El pendón de la Parroquia de San Juan Evangelista : Santibáñez y San Esteban del Toral

Estamos asistiendo a la recuperación y consolidación de una de las tradiciones más ancestrales, casi exclusiva de nuestra provincia, que mejor representa la identidad de nuestros pueblos: los pendones leoneses.

La Junta de Castilla y León los ha declarado recientemente Bien de Interés Cultural (BIC) porque según ella: “constituyen un sistema de alto valor patrimonial caracterizado por la interdependencia de valores tangibles e intangibles que abarca una serie de manifestaciones y rituales religiosos y festivos, dotados de un espíritu y esencia, trasmitidos, sin apenas interrupción, como seña de identidad, de generación en generación, hasta nuestros días”.

Por ello creo que es el momento de dar a conocer por medio de este pequeño trabajo de investigación el origen, características y vicisitudes a través de los siglos, del pendón de esta parroquia.

Santibáñez y San Esteban del Toral han formado tradicionalmente una sola parroquia, cuya iglesia matriz ha sido la de Santibáñez, bajo la advocación de San Juan Evangelista.

Esta parroquia conserva un interesante archivo con documentos que en algunos casos se remontan a la primera mitad del siglo XVI.

A través de dicho archivo se observa que en este siglo la iglesia de Santibáñez, como iglesia matriz, estaba mejor dotada de elementos relacionados con el culto que la de San Esteban que, hasta finales del siglo XVII, en ocasiones, aparece citada como una ermita. Será a partir de finales de este siglo cuando la dotación de elementos sacros de ambas iglesias comience a equipararse. Cada iglesia tenía sus propios bienes que eran administrados por mayordomos, nombrando cada pueblo el de su respectivo templo. En ocasiones los gastos eran compartidos por ambas iglesias, sobre todo cuando estos eran extraordinarios como grandes reparaciones o ampliaciones del templo, pues entonces colaboraban ambos pueblos. Aunque cada iglesia disponía de sus propios elementos de culto, al constituir ambas una sola parroquia, algunos son compartidos. Entre estos destacan dos: la Cruz procesional y el pendón.

En el archivo parroquial las citas al pendón son numerosas. El 20 de Diciembre de 1617 D. Alonso Mesia (Mejía) de Tovar, obispo de Astorga, en su visita pastoral a esta parroquia, supervisó las cuentas parroquiales del año anterior que le presentaron los mayordomos Bartolomé de Oviedo de Santibáñez y Bartolomé Rodríguez de San Esteban. En dichas cuentas en el apartado de gastos se lee: “ ocho reales que dio para acabar de pagar las andas más dos reales para un palo del pendón”. Y al final del acta levantada de dicha visita se encuentra el siguiente mandato del Señor Obispo. “Que atento de limosna de particulares se ha hecho un pendón para la dicha iglesia y para la paga de él faltan tres ducados manda su Señoría que el mayordomo de la dicha iglesia de los maravedíes de su alcance, los pague para que se traiga y así lo ruego, mando y firmo”.

La siguiente cita es del año 1621: “Cinco reales de llevar la Cruz y el pendón a Ponferrada pagaron los mayordomos medio a medio”. No podemos pensar en un deterioro de ambas insignias, sobre todo en el pendón por los pocos años que tenía. Por otra parte, cuando alguno de los ornamentos tenía que ser reparado empleaban los términos “componer o aderezar” que en la cita anterior no aparecen. Una posible interpretación sería que en ese año tuvo lugar en Ponferrada un acontecimiento muy relevante al que acudirían los pueblos con sus insignias parroquiales.

En la visita de 1637 el visitador general, el Licenciado D. Juan de León y Castro, hace un reconocimiento de los bienes de la iglesia y entre esos bienes se cita un “pendón colorado de damasco”. Y en las cuentas de ese mismo año. “Más catorce reales de aderezar las borlas del pendón y dos cíngulos que se hicieron de seda”.

A partir de esta fecha ya sabemos que su paño era de color rojo, color que según los expertos fue el de la mayoría de los pendones del siglo XVII.

En 1658 el padre Fray Benito de Santillana, monje predicador de la Orden de San Jerónimo y secretario del Obispo, como visitador general ordena “se compre un pendón colorado con la pintura en él del patrón”.
Y así mismo del pendón que está en la iglesia se hagan dos casullas una para la iglesia de Santibañe y otra para la de Santisteban”.

No sabemos si dicho mandato fue cumplido y a partir de este momento el pendón tenia la imagen de San Juan Evangelista en su paño. Lo que sí es cierto es que otros ornamentos llevaban dicha imagen. En el inventario del año 1654 se puede leer: “Tres frontales en el altar mayor de la iglesia de Santibañe uno de damasco negro con frontaleras de lo mismo, otro de damasco blanco con una figura de San Juan Evangelista y otro de damasco colorado con figura de San Juan en medio”.

Por las cuentas de los años siguientes 1659,1660, parece que el pendón ya estaba deteriorado y no se empleó en la confección de las casullas, sino que se reparó y se compró otro nuevo. Dispuso la parroquia de dos pendones a partir de este momento, algo que parece ser fue la tónica general como se verá a partir de ahora:

tiene la iglesia del alcance de Miguel Arias doscientos y noventa reales y medio que lo demás de su alcance lo dio para el pendón viejo y la casulla blanca que se hizo y el pendón se aderezó y para el pendón nuevo y cera para la iglesia y Francisco Álvarez vecino de Santibañe también mayordomo que fue de la iglesia más se deben de todo su alcance ochenta y ocho reales y medio que lo demás lo pagó para dicha casulla y pendones”.
Más se le descarga del palo del pendón y de la hechura y de la reja de la iglesia veintidós reales y cinco maravedís”.
Más cinco ducados que pagó para el pendón nuevo
Más se le descarga seis reales que dio para la pintura de la Cruz del pendón”.

