COMENTARIO sobre el libro ‘Mortal y rosa’

Empecé a leer “Mortal y rosa”, de Francisco Umbral, la primera semana del taller de literatura, allá por los primeros días de noviembre, tras haber pedido el libro allí mismo, en el aula, con la aplicación de Amazon al instante de recomendarlo Manuel Cuenya.

…y aún lo he acabado hoy, cuando marzo de 2019 enfila su última semana.

Es curioso que no lo abandonara, no sé porqué no lo hice.
Hasta cerca de la centena de páginas me pareció un libro más de divagaciones que otra cosa, pero quería llegar a la parte clave en que hablaba de su hijo pequeño fallecido; y me animaba también que, de vez en cuando, entre esos saltos de unos temas a otros sin concierto, y entre esa prosa poética que a veces no entendía… entre todo ese embrollo me animaba, decía, que había también sugerentes reflexiones.
Así que cerca de esa página cien, cosa de hace un par de días, empecé a hacer una cosa que nunca había hecho con un libro: profanarlo subrayando con un rotulador “fluorescente” frases que me parecían interesantes, y quise saber si había algún orden en esa estructura aparentemente caótica del libro, o al menos cuál era la causa de lo que leía.
Este libro pide a gritos un prólogo explicativo para poder entenderlo mejor y así disfrutarlo mejor.
…y encontré este artículo en internet: https://elestadomental.com/diario/mortal-y-rosa-40-anos-de-dolor-y-belleza

No sé entonces si por el artículo, que arroja luz sobre una de las cosas que creo que conviene saber: y es que el libro se empezó a escribir con el niño sano, ni siquiera por el niño. No sé si por haberme ido acostumbrando ya a la peculiar forma en que está escrito. O no sé si porque simplemente es ahí, en ese punto, donde el libro se hace realmente bueno.
Lo cierto es que si menos de cien páginas me costaron meses, más de ciento cincuenta cayeron en dos días (y hubieran caído en uno de haber tenido tiempo).

Pero no sabría si recomendar el libro. No sé en cuál de mis pedestales para libros colocar éste, porque ha sido una lectura como digo irregular, en la que aún en lo que he leído del tirón hay pasajes escritos de tal forma que casi ni sé qué quería decir el autor… pero es que también en muchos otros momentos me ha hecho pensar ¡Qué bárbaro! ¡Qué bestia! (seguramente Paco Umbral encontraría un adjetivo más adecuado para lo que quiero decir) ¡Qué genialidad! ¡Qué preciosidad! Qué sobrecogedor cuando pierde a su hijo (¿Habrá algo peor?)… y finalmente no me queda otra que rendir pleitesía a este ¡Animal! escribiendo… y quisiera ahora empaparme aún más de Umbral y de ese libro, pero apenas hay nada.
De Paco Umbral desgraciadamente es más fácil encontrar algo de aquel justificado enfado que se pilló en TV, que un análisis o una entrevista sobre “Mortal y rosa” como las que hay hoy día a escoger para libros de mucha menos sustancia.

Así que con las ganas me quedo, pero también con admiración…

“Te escribo, hijo, desde otra muerte que no es la tuya. Desde mi muerte. Porque lo más desolador es que ni en muerte nos encontraremos. Cada cual se queda en su muerte, para siempre […]”

Uff… los pelos de punta, y quiero pensar que ojalá sí se hayan encontrado, pero yo también me resisto a creer en una creación en que los niños sufren.

Tomás Vega Moralejo

 

 

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