“El Bierzo arde aún en nuestra memoria” fueron las palabras que marcaron el comienzo de la cita. Porque este verano las llamas no solo devoraron vidas, montes y aldeas, sino que también arrancaron paisajes de infancia, raíces que parecían eternas y horizontes que eran nuestros. “Cuando ardía el Bierzo, ardía también la rabia en la garganta, pero cuando el humo lo cubría todo, las manos de las gentes se extendían con más fuerza que nunca”, recordaron desde el escenario.
La asociación La Nogal, defensora incansable del paisaje, el paisanaje y la tradición de nuestros pueblos, impulsó este concierto con el deseo de que la música hablara donde faltaban las palabras, sirviendo de puente entre el dolor y la esperanza. Y así fue: cada acorde fue memoria de lo perdido, cada voz un eco de quienes se levantan, y cada nota, un grito de ilusión hacia el futuro.
“Este concierto no es un acto cultural, es un acto de amor y de justicia, una pequeña semilla de vida que queremos que brote en medio de tanta desolación. Un gesto de apoyo para decir con música que no olvidamos a aquellos que lo han perdido todo”, se proclamó con fuerza.
Los versos también tuvieron su espacio
“Nadie mira la luna naranja, solo el fuego alrededor. Nadie ve el cielo negro, las estrellas negras, el aire encadenado de humo…solo se espera el amanecer como a la lluvia y ninguno llega. Hoy los puntos cardinales son dos; el sol enrojecido y la luna de sangre”
“El pueblo tiene frío, la tristeza cubre el campo y el abuelo no da las buenas noches. La pena carga sus muertos y la noche las tazas de café. (…) El pueblo tiene paciencia, mucho dolor y paciencia, el pueblo tiene frío y dolor.”
La música corrió a cargo de José Ángel Mallada, Carlos Attadía, Miguel Ángel Cabero, Denise Silva y Diego Bello, que con su arte y compromiso hicieron vibrar a Cobrana en una noche inolvidable.
El concierto, más allá de la música, fue también un clamor colectivo. “Este concierto también es un gesto de reclamo, para que esta tragedia no la volvamos a llorar los próximos veranos. Un canto al unísono para exigir que nuestra tierra merece cuidados, protección y no abandono.”
Toda la recaudación será donada íntegramente a pueblos del Bierzo afectados por los incendios, en un gesto de compromiso con los damnificados. Y también como recordatorio de que, aunque las llamas arrasaron con tanto, “no olvidemos que de las cenizas nace la esperanza, de la unión el futuro, y el Bierzo sigue latiendo en sus gentes, en sus pueblos, en sus tradiciones y en quienes luchan por quedarse y resistir”.
Como colofón, los versos de Machado resonaron como un eco de esperanza compartida:
Dice la esperanza:
un día la verás si bien la esperas.
Dice la desesperanza:
solo tu amargura es ella.
Late, corazón.
No todo se lo ha tragado la tierra.”