Lenguaje acorralado

Tomás Vega Moralejo

En el artículo de opinión “Políticamenta correctes” dejé muchas cosas en el tintero… así que aquí va una segunda entrega, porque estamos viviendo una auténtica represión al lenguaje.

Vale que hay ciertos chistes de humor negro que, por más que tengan su gracia, no son para poner en las redes sociales… pero es que ya casi no hay tema del que hablar sin que alguien se dé por ofendido.

Por ejemplo sobre el tema de las incapacidades, discapacidades, minusvalías, deficiencias… que ahora parecen englobarse, junto con lo que sería estar “normal”, en el concepto “diversidad funcional”.

Se quiere hacer desaparecer lo que se entiende por “normal” (mejor dicho: lo que ES normal, ahí está el diccionario), también en las orientaciones sexuales.
Sé que me estoy arriesgando a que se me tergiverse malintencionadamente, pero no tengo nada en contra de una persona homosexual ni creo que esté enferma, sin embargo ser homosexual no es lo normal (si lo fuera, la especie humana correría peligro… y a todas las demás les iría mejor, por cierto) y no sé dónde está el problema en hablar claro.

Da apuro ya hasta hablar de una persona negra, cuando es un recurso muy útil describir a alguien así (en Senegal ocurrirá así con un blanco), si es que lo es, lo mismo que describimos a alguien por ejemplo con “era alto y rubio”. No tiene porqué haber nada de malo en llamar a alguien negro, si lo es, pero uno se arriesga si lo hace, incluso en tono sereno, a ser mal mirado.

Y efectivamente ser ciego es una incapacidad de ver, no poder andar es una discapacidad, tener un autismo severo es una deficiencia… y bueno, minusválido estoy de acuerdo es que es más ofensivo porque esas personas ciegas, etc bien pueden ser muy válidas en algunos campos que no requieran esas cualidades desafortunadamente perjudicadas.

Un amigo con paraplejia me decía que no quería dar pena y ni siquiera quería tratamiento especial, pero que no se podía ignorar lo que le ocurría porque de hecho necesitaba más ayuda que una persona “normal”… de modo que lo que quería era simplemente que se le aceptara como era con naturalidad, lo cual incluía por su parte aceptar con naturalidad que tenía una discapacidad.

Dejo el tema con una imagen y la duda para 2018… y luego sigo con otra cosa que me llama la atención y tiene relación con lo políticamenta correctos que nos estamos haciendo:

Cuando se dice que ha habido “juicio social” por ejemplo a una mujer agredida sexualmente ¿No es una manipulación de los medios de comunicación para generar interés en sus contenidos?

Me explico: en el caso de una chica a la que violó una manada durante las fiestas de San Fermín. El abogado defensor de los mierdas que la violaron, se preguntaba cómo es que la chica aparentemente hacía vida normal después de la agresión.

A eso se le llamó juicio social a la chica. Pero ¿Por qué se le llama juicio social a la estúpida ocurrencia de ese abogado en concreto, por más que la apoyara algún otro anormal de esos que los hay para todo en las redes sociales?

No es la sociedad (eso sería mucho hablar, pues engloba a mucha gente) quien hace esos “juicios”, sino “cuatro” subnormales… solo que salen en la tele y se les da así más relevancia de la que tienen.

Y es otra de esas cosas que se usan interesadamente por algunos colectivos para hacer debates artificiosos donde los hechos desmontan las protestas, como lo de la brecha salarial (repito: distinto es lo de acceso a puestos directivos, pero a igual trabajo, antigüedad, etc se cobra igual independientemente del sexo) y unas cuantas cosas más que se han puesto de moda y que negarlas parece que queda mal.

La sociedad en general repudia a la asesina del niño Gabriel… eso es un juicio social, pero ¿Qué un abogado en concreto, un par de columnistas de un periódico secundario y un puñado de mindundis en las redes sociales digan algo… es un juicio social??

Igual con el mundo de los videojuegos queda más claro lo que quiero decir: hay personas que son fanes de Sony, y que les parece que entonces tienen que odiar Microsoft (y los hay que viceversa). Y ojo que estamos hablando de miles de personas que se ponen a opinar en redes sociales insultando a quienes disfrutan de la videoconsola de Microsoft. Es decir, estamos hablando de más gente que la que duda de la chica violada, pero:

¿Es un juicio social? ¿O son solo unos “haters” a los que, en este caso, como hablamos de videojuegos, a los medios de comunicación no les apetece dar relevancia porque no vende?

Tomás Vega Moralejo

 

 

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