En cualquier zona minera cualquier persona que haya tenido una cierta relación con la mina entenderá perfectamente lo que es una roca “sana” y una roca “podrida “ o descompuesta. Es evidente que si nos hallamos ante un afloramiento rocoso que tiene aspecto de un gran muro de hormigón diremos que nos hallamos ante una roca sana. Por el contrario si nos hallamos ante un talud de una carretera en el que aparecen fisuras por todas partes y sisgnos evidentes de que el terreno esta “roto” diremos que nos hallamos ante una roca descompuesta o “podrida”.
Este modo de calificar el terreno que a muchas personas les pueda parecer correctísimo , no lo es. En realidad, la única forma de describir con precisón y con rigor matemático una situación cualquiera es reducir esa descripción a un conjunto de números que se aproximen lo mas posible o al menos de modo aceptable a la realidad.
Como estamos hablando de rocas, nos centramos en estas; pero veremos que esta filosofía es aplicable a muchos otros terrenos. Por ejemplo no es lo mismo indicar que una fuente “mana un buen chorro de agua” que señalar cual es su caudal expresado en número de litros de agua por minuto o segundo.
En el campo de la ingeniería geológica uno de los asuntos que es necesario abordar, es la calificación o la evaluación de las rocas con vistas por ejemplo a realizar un túnel. Para ello no sirve de nada decir que nos hallamos ante un terreno “sano” o ante una terreno “algo descompuesto”. Hay que determinar mediante números concretos la calidad del terreno del mismo modo que se determina por ejemplo el volumen de terreno que se extrae de una cantera.
MIDIENDO LA CALIDAD DE LAS ROCAS
Desde los años 70 del siglo pasado, (quizá desde antes) se vienen utilizando unos métodos que a partir de medidas concretas expresadas con números y mediante un procedimiento más o menos laborioso permiten clasificar geomecánicamente las rocas. Eso de decir que nos hallamos ante un terreno malo, bueno o regular no es admisible. Es hablar por hablar.
La clasificación correcta de una roca desde el punto de vista geomecánico supone que tras la toma de medidas (siempre datos numéricos concretos), se le asigna un valor numérico que hay que calcular. Las medidas que hay que realizar son referentes a muchas características concretas de un afloramiento rocoso. Se toman medidas de la separación entre los planos de rotura o de discontinuidad de las rocas. Se miden el porcentaje de roca que se extrae sin roturas de los testigos de los sondeos y en definitiva se hacen medidas que proporcionan un conjunto bastante extenso de números. Este conjunto de números debidamente tratados, nos facilitan al final del proceso de análisis un número o puntuación final, que sirve para determinar matemáticamente la calidad de una roca con vistas por ejemplo a realizar la cimentación de un edificio.
Hay varios modos de hacer este tipo de valoración. Uno de los mas antiguos es el empleo de la clasificación geomecánica RMR. Cuando el valor numérico o índice de calidad (puntuación final) obtenido oscila entre 81 y 100 se dice que el afloramiento rocoso es de muy buena calidad o si se quiere de clase I. En este caso su cohesión es tal que soporta una presión de hasta 4 kg. por centímetro cuadrado. Si el índice oscila entre 61 y 80 se dice que nos hallamos ante rocas de buena calidad o clase II En este caso el esfuerzo que es capaz de aguantar oscila entre 3 y 4 kg. por centímetro cuadrado de presión. Si el índice oscila entre 41 y 60 la roca es calidad media, es decir clase III. En este caso la cohesión de la misma es tal que es capaz de soportar una presión de 2 a 3 Kg. por centímetro cuadrado ,…y así podemos seguir hasta que cuando el índice es menor de 20 se dice que la roca es muy mala. Aguanta una presión como máximo de 1 kg. por centímetro cuadrado.
Lógicamente la experiencia de los ingenieros o geólogos que en multitud de casos han trabajado en obras (túneles, construcción de presas, cimentación de edificios,…); es la que poco a poco y con el paso de los años sirve para perfeccionar estos métodos que en esencia consisten en definir características de la Naturaleza ; de forma matemática. La única diferencia con otras labores similares (determinación de la superficie de un terreno por ejemplo); es que en el caso de un afloramiento rocos resulta mucho mas laborioso tomar las medidas pertinentes. Pero para eso está la virtud de la paciencia y la constancia.
El Instituto Geológico y Minero de España, publicó hace ya muchos años (1.999); un pequeño librito en el que se analiza en detalle todo este tema. Adjunto imagen de su portada. Me lo pasó hace años un buen amigo el Ingeniero de Minas , D. Manuel Gutiérrez Alvarez, con la idea de me sirviese para un trabajo que hace ya muchos años tuvimos que hacer juntos. Ahora me sugiere que puesto que ya no hacemos trabajos, al menos me sirva para escribir alguno de mis artículos. Así pues, deseo cumplido.
Rogelio Meléndez Tercero