A CIENCIA CIERTA ¿Qué se refleja en los parques solares didácticos? (I)

La Junta Vecinal de Castropodame está procediendo a la rehabilitación de un parque público ubicada justamente a la entrada del pueblo y que yo denomino “Parque Solar Didáctico”. Esta y otras circunstancias (que luego explicaré), me hacen tomar la determinación de escribir este y otros artículos más sobre este asunto. Aclaro en primer lugar que aunque los vecinos hablan de este parque llamándole simplemente El Reloj de Sol; yo prefiero utilizar la otra denominación; porque hablar simplemente de un reloj de sol, da lugar a equívocos.

En El Bierzo hay muchos relojes de sol y en buena medida debido a que un grupo de antiguos trabajadores de las minas de carbón, hace algunos años nos dedicamos febrilmente a la construcción de muchos de ellos; pero en general se trata de los típicos y tradicionales relojes de sol de toda la Historia. Son cuadrantes de pequeñas dimensiones (en general), es decir de un metro cuadrado o incluso menos que resultan en cuanto a su tamaño y otras características (dan hora solar y no hora oficial) muy diferentes de gran cuadrante solar de Castropodame que ocupa una extensión de 400 m2 y en el que siempre se señala la hora oficial. Además y como complemento hay asimismo una gran rosa de los vientos y dos pequeños relojes de sol (uno vertical y otro horizontal) que si son digamos normalitos.

Una obra similar (incluso en algunos aspectos mejor) existe en Bembibre y también sobre la misma escribiré algo en su momento ya que como digo hay grandes similitudes (y también algunas diferencias), entre ambos parques solares didácticos. Las razones por las que voy a escribir sobre estos parques son esencialmente tres. La primera explicar al ciudadano corriente de que se trata, la segunda indicar una serie de datos que hay que tener en cuenta siempre que se proceda, (como está ocurriendo ahora en Castropodame) a la rehabilitación de cualquiera de estos parques. En el caso de Castropodame y hoy por hoy yo puedo y así lo haré indicar lo que hay que hacer. Pero si dentro de 20 años hay que volver de nuevo a realizar labores de mantenimiento, no se lo que podría ocurrir. La tercera razón es que en estos parques solares no sólo se mide el tiempo (horas y fechas) a corto plazo. También se puede medir el discurrir del tiempo a varias décadas vista. Si en el año 2060 por ejemplo aún siguen existiendo estos parques solares didácticos, se percibirá en ellos el ajuste que a varios siglos vista hay que hacer en el calendario oficial (Calendario Gregoriano); para que no se produzca un evidente desfase entre la duración oficial del año y la duración real. Asimismo en el transcurso de cierto número de décadas y máxime en el transcurso de varios siglos se podrá comprobar el efecto que produce el conocido como movimiento de precesión (que no de precisión) de La Tierra.

LA HISTORIA

Como es lógico lo primero es hacer un poco de memoria y hablar de como surgió la idea de este tipo de parques. Se da la circunstancia por otra parte de que tras más de 25 años de estudio y análisis del tema hay publicadas un volumen de cierta magnitud de artículos sobre el asunto. Algunos en revistas especializadas en Astronomía y otros en medios de difusión aptos para cualquier tipo de lector.

El desarrollo de la idea surgió a partir de ciertas labores de topografía que eran habituales en la minería del carbón. Como sabe cualquier técnico (topógrafo, geólogo, ingeniero de minas,…) hay unas relaciones matemáticas más o menos complejas entre la medida de un ángulo sobre una superficie inclinada (una capa de carbón) y estas medidas pero proyectadas en un plano horizontal. Los cálculos que en estos casos se aplican, pensé yo en principio en aplicarlos para determinar las variaciones de la dirección y la pendiente de los rayos solares a lo largo de las horas y los días. Sin embargo la cuestión (aunque yo no lo sabía) es bastante más compleja. La solución la hallé en gran parte en un libro titulado “Topografía Minera” publicado en el año 1988 por vez primera y del cual es autor D. Luis Fernández Fernández, el que fuera profesor de Cartografía, Geodesia y Fotogrametría de la Universidad de León. Asimismo en un libro de Geología de mi época de estudiante (Universidad Complutense de Madrid), hallé también la clave para resolver el problema, que en esencia no era otro que calcular con rapidez la posición del Sol en el firmamento visible de un punto dado (Castropodame por ejemplo) en muchísimos de instantes ( en total unos 1500 e incluso muchos más) repartidos de modo uniforme a lo largo del año. Se trataba de hacer un reloj-calendario solar diseñado específicamente para ese lugar y que sirviese para formar parte de un sencilla exposición que habría de tener lugar en Castropodame, con motivo de sus fiesta patronal en mayo del año 1992.

