A CIENCIA CIERTA / Errores, ¿ incomprensibles?,… al medir fincas

Por razones que no viene al caso explicar desde hace muchos años, más bien muchas décadas, que me he dedicado a labores que tienen directa relación con la agrimensura, es decir con la ciencia o más bien la técnica de medir fincas. Es este un asunto que da mucho de si y de hecho son varios (no se exactamente cuantos); los artículos que a lo largo de numerosos años he escrito, pero siempre es posible añadir matizar o puntualizar algo nuevo.

Me llama mucho siempre la atención que a la hora de localizar en el terreno una finca, muchas personas entienden que con saber los metros cuadrados que tiene el asunto está solucionado. El conocimiento de la superficie de una finca no nos indica, ni cual es su forma geométrica ni tampoco donde está. Una cantidad exacta de metros cuadrados pueden corresponder a fincas de muy diversas formas como es evidente. Además a menudo lo que sucede es que por las más diversas razones en los planos catastrales las fincas aparecen bien dibujadas (forma correcta); pero desplazadas varios metros del lugar donde están en el terreno.

Por otra parte no es tan sencillo saber los metros cuadrados de una finca, salvo claro está que se hayan realizado en la misma previamente unas labores de medición adecuadas. Aun cuando estas se hayan hecho hay un detalle que pasa desapercibo para la mayoría de las personas: el margen de indeterminación en toda medida. Veamos un ejemplo.

Sea un campo de futbol rigurosamente rectangular de 100 metros de largo y 50 de ancho. Esto supone en contorno una longitud de 250 metros lineales. Si al realizar una medida exacta del mismo y por error lo estiramos o encogemos a lo largo 10 cm. y a lo ancho sólo 5 esto ya supone una indeterminación o un error si se quiere de 20 metros cuadrados, que son insignificantes comparados con los 5.000 teóricos (0,4%). El error es de 100 x 0,1 más 200 x 0,05. Esos centímetros de error son insignificantes, pero suman 20 metros cuadrados que “suenan” a una barbaridad.

El problema es que ya desde finales del siglo XIX, en algunos documentos, se empezó a utilizar la costumbre de expresar la cuantía de metros cuadrados de una finca, de tal modo que da a entender de que es tan exacta que no puede haber una variación ni de un metro cuadrado (una centiárea ) de más o de menos. Esto es una utopía. Al medir la superficie de una finca siempre hay (como he señalado), un margen de indeterminación o incertidumbre. Ese margen es directamente proporcional a la extensión del terreno. El tema es que ese margen sea aceptable. Si es aceptable la medida es correcta. No obstante el que sea aceptable o no depende de muchos factores. No es lo mismo un terreno destinado a plantar lechugas por ejemplo en un pueblo deshabitado, que un terreno cuyo valor económico sea altísimo.

Durante siglos la extensión de las fincas se calculó en base a datos muy ambiguos e imprecisos como los cuartales de sembradura, cuya cuantía exacta tampoco se conocía. Hasta el siglo XIX era habitual decir que la extensión de una finca es de “poco más o menos”, tantos cuartales de sembradura.

En tiempos mas recientes se hizo habitual la costumbre de medir las fincas “a pasadas” y estimando después la equivalencia entre un metro y un paso. No es ahora el momento de hacer una revisión de las costumbres ancestrales a la hora de medir fincas; pero si hay que señalar que actualmente el primer catastro que yo conozco que se puede considerar “más o menos”; aceptable es el realizado en el año 1958. Creo que es perfectamente conocido por nuestros padres e incluso abuelos.

CATASTRO de 1958

Desde hace muchos años he analizado con bastante detalle este catastro y por ello entiendo que el proceso de elaboración del mismo fue el que ahora explico.

En el año 1956 se hizo un vuelo fotográfico general de toda España gracias a un convenio con los Estados Unidos. Entiendo que las fotografías aéreas de aquella época son las que sirvieron de base para realizar el catastro de finales de los años 50 al menos en El Bierzo y asimismo supongo que en muchas otras partes de España. Consistió en la realización de muchísimas fotografías que cubrieron entiendo todo el territorio español. Entonces las fincas del Bierzo estaban mucho más cultivadas que hoy en día y en aquellas fotografías en blanco y negro se distinguían bastante bien los linderos. En consecuencia, aparentemente el análisis de esas viejas fotografías podría ser la solución para medir “correctamente” una finca. Sin embargo hay varios inconvenientes, aun suponiendo que todos y cada uno de los linderos de las fincas apareciesen en la fotografías nítidamente reflejados. Digo lo de suponiendo porque cuando se trata de fincas pequeñas ( había y aún hay muchas en El Bierzo) y con tipos de cultivo similares (cereales, prados, huertas,…) muy a menudo es imposible que estos se vean de modo claro y máxime si se tiene en cuenta que las fotografías utilizadas tenían un tamaño tal, que un milímetro del papel o cartulina en el que fueron impresas equivale en el terreno a una longitud que puede oscilar em general entre 2 y 2,5 metros.

