Hace unos 34 años (en 1992 año arriba/abajo) y por una serie de circunstancias complejas de explicar, empecé a preocuparme del diseño de relojes-calendario solares y también del estudio de un fenómeno muy curioso, que tenía lugar en una mina de carbón del Bierzo, La Mina MILE. Ambos eran fenómenos que tenían ciertos puntos en común y que aún hoy día se siguen poniendo de manifiesto. Tal es así que hace muy pocos días en una página de “Facebook” (Amigos del Túnel del Sol de Valdealgorfa), uno de los foristas de la misma Jorge Sainz, se preguntaba si los años bisiestos tienen o no influencia en un conocido fenómeno, que dos veces al año tiene lugar en un túnel ubicado a escasos metros del pueblo de Valdealgorfa en la provincia de Teruel y que es muy parecido al que ocurría en la mina precitada. Es una pregunta lógica y pertinente. Un año bisiesto es especial y parece lógico que ese día que metemos de “cuña” (el 29 de febrero) tenga su reflejo en ese fenómeno, que consiste en que los días 26 de marzo y 16 de septiembre ( en un primer digamos tanteo), el eje del túnel se alinea casi exactamente con el centro del disco solar y los rayos del Sol lo pueden cruzar de un lado al otro, salvo que las nubes lo impidan lógicamente. El túnel tiene una longitud de 2139 metros.
A primera vista puede parecer lógico suponer, que en los años bisiestos y al meter ese día de cuña (el 29 de febrero) el fenómeno debería tener lugar los días 25 de marzo y 15 de septiembre, ya que el día añadido tras el 28 de febrero haría que el 1 de marzo del año bisiesto fuese “en realidad” el 2 de marzo de un año normal. Si la duración real del año fuese de exactamente 365 días completos y cada 4 años y por “hacer una gracia”, se determinase de modo oficial que el año ha de tener 366 días, si podría ocurrir eso; pero la realidad es que el año real no dura ni 365 ni 366 días. Tiene 365 y un cuarto aproximadamente, es decir 365,25 días.
UN POCO DE HISTORIA
Esto ya se dio como cierto, en tiempos de Julio César es decir hace más de 2000 años y fue el origen de los años bisiestos, cuya lógica es aplastante. Si el año real tiene 6 horas a mayores de los 365 días normales, la solución es que cada 4 años se añada un día de más y asunto cerrado. Esta práctica sigue en vigor actualmente. De hecho, lo más frecuente es que el año oficial, se termine con ( aproximadamente), 6 horas de antelación y por tanto en cualquier año normal vamos en realidad unas 6 horas por delante del tiempo real. Un año 6 horas, el siguiente 12, el siguiente 18 y el siguiente 24. Es una secuencia habitual. Entonces es lógico que el 28 de febrero del año que lleva un desfase de 24 horas (que no hemos contado), se meta un día de cuña, el 29 de febrero, con lo cual volvemos a la medida de tiempo real.
Algunos siglos (pocos) después de Julio César, los sabios de la época se dieron cuenta de que no eran exactamente 6 horas si no unos 11 minutos menos, es decir sólo 5 horas y unos 49 minutos. ¡Vaya por Dios!. Ya estamos con los matices. Ante este panorama se decidió en 1582, establecer el calendario actual llamado Calendario Gregoriano, porque fue el Papa Gregorio XIII el que así lo ordenó, tras consultar a una serie de sabios de la época. ¿Qué pinta la Iglesia Católica en todo esto?. Pues pinta porque en aquella sociedad teocrática, se consideraba que el Papa como representante de Dios en la Tierra, era el hombre adecuado para poner orden en los asuntos de los cielos. La reforma que se hizo en 1582 y que aún sigue vigente, dispone que son años bisiestos los que sean múltiplos de 4 (el 1992 por ejemplo) a no ser que sean múltiples de 100 (es decir 1700-1800-1900…); pero eso si salvo que sean múltiplos de 400. Por ello el año 2000 fue bisiesto. En los años finales del pasado siglo XX, se llegó a temer que este hecho inusual, hubiese sido ignorado por algunos fabricantes de ordenadores, incrementando así los efectos (negativos) del conocido como el “Efecto 2000”.Sería curioso saber que pensaba Su Santidad Gregorio XIII, cuando le informaron de lo complicado que era hacer un calendario ajustado a la realidad. Quizá pensó como el rey castellano Alfonso X El Sabio; que Dios había hecho un Universo muy complicado y que anduvo un poco despistado Nuestro Señor en el momento de la Creación.
No obstante, en la vida cotidiana y en periodos de tiempo equiparables a la vida humana (menos de 100 años) lo que más nos afecta es la presencia de años bisiestos. El 1992 lo fue y por entonces se me ocurrió la idea de diseñar y calcular un reloj-calendario solar. Para ello necesitaba saber una serie de datos numéricos concretos (declinación solar y horas de paso del Sol por un meridiano de referencia), que sin problema alguno pude obtener del Anuario del Observatorio Astronómico de Madrid correspondiente al año1992. Empecé a manejar esos datos y pronto me di cuenta de que esas cifras en el año siguiente 1993 ya serían otras, lo mismo en 1994 y en 1995. A lo peor, sólo en el año 1996 podrían ser en principio muy similares. Es decir que el reloj-calendario solar que con muchas horas de trabajo y paciencia estaba calculando (y dibujando finalmente) sólo funcionaría quizá correctamente…¡ los años bisiestos!. Era un problema porque estos son los menos. Entonces me di cuenta de que por casualidad, había elegido para mis cálculos un año que no era el adecuado. También que era evidente que había que buscar un año de referencia, que fuese más representativo o que se desviase lo menos posible de un año digamos “normal”. Lo que resultaba y resulta totalmente inaceptable es diseñar un reloj-calendario solar que requiere una cantidad espantosa de cálculos y cada año volver a diseñarlo y sobre todo dibujarlo, sobre una superficie de cientos de metros de extensión.
Pronto me di cuenta de que la solución más correcta era tomar como referencia el año 1994. Es sencillo verlo. Al llegar el 1 de enero de 1995 el desfase sería de 6 horas (siempre a efectos prácticos) y el 1 de enero de 1996 sería ya de 12 es decir medio día. Medio día que vamos adelantados respecto al tiempo real. Pero el 28 de febrero de 1996 (año bisiesto) se metería la cuña del 29 de febrero, con lo cual el desfase sería de 12 horas, pero en sentido contrario es decir 12 horas de atraso; que se reducirían a 6 el 1 de enero de 1997 y a cero el 1 de enero de 1998. En definitiva que cada 4 años el desfase sería nulo y en el resto de los años el desfase máximo sería de medio día. Esta es la mejor opción. Es decir elegir como año de referencia el año tercero dentro de un ciclo de 4, siendo el primero un año bisiesto cualquiera (1992 por ejemplo).
Posteriormente hice un análisis más detallado considerando que otras opciones había y vi que esta era la mejor. En sucesivas ocasiones que he tenido que diseñar relojes-calendario de este tipo he elegido como referencia años conforme a lo expuesto. Han sido el 1994, el 1998, el 2002 y el 2022.Añado no obstante que eso de señalar mediante las sombras la fecha del día concreto, es una labor que podemos considerar imposible. Dependiendo de la época del año podemos señalar la fecha, pero siempre de modo sólo aproximado, es decir con una indeterminación de más/menos un día como mínimo y por norma general. Incluso eligiendo como año de referencia uno bisiesto, probablemente los cálculos y diseños sean aceptables al menos a muchos efectos, porque no se puede afinar mucho más, para señalar la fecha. Este asunto aún lo he seguido estudiando hasta prácticamente hoy día. Espero publicar en breve un amplio análisis del tema en el boletín de la Asociación de Amigos de los Relojes de Sol (AARS) que tiene su sede en Madrid.
En definitiva, que los años bisiestos si hay que tenerlos en cuenta en ciertos periodos de tiempo (varias décadas) y si alargamos más el tiempo, hay además que tener en cuenta otros detalles más. No sólo está el tema del ajuste del Calendario Gregoriano al calendario real. Hay otros varios temas que no viene al caso ni siquiera citar ahora, pero sobre los que si he meditado.
EL TUNEL DE VALDEALGORFA
Si los años bisiestos “dan la lata” para diseñar calendaros solares, es lógico suponer que también la den en el estudio de fenómenos como el del Túnel del Sol de Valdealgorfa. Las fórmulas matemáticas (trigonometría esférica) que se utilizan en ambos casos son casi las mismas. En un caso debemos saber que dirección (azimut) y que pendiente han de llevar los rayos solares en un instante (fecha y hora) dados en un punto cualquiera de la Tierra y en el otro saber en que instante (fecha y hora) los rayos del Sol se alinearán de modo correcto con el eje del túnel, cuya dirección, pendiente y ubicación conocemos. La cuestión planteada por Jorge Sainz es pues muy oportuna y lógica.
He revisado no sólo los apuntes (muchos) que tengo sobre el caso del túnel de Valdealgorfa. También los del pozo minero de la hoy abandonada Mina MILE (en El Bierzo) y lo único que he observado, es que en nuestros tiempos y curiosamente en los años bisiestos es cuando la alineación del centro del disco solar con el eje del túnel es más ajustada. Por ello en los años bisiestos tanto el 26 de marzo como el 16 de septiembre, es cuando de entrada más espectacular puede resultar contemplar este fenómeno. Si el año no es bisiesto, (como en la próxima ocasión del 16 de septiembre), la precitada alineación no es tan ajustada y por ello puede suceder que antes o después de las dos fechas señaladas (siempre el día inmediato posterior/anterior) se pueda contemplar también algo el fenómeno. Hay que tener el cuenta que el tamaño del disco solar es mucho mas grande que la sección del túnel vista a más de 2 kilómetros de distancia.
La conclusión podría ser que los años bisiestos son años “malos” porque sólo hay dos fechas propicias para ver cruzar los rayos solares a través del túnel y en los demás años si en las fechas idóneas ( 26 de marzo y 16 de septiembre) no hay suerte, se puede probar los días inmediatamente anteriores o posteriores. Asimismo y como complemento a lo expuesto y tratando de contestar a más cuestiones que Jorge Sainz planteó en la pagina de “Facebook” precitada, señalo que en los equinoccios la declinación solar es la misma (cero grados). La declinación es el ángulo que un rayo del centro del Sol forma en un instante dado con el plano del Ecuador. Otros parámetros de la posición de la Tierra respecto al Sol, si varían de un equinoccio al otro y asimismo dentro de un ciclo de 4 años y por los motivos ya señalados también se dan pequeñas variaciones de los valores de la declinación y otros, en una fecha concreta. Recordemos que las 6 horas “extra” no son exactamente 6.
Inserto una imagen del año 2016. Fue año bisiesto y esta realizada al estilo tradicional, es decir dibujada a mano. En ella vemos como el disco solar el día 26 de marzo tuvo que cruzar el túnel en siguiendo una trayectoria muy centrada (ajustada), de modo que los días anterior y siguiente paso por arriba y por abajo del túnel respetivamente, pero “demasiado” alejado, para que la luz solar inundase completamente el túnel.
Rogelio Meléndez Tercero
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