Cada año, el 21 de marzo, coincidiendo con el inicio de la primavera, se celebra el Día Mundial de la Poesía. Una manifestación de la diversidad en el diálogo, de la libre circulación de las ideas por medio de la palabra, de la creatividad y de la innovación. Además de promover su enseñanza, la UNESCO pretende que este día sirva también para apoyar la diversidad lingüística a través de la expresión poética.
Bembibre Digital quiere aprovechar también este día para rendir un pequeño homenaje a la poesía, que sigue siendo un refugio seguro en tiempos de crisis social. Y lo hacemos con un poema de Nicanor García Ordiz, extraído del libro “Después de todo”, que ya está en imprenta y muy pronto también en las librerías.
Un instante
A veces, en la noche, con la luna,
tu nombre dibuja gotas multicolores
en el aire de mi cuarto.
Y del silencio con que me regala tu ausencia
se me sube un latido de amapolas a los labios.
Es entonces cuando te pronuncio,
y nace un soplo melódico
de dentro del alma misma.
¡Ah, cómo me duele el corazón con que te amo!
Desde la piel me duele
hasta el centro mismo de tu distancia,
como un acento extenso y oscuro.
Y quisiera llegar hasta tu latido
y respirar la voz que me regalas
cuando juntos descansamos
en la sombra de la senda verde.
Cómo me asaltan todas nuestras tardes,
todas nuestras horas,
tan pocas y tan bellas, sin embargo,
y tu cuerpo temblando
como una onda de agua
atravesando la transparencia de los sentidos.
¡Ah, qué dolor de hierro en esta sangre mía,
tan poblada de tus recuerdos en minutos eternos!
Y estos anchos insomnios
de después de tantos miedos solitarios,
apegados a las madrugadas que sangran impaciencias.
Se me va todo el aliento de mi origen, todo,
desde donde la piel es algo más que sueño,
y me cansa este frío entristecido de no tenerte,
y esta tibieza de no saberte, adorándote.
Cuántas noches sin presencias,
compañeras de mi aliento,
con la luna llenando la luz de mis arterias,
con la vida estallándome
en el grito mudo de aquí adentro,
esperando nuevamente
la aurora de tus manos que no llegan.
Trataré de dormirme,
con las pestañas húmedas
contra la almohada blanca,
y he de soñar que veré en tus ojos el alba,
mañana.
¡Dejadme reposar esta existencia
ajada de aguardar la nada!
No me despertéis,
que se ha de dibujar una sonrisa de esperanza
en la negrura de mis ansias.
Dejadla acariciarse
con los anhelos de tenerla a mí abrazada,
aunque sólo sea un instante,
sólo un instante,
un instante sólo, un instante…
¡Por Dios, dejadla!
© Nicanor García Ordiz
Del libro “Después de todo”.