El pasado mes de septiembre, he tenido conocimiento de que a la Junta Vecinal de Almagarinos, llegó una petición de varias personas de avanzada edad, interesándose por la posibilidad de echar una planchada en el cementerio, en la zona de los nichos, argumentando que, estando el suelo de hierba, se les hacía muy difícil arrastrar una escalera, necesaria para poder realizar ciertas labores de mantenimiento.
Ante tal petición, parece que la Junta Vecinal accedió a la misma, procediendo a echar cemento en la referida zona, (como, por otra parte, ocurre en la mayoría de los cementerios ) cumpliendo, así, el deseo de los solicitantes, cuyas condiciones y capacidades físicas, se encuentran, lógicamente, mermadas y que deben de tener una atención prioritaria, tanto de los Ayuntamientos, como de las Juntas Vecinales, aunque solo fuese por el respeto que merecen.
Pues bien, más recientemente (aunque ya transcurrieron unos días), volví a leer un nuevo comentario (desafortunado, como los anteriores que leí) de la misma persona – que se identificaba como profesor – que publicó otros sobre la actuación de la Junta Vecinal, mencionando a su presidente, y del Ayuntamiento de Igüeña (con escaso respeto por las personas), criticando, en esta ocasión, que se hubiera echado la planchada solicitada, diciendo que debería haberse echado grava o arena, lo que, desde luego, ( y no hace falta tener grandes conocimientos de construcción o albañilería para entenderlo), dejaría el suelo peor que estando de hierba, para arrastrar una escalera.
Con el comentario realizado, el respeto de su autor para aquellas personas, no parece ser demasiado, ya sea por su manía por criticar, sin base ni argumento, ya sea por desear protagonismo, que no resulta coherente con la profesión con la que se identifica, y, es que, ahora, me estoy acordando, no se por qué, de aquel refrán (o “adagio“, término utilizado por el citado profesor), que decía: “aunque el burro vaya cargado de libros, nunca dejará de ser burro “.
Asel García López