Es a vosotros y vosotras, quienes formáis parte de esas plataformas que defienden a los desahuciados de las viviendas a quienes dirigimos esta carta.
Es a vosotros y vosotras, quienes os mezcláis, como uno o una más, entre los miembros de esas familias rotas y destrozadas por la pérdida de su bien material más preciado: su casa, su piso, su vivienda.
Es a vosotros y vosotras, a quienes se os revuelven las entrañas por el dolor que sentís cuando conocéis que un padre, o una madre, tienen dificultades para alimentar adecuadamente a sus hijos, porque no tienen otros recursos que los que reciben de los Servicios Sociales, cada vez más escasos por los recortes.
Es a vosotros y vosotras, sensibles a la humillación que siente el cabeza de familia cuando recurre a Caritas o Cruz Roja para que allí se hagan cargo, una vez más, del recibo de suministro eléctrico o del de la tasa de suministro de agua. Es a vosotros y a vosotras a quienes escribimos esta carta.
Es a vosotros y vosotras, pancarteros, que os ponéis al lado de los derrotados por este sistema capitalista, porque han perdido su puesto de trabajo. No, no han perdido su puesto de trabajo, les han quitado su puesto de trabajo.
Es a vosotros y vosotras, alborotadores, a quienes os escribimos esta carta para deciros que os sintáis orgullosos, que no sois unos delincuentes, que no os sintáis humillados, al contrario, levantad bien alto la cabeza.
A vosotros y vosotras, desestabilizadores, os decimos que no os derrumbéis, que no arrojéis la toalla, que sigáis acompañando a quienes han perdido todo lo que poseían. Incluso han perdido su futuro.
A vosotros y vosotras os instamos a que no desfallezcáis, aunque amanezcan días grises, aunque se rompan las esperanzas con los casos perdidos.
Sí, a vosotros y vosotras os pedimos que no os rindáis, que no abandonéis, aunque os manden a los agentes del orden público a deteneros, porque los han entrenado para no pensar, para no sentir, para no escuchar, para no mirar a los ojos de quien sufre, para no identificarse.
Vosotros sí, vosotros y vosotras sí pensáis, si sentís, sí miráis a los ojos, sí os identificáis, sí escucháis el sufrimiento de quienes están soportando la injusticia de los avariciosos.
Seguid cogiéndoos de las manos, codo con codo, unidos, mirad hacia adelante, con la pancarta, con el megáfono, con los silbatos…no abandonéis a quienes sufren las consecuencias de decisiones inmorales e injustas, aunque afirmen que son legales.
Haced oídos sordos a quienes en las tertulias televisivas o de radio, os insultan, desprestigian u os vejan. Están representado su papel en la función de un espectáculo pactado.
Sí, vosotros y vosotras, los que formáis plataformas que impiden los desahucios, ayudad a despertar nuestra “mala conciencia” y el sentimiento de culpabilidad por nuestra indiferencia ante el sufrimiento injusto.
Ayudadnos a compadecer (padecer con, sufrir con) a quienes han perdido la esperanza…
A vosotros y vosotras os enviamos estas palabras de aliento.
Y queremos terminar esta carta con las mismas palabras que hicimos públicas allá por el mes de enero, con motivo del intento de cierre de la última explotación de mina de carbón del empresario Victorino Alonso en el municipio de Torre del Bierzo, el Pozo Salgueiro:
“Como militantes cristianos de base, urgimos una profunda reflexión personal y colectiva sobre el mundo en el que queremos vivir, el mundo que queremos construir, que estamos convencidos debe estar muy lejos del mundo que hoy conocemos, lleno de acontecimientos que sistemáticamente anulan los derechos de las personas y de los colectivos, generalmente de los más débiles y empobrecidos.”
El sistema que dirige en estos momentos la
marcha del mundo es objetivamente inhumano:
conduce a una minoría de poderosos a un bienestar
insensato y deshumanizador, y destruye la vida de
inmensas mayorías de seres humanos indefensos.
(José Antonio Pagola)