A CIENCIA CIERTA / Buscando agua a la desesperada (y II)

fuente y caldero

En la primera parte de este artículo dije que , en el caso concreto de Bembibre y su entorno hay una serie de terrenos (llamados técnicamente terrazas), que son limítrofes con ríos y arroyos , que son bastante planos y que de entrada, serían los más interesantes para su estudio. Ahora tras revisar los apuntes del profesor F. Javier Sánchez San Román (Universidad de Salamanca), mis apuntes acumulados desde hace años, todos los planos y estudios geológicos que tengo a mano (del Instituto Geológico y Minero algunos) y también tras contar de nuevo con la opinión de Carmen Ortega Martín; me reafirmo en lo dicho, aunque precisando que para buscar caudales de agua adecuados para abastecer a poblaciones, entiendo que dentro de las terrazas fluviales precitadas lo preferible serían aquellas que son las más próximas al cauce actual de los ríos. Son superficies muy llanas que en la cartografía y estudios geológicos se conocen como el aluvial. De los aluviales hablaré pues esencialmente. Son terrenos que podrían considerarse como terrazas futuras.

Estos terrenos son limítrofes con el actual cauce de los ríos (superficie cubierta por la lámina de agua); pero se extienden a ambos lados de sus orillas a distancias en muchos casos superiores a los 100 metros e incluso bastante más. Son pues bandas de terreno mucho más anchas y extensas que la superficie actual cubierta por el agua. Se hallan a menudo a menos de tres metros por encima del nivel del agua del río y son zonas potencialmente inundables, total o parcialmente en época de crecidas. Claro que ahora las fuertes crecidas de los ríos son algo muy excepcional.

No es mi intención indicar detallar que labores de estudio, (son numerosas) habría que hacer en los aluviales; pero si que son fáciles de realizar con costes mínimos. En realidad se trata de tomar numerosas medidas sobre cuestiones como la situación de los pozos existentes en el aluvial, el nivel que alcanza el agua en los mismos, su profundidad… Asimismo hay que recabar información sobre las características geométricas de esos terrenos, (extensión, espesor, tipo de terreno…). Se pueden lograr asimismo datos sobre porosidad y permeabilidad e incluso sobre caudales. Por lo que respecta a la porosidad habría que intentar diferenciar la porosidad total de la específica. Aún cuando no se llegase a utilizar una máquina retroexcavadora ya se pueden obtener bastantes datos de interés. Si además se efectúan zanjas mucho mejor.

Lo que si es esencial es tomar datos, muchos datos y bien tomados. En cualquier trabajo de ingeniería geológica el único camino es medir, realizar pruebas y recoger datos numéricos concretos, con los que después hacer los cálculos matemáticos correspondientes. Es una labor que requiere tiempo y que tiene una cierta complejidad. Lo ideal sería que desde hace muchos años se hubiesen realizado de modo sistemáticos esas tomas de datos (aforos de pozos y manantiales entre otros) y se hubiesen elaborados bases de datos extensas. También habría que tener cifras concretas sobre las precipitaciones de lluvia y nieve.

Los aluviales de los ríos en el entorno de Bembibre deben tener escaso espesor. En general menos de 5 metros y en su base hay una capa (de tonos rojizos y de características muy diferentes a las del aluvial); que es impermeable. Es la que impide o dificulta que el agua del aluvial fluya hacia abajo, aunque lógicamente si hay un flujo más o menos horizontal hacia el cauce de los ríos. Esta capa impermeable ya es citada en estudios del IGME de hace 70 años. En otros estudios más recientes también se hace alusión a la misma.

Los aluviales citados aparecen señalados en algunos mapas geológicos, pero quizá sea más práctico y exacto señalarlos sobre ortofotos del SIGPAC. Es el primer paso para su estudio. He tenido conocimiento de un pozo de escasos metros de profundidad ubicado en uno de estos aluviales a más de 500 metros del río y que según me comentaron suministra agua “en abundancia”. Es una expresión ambigua, pero concordante con lo expuesto en este artículo.

No se me olvida que la captación de agua en aluviales, quizá se encuentre con problemas legales porque puede tener algún tipo de efecto sobre los ríos. Habría que tener en cuenta por ejemplo, el cono de descensos de un pozo, pero si son pozos poco profundos ello es una ventaja. Los problemas legales son competencia de alcaldes y secretarios de las entidades locales. El hecho de buscar agua en zonas topográficamente más bajas implica el problema del bombeo, pero este problema también se da muy a menudo en los sondeos. Por último el tema de la calidad del agua también hay que tenerlo presente, pero este problema (presencia de arsénico por ejemplo) pueda aparecer en cualquier punto de captación.

