A través de una serie de fotografías que representan los recuerdos de la pregonera en su Bembibre natal, Jennifer Martínez Ferrero evocó alguno de los momentos más representativos. Lo hizo, como es habitual, desde el balcón del Ayuntamiento en esta primera toma de contacto de Bembibre con sus fiestas del Cristo.
Con un discurso íntimo y personal, Jennifer dio paso a sus vivencias a la hora de planificar el discurso que puso el foco en Bembibre y sus recuerdos de su infancia, juventud y hasta el significado de la minería, muy presente en su vida por ser la profesión de su padre.
Para presentar sus recuerdos escogió las “fotografías”, instantáneas que muestran los recuerdos y aquellos hechos que la sitúan en Bembibre. El primero, en la noche del 13 al 14 de septiembre de 1989 que, quiso la casualidad, fue cuando vino al mundo.
Fotografías de su infancia en el parque Gil y Carrasco, “nuestro parque grande”, lugar de reunión “junto con el parque pequeño, la plaza Santa Bárbara y el Palacio”. No sólo lugares, sino también la “diversidad racial y cultural”, dijo, que “nos hace ser mejores, diversos, resilientes”.
El pasado minero de Bembibre en una de las fotografías más íntimas, y “mi madre, mujer que, como tantas otras, sufrían por la incertidumbre de esa profesión”. Entre esos recuerdos la canción de Santa Bárbara “que a todos nos emociona y nos encoge el corazón a partes iguales”. “Una fotografía cargada de historia, de sangre, de riqueza, de familias unidas y rotas quizás, pero de unión”.
Unido a la industria, agricultura, ganadería, alimentación y el sector servicios “que ha luchado y lucha por hacerse un hueco en la comarca berciana y en la provincia leonesa”.
Sus años de adolescencia y los momentos previos al periodo fuera de Bembibre con negocios ya extintos como el H20 (la antigua Sala Sur) con sus amigos que “disfrutamos de un Bembibre nocturno que atrapaba, a nosotros mismos, y a aquellos que cada fin de semana se escapaban a la ronda, envidia de muchos por otra parte”. “Un Bembibre que me recuerda la vivencia de experiencias, el calor de la amistad”.
Bembibre, dijo la pregonera, se ha convertido en su “rincón” y lugar de refugio. Lo calificó como “el sentimiento de sentirte siempre en casa” cuando se escapa un fin de semana cualquiera a Bembibre, “mi tierra, lugar que me vio crecer, donde mis padres me enseñaron a ser quien soy, donde mis amigos me enseñaron que vida solo hay una y tú decides con quien vivirla, y, sobre todo, donde estoy comenzando a ver a mi hijo crecer y donde quiero que sea feliz en su futuro”.
Transmitió su “orgullo de ser leonesa, berciana y, sobre todo, bembibrensa. Orgullo de llevar sangre minera por mis venas, sangre humilde y trabajadora”. Hasta el orgullo “de pronunciar Bembibre al referirme a mis orígenes, dentro y fuera de España”. Para concluir, calificó su Bembibre como “la villa que defiende la igualdad, el trabajo digno con independencia del origen o del color de la piel, y que lucha contra todo tipo de violencia”.