En el año 1672 visitó la parroquia el Obispo D. Matías Moratinos Santos, que en el acta levantada en Santibáñez dejó el siguiente mandato: “Item. Por cuanto el Concejo de dicho lugar quebró el asta de el pendón y la Cruz de plata, mandamos que dicho Concejo pague lo que costare de aderezar pena de excomunión mayor Late Sententia y no lo cumpliendo sean evitados de los oficios divinos y mandamos al cura no entregue la Cruz sin que den fianzas debajo de las mismas penas y censuras”.

El mandato provoca varias dudas. ¿Cuál de los dos pendones sufrió el percance, el viejo o el nuevo? ¿Fueron los vecinos de Santibáñez los que provocaron el percance o los de ambos pueblos, Santibáñez y San Esteban? Hay que tener presente que además del concejo de cada pueblo había un Concejo general formado por los vecinos de los dos, cuyo lugar de reunión era un punto intermedio entre ambos junto a la desaparecida ermita de San Antonio Abad, y que todavía hoy conocemos dicho lugar como San Antón.

Al pedir fianzas al Concejo, algo que nunca había ocurrido, parece como si la rotura de la Cruz y el pendón no hubiese sido del todo fortuita.

Las cuentas de 1682 nos vuelven a confirmar la existencia de los dos pendones. “Más cuatro reales de dos cruces para los pendones”.

En 1695 tal vez hubo que volver a reparar uno de los pendones según las cuentas de ese año:
Item. Treinta reales de una vara de damasco encarnado
Item. Veinticuatro reales de doce varas de galón de seda dorada”.

En el año 1705, en las cuentas que rinde el mayordomo José Feliz vecino de Santibáñez, relativas al ejercicio 1703-1704, encontramos las siguientes citas: “Más un real de los clavos y yerro para la vara del pendón”. “Más mil ochocientos trece reales que costaron el damasco carmesí, guarnición, olandilla, cintas, sortijas, seda y otras mercadurías que se sacaron de en casa de Blas Fernández vecino de Astorga para pendón, palio, bandas, moceta y otras cosas”.

Parece que en esta fecha se confecciona un nuevo pendón y se repara la vara del viejo, pero no podemos confirmar que en este momento la parroquia tenga dos pendones. Como tampoco nos lo confirma el inventario que en 1711 realizó el párroco D. Alonso Uría Valdés. En él para la iglesia de Santibáñez dice: “un pendón de damasco encarnado y un guion de lo mismo ya viejo” y para la de San Esteban: “un guion encarnado viejo”. Es la primera vez que aparece la existencia de guiones en los inventarios. En 1703 se compra la tela para un nuevo pendón. ¿Utilizaron la tela del viejo para confeccionar los guiones, de ahí que ya estuvieran viejos?

El nuevo pendón sufre un rápido deterioro pues en las cuentas de 1724 “Más cuatro reales para remendar el pendón y un frontal”. En 1732 “cinco reales y medio de remendar el pendón”. Compostura del pendón en 1738. Y en 1745 “treinta y seis reales que se gastaron en componer una casulla, el pendón y una cinta para la llave de la custodia”.

En el año 1755 el párroco D. Blas de Villagra realiza un nuevo inventario de los bienes de la parroquia en el que se cita al pendón en estos términos: “un pendón encarnado viejo”.

Durante el siguiente siglo, siguen las acostumbradas reparaciones. Y así en 1861“Ciento setenta reales de cinco varas y cuarta de damasco y compostura del pendón”. Y en 1881: “Mil trescientos sesenta reales compra de un pendón y vara”. Y al año siguiente “Sesenta reales y medio coste de dos y media varas para componer el pendón viejo damasco encarnado”.

En este momento la parroquia vuelve a tener dos pendones. Pero en este caso puede que sean dos pendones diferentes. Es significativo que la última cita resalte el color del viejo pendón cuando era algo bien conocido por todos. ¿Tenía el pendón nuevo otros colores? ¿Es en este momento cuando aparece el pendón actual? En la actualidad Santibáñez y San Esteban tienen su propio pendón con paños de colores rojo y verde. Estos eran los colores del pendón parroquial que, a partir de las últimas décadas del siglo pasado, sufrió un deterioro irreparable abandonado en la iglesia de Santibáñez cuando la despoblación de ambos pueblos hizo que se dejaran de celebrar eventos en los que se procesionaba el pendón como la festividad del Corpus.

Por lo expuesto anteriormente estamos en condiciones de afirmar que el pendón de la parroquia de San Juan Evangelista hasta 1882 fue de color rojo carmesí en seda de damasco. Que su vara estaba rematada con una Cruz de la que desconocemos el material de que estaba hecha, así como cualquier otro detalle. Como tampoco sabemos el número de paños, tal vez cinco, que son los que tiene el actual pendón rojo y verde.
En cuanto al desaparecido pendón en los últimos años del siglo pasado, D. Miguel Ángel Pérez Vega en su estudio sobre los pendones de la Virgen de la Encina, publicado en la revista Bierzo del año 2005, dice que tenía una vara de 9,54 m. de longitud y 5 paños.

Antonio Gómez Marqués

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