No pierda una tercera oportunidad de demostrar que, esta vez sí, sabe usted mirarse en el espejo y ha entendido el mensaje. Disponga usted una aportación digna y, además de dinero, venga al Bierzo con un compromiso serio con un autor universal, motivo de orgullo para todos los bercianos y para miles de castellanos y leoneses.
Es solo una de las muchas deudas pendientes que la Junta de Castilla y León tiene con El Bierzo.
Cordialmente,
Valentín Carrera
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