OTRAS ZONAS

Ya he dicho que en este artículo me centraría en los aluviales, pero es de dominio público que al menos tradicionalmente, se han captado fuentes y manantiales en puntos distantes varios kilómetros de los aluviales. Por ello haré una brevísima alusión a esas otras zonas.

En las terrazas más altas (topográficamente) de los ríos e incluso en los valles (en su fondo) también se podría llevar a cabo algún tipo de observación. Es de dominio público que los fondos de cualquier valle, suelen ser más húmedos que el resto. De hecho cuando hace escasas décadas se transitaba a menudo por los prados (se hallan en los valles), se comprobaba como la zona más verde, con mejor pasto y a veces con alguna fuente de agua era en general la del fondo del valle. No obstante en zonas del fondo de los valles y relativamente alejadas de los cuales fluviales primordiales, la búsqueda de agua subterránea debería ser considerada sólo para obtener pequeños caudales. Los necesarios para el riego de fincas de escasa extensión, como las que tradicionalmente han existido en el entorno de Bembibre.

Un punto que sería interesante investigar es el de los pozos artesianos. Desde hace unos 70 años se conoce la publicación de datos (Memoria de la Hoja Nº 159 del Mapa Geológico de Bembibre en su primera edición) sobre pozos artesianos en Bembibre. En la edición MAGNA ( 1973), de nuevo se habla cita este tema y se que en tiempos muy recientes se ha efectuado, con éxito, la perforación de un pozo de este tipo. Habría que analizar con calma los datos conocidos. No obstante lo que sucede en Bembibre no tiene porqué ocurrir en otras partes próximas.

En el repié de algunas zonas montañosas (donde se asienta el casco urbano de Castropodame por ejemplo), también se han aprovechado numerosos pozos desde tiempo inmemorial, pero debían tratarse de aprovechamientos para las necesidades de una vivienda y nada más.

Lógicamente tampoco hay que olvidarse de los manantiales ubicados a cotas muy superiores a las de los ríos y arroyos. Estas fuentes y manantiales, algunos muy conocidos como por ejemplo la Fuente de la Risa de Turienzo Castañero, también deberían haber sido objeto desde hace muchos años de un estudio y toma de datos sistemática realizada de modo correcto. Cualquier manantial (ver figura adjunta), tiene una curva de descenso de su caudal, que se expresa mediante una función matemática de tipo logarítmico-exponencial. El análisis matemático de esas curvas es muy interesante, si se hace de modo adecuado.

Por lo que respecta a los terrenos conocidos en la cartografía geológica como el Terciario (edad geológica que se les atribuye) sólo diré que son los más complejos al igual que los del Paleozoico (edad geológica). En estos últimos es donde se ubican algunas fuentes y manantiales de montaña a los que me referí anteriormente.

CONCLUSION

En cualquier caso y concluyendo lo que hace falta para buscar agua de modo racional y de modo inmediato es investigar los aluviales. A largo plazo lo que sería preciso es llevar a cabo una serie de estudios que son relativamente complejos, difíciles de entender para muchas personas y que requieren cierto tiempo. Habría que hacerlos de modo sistemático.

Hace ya muchos años (era aún el pasado siglo XX), yo por iniciativa propia realicé numerosas medidas de caudales de diversas fuentes de Castropodame. No me sirven de mucho, ya que no anoté si durante el período de realización de medidas hubo precipitaciones (lluvia, nieve…). En el año 2016 , en el verano, si hice un seguimiento más correcto de los caudales de una fuente concreta, la fuente de Llamillas. Ver imagen. En esta ocasión si hice mejor las cosas y al final obtuve una serie de cifras concretas que parecen razonablemente aceptables y me sirvieron incluso para hacer un pequeño artículo sobre el asunto.

Sin embargo la opción que por norma general se ha seguido para buscar agua, ha consistido en fiarse de intuiciones, corazonadas o habladurías. En definitiva fiarse de la suerte. Si el cambio climático es una realidad ( como parece evidente), me parece que hay que cambiar de actitud. Para empezar no estaría de más que en cada municipio se comparasen año tras año, los volúmenes de agua consumida (uso doméstico, riego y otros), con las precipitaciones (lluvia, nieve…) y más en concreto con el porcentaje de volumen de precipitaciones que año tras año se infiltran en el subsuelo, para alimentar fuentes, manantiales, sondeos, pozos y de más puntos de extracción.

Rogelio Meléndez Tercero

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