El Bembibre BTT homenajea a la minería. Recordamos una historia real de 1951

Con motivo de la festividad de Santa Bárbara, un grupo de veintinueve aficionados a la bicicleta de montaña se reunieron para realizar la I Ruta Homenaje a la Minería, organizada por el CD Bembibre BTT, con salida y llegada en la localidad de San Facundo.

Llevaron una ofrenda floral que depositaron en el monumento levantado en el alto de Vidulina, en la sierra de Montealegre y Santa Cruz de Montes, en recuerdo de dos mineros fallecidos en trágicas circunstancias el 27 de enero de 1951.

  

Una historia real:

La jornada laboral había llegado a su fin y con ella concluía también otra semana de duro trabajo en la mina. Después de dejar el candil, la maza y la barrena para asearse en una fuente cercana, y tras despedirse de sus compañeros, dos mineros se dirigen a casa de la patrona en Santa Cruz de Montes, con la cara todavía manchada