Jean Michel Jarre

Jean Michel Jarre - Imagen de su web personal
Jean Michel Jarre - Imagen de su web personal

Confieso mi devoción por la música de este genio francés, hijo del fallecido compositor de bandas sonoras, Maurice Jarre (El club de los poetas muertos, El doctor Zhivago, La caída de los dioses, El tambor de hojalata, etc). Hace tiempo que le perdí la pista a Jean Michel, incluso creía que se había retirado de la música, y que estaría recluido, tal vez, en algún castillo del Loira, o en algún monasterio de California, como el canadiense Leonard Cohen (aunque éste también ha salido del retiro para dar una gira mundial).

Me alegra descubrir que Jarre sigue vivito y coleando, componiendo música y dando conciertos por todo el mundo, incluso estuvo de gira por España en 2008, en ciudades como Madrid, Barcelona, Valladolid o Salamanca, pero ni me enteré. Qué pena. En qué andaría enredado. Es como si uno ya estuviera en otra onda, musical… A ver cuándo vuelve por aquí o por allá.

Por fortuna, pude verlo en dos macroconciertos, uno en Lausanne (Suiza), allá por el 1993. Estaba viajando por Europa en Inter-Rail, y tuve la suerte -o bien hice por tenerla, y acercarme a escucharlo a esta ciudad-, y luego, en 1998, durante mi segunda etapa en Disney, lo vi en París, bajo la Torre Eiffel. Se calcula que allí estuvimos aproximadamente un millón de personas, que se dice pronto.
Sólo diré que para poder verlo tuve que hacer encaje de bolillos -por decirlo a la finolis, o sea, salir del currele unas horas antes-, porque ese día trabajaba de tarde, de lo que no me arrepiento en absoluto. Lo volvería a hacer una y mil veces.

Su música resulta espectacular, con sus sintetizadores y efectos de láser, con sus samplers y su puesta en escena deslumbrante, apantalladora, que atrae como un imán.

Ahora escucho Chronologie, parte 4 y se me erizan todas las emociones, y al huesito de la alegría le da por bailar alguna que otra danza tribal. Me entran como escalofríos. Entonces comprendo que su música sigue viva, al menos para mí.

Oxygene, Equinoxe, Magnetic Fields, Zoolook, éste último compuesto a partir de muchas lenguas y dialectos; el megaconcierto de Houston, Texas, en el que batió récord de audiencia; Rendez-Vous, dedicado a la tripulación del Challenger; Chronologie, y en menor medida, entre algún otro, Revolutions, En attendant Cousteau o Calysos (impregnado de sonidos caribeños y dedicado al archiconocido documentalista y biólogo Jacques-Yves Cousteau) han convertido a Jean Michel en un músico de masas, con un éxito arrollador, lo que le ha permitido en los últimos tiempos, creo, vivir de las rentas, reviviendo o revisitando, con variaciones, Oxygene, pues su sorprendente y atrevida creatividad incial ha devenido, a buen seguro, en una suerte de repetición.

Y en estos últimos años, aparte de algunas nuevas composiciones, entre otras de alguna banda sonora, se ha dedicado a seguir con sus conciertos por todo el mundo, casi todos para conmemorar algún evento o con fines benéficos, como el que dio en 1999, bajo las Pirámides de Egipto, acaso para celebrar el cambio de milenio, los conciertos en Atenas, en la Acrópolis, en Dinamarca (por motivos ecológicos), en Pekín, o en las exóticas dunas marroquíes de Merzouga (por la Unesco), que me hubiera entusiasmado ver, sobre todo por el escenario y el ambiente.

Lo que está claro es que Jean Michel Jarre -que por lo demás estuvo casado con la actriz Charlotte Rampling y tuvo amoríos con la sensual, mestiza y sublime Isabelle Adjani-, siempre elige, para sus conciertos -listo que es el tipo-lugares emblemáticos y de una singular belleza, como su música.

Te esperamos en tu nueva gira. Tu sais qu’on t’attend

Manuel Cuenya
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