Además y con carácter general hay otro grave inconveniente y es que debido al relieve (zonas con más o menos pendiente y muy acusada en ciertas zonas del Bierzo) las fincas aparecen “deformadas”; es decir estiradas o encogidas y también lógicamente giradas en mayor o menor grado. Al decir que están “deformadas” lo que quiero señalar es que al contrario de lo que ocurre en planos normales, no hay una equivalencia exacta entre las distancias medidas en el plano (fotografías) y la realidad. Técnicamente lo correcto es decir que las fotografías en cuestión, como cualquier otra fotografía normal son imágenes que reflejan la realidad en proyección cónica y no en proyección ortogonal que es la utilizada por norma general en cualquier plano normal. En definitiva, que no es fácil poder medir sobre esas viejas fotografías las fincas es decir conocer su forma y las medidas de sus lados y ángulos, así como en consecuencia el emplazamiento de sus esquinas. Estas características se pueden conocer con rigor aceptable a ciertos efectos; pero no a todos. En el terreno un metro se ve muy bien pero sobre esas viejas fotografías no tan bien.

Esa dificultad insuperable se traslado a los planos catastrales que por lo que veo se hicieron lisa y llanamente colocando encima de las fotografías papeles transparentes y dibujando a mano alzada los deslindes (calcándolos) reflejados primeramente en las fotografías. Ese método (calcado a mano alzada) se debió utilizar asimismo en muchas (no en todas) las fichas u hojas individuales realizadas para cada finca. Digo que no en todas porque en el caso de fincas muy grandes (trozos de un monte por ejemplo), estas no cabían en el reducido tamaño de la hoja y lo que se hizo fue un simple croquis es decir un dibujo sin escala que representa con más o menos acierto la forma de la finca.

La principal consecuencia de esto es que la escala de esos viejos planos catastrales no es uniforme. No lo es, porque no son lo que habitualmente entendemos como planos normales (proyección ortogonal) En unas partes del plano es diferente a otras. En consecuencia hay varias escalas más o menos aproximadas que se pueden utilizar y resultado de ello es que por mucho que nos esforcemos; no es posible saber con la exactitud que nos gustase la forma, medidas y ubicación de una finca, a partir de los datos de esas antiguas fotografías y menos aún si nos fijamos sólo en las fichas individuales de cada finca.

En las hojas o fichas individuales precitadas no se indica en modo alguno la escala de esos dibujos de cada finca y por tanto son de escasa utilidad. Para poder determinar con un grado de exactitud aceptable (en muchos casos) la forma dimensiones y ubicación de una finca no hay más remedio que acudir a las fotografías o a los planos generales que son un calco a mano alzada de esas fotografías. En esos planos generales tampoco se nos indica la escala y es preciso calcularla realizando para ello las labores topográficas precisas. Por tanto, en muchos casos resulta que el grado de exactitud logrado al medir una finca en base a todos los datos del Catastro del año 1958, es inaceptable. En otros casos si es aceptable, dependiendo del grado de exactitud requerido, como he señalado. No es lo mismo medir un monte o una finca muy extensa o un conjunto de fincas que una finca diminuta.

EL CATASTRO ACTUAL

En la actualidad las fotografías (en color) que se utilizan para representar las finca son ortofotos es decir imágenes en proyección ortogonal. Tienen una nitidez y calidad superior a las antiguas fotografías en blanco y negro de los años 50. Se puede medir sobre las mismas como en un plano normal, previa deducción o conocimiento de la escala. El problema es que las fincas están actualmente con un grado de abandono tal, que en general no se ven para nada sus deslindes. Por ello hay que llevar a cabo las labores técnicas precisas para dibujar en estas ortofotos modernas y muy nítidas, los antiguos deslindes. Pero claro esos antiguos deslindes están “deformados” y antes de pasarlos a las imágenes actuales hay que corregir esas deformaciones. Es un proceso que no conozco muy a fondo, pero que tiene sus dificultades por lo he visto. En consecuencia, al dibujar sobre imágenes actuales del terreno los viejos deslindes, aparecen notables errores, que es bastante fácil descubrir. En la imagen que adjunto se ve un ejemplo de ello. Las esquinas de una finca pueden estar desplazadas perfectamente 3 metros o incluso bastantes más. Por tanto los planos catastrales más modernos a menudo y debido a un largo cúmulo de circunstancias, tiene errores que aunque vistos sobre los planos parecen insignificantes; en el terreno en muchos casos son totalmente inaceptables.

Es una realidad que he comprobado desde hace ya muchos años.

Rogelio Meléndez Tercero

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