En el año 1991, los ordenadores sólo eran manejados de modo habitual por un reducido número de personas. En las minas de carbón se utilizaban calculadoras y con estas realizar tal volumen de cálculos era una tarea agotadora. Sin embargo un ingeniero de minas (Rogelio Cerdeira Crespo) que en esto del manejo de los incipientes y muy raros ordenadores era un tipo aventajado, diseñó un programa de cálculo que era una maravilla. Con aquel programa era posible en apenas unos minutos realizar una labor (cálculos y diseño gráfico) que con las calculadoras de bolsillo de la época requería quizá un mes de trabajo.

El resultado final eran unos dibujos en los que aparecían unas figuras muy curiosas (en forma de 8) que se conocen como analemas ó también como lemniscatas. El conjunto tenía una forma que estéticamente parecía muy interesante y entonces la idead de dibujar esas analemas no sólo en un papel, si no en un terreno más o menos extenso y en el que los puntos de lápiz se sustituyesen por flores, parecía ( y era en efecto), algo muy novedoso. Si tenemos en cuenta lo dicho sobre la escasa abundancia, en el año 1991 de los hoy populares y habituales ordenadores, es fácil entender que desde un primer momento se vislumbró la posibilidad de hacer un jardín que fuese reloj y calendario solar y que además debía ser algo muy raro incluso a nivel internacional.

Las indagaciones realizadas consultando a personas con ciertos conocimientos de Astronomía en general y de los relojes de sol en particular; confirmaron que así era. A partir de entonces fueron muchas las vicisitudes que tuvieron lugar y que no viene al caso contar de modo pormenorizado. En cualquier caso y a la fecha de hoy hay que destacar dos detalles. Si a través de la Red se buscan imágenes de parques solares didácticos los únicos que aparecen son los de Castropodame y Bembibre; si bien es cierto que hay lógicamente repartidos por todo el Mundo relojes y calendario de sol monumentales es decir de grandes dimensiones; aunque claro está cada cual con sus peculiaridades. En la localidad de Ontinar de Salz (Zaragoza) por ejemplo hay uno que se parece bastante al de Castropodame, aunque no es exactamente igual. Lo que no he localizado (de momento) en parte alguna es uno similar a de Bembibre (con sus centenares de plantas correspondientes). Ello no supone en modo alguno que no existan cuadrantes solares de enormes dimensiones, que superen en cuanto al tamaño a estos parque solares didácticos de Castropodame y Bembibre. Ahora bien la singularidad de una obra de este tipo no estriba únicamente en su tamaño, si no en otra serie de características, como por ejemplo el hecho de medir el paso del tiempo en horario oficial de tal modo que cualquier persona pueda contrastar las indicaciones de estos parques con la de su reloj de pulsera habitual.

Por otra parte hay que puntualizar que el proyecto original concebido ya en los años finales del siglo pasado, era una obra mucho más extensa y ambiciosa (varios cuadrantes que se habrían de complementar) y tampoco tengo noticia de que se haya llevado a la práctica en parte alguna del Mundo. En sucesivos artículos seguiré escribiendo sobre este tema y ahora puntualizo que la imagen que se acompaña es una fotografía tomada vista de dron por Majín Gutiérrez Alonso del aspecto actual del parque solar didáctico de Castropodame, que está en plena fase de rehabilitación, pero que ya va teniendo muy buen aspecto.

Rogelio Meléndez Tercero

 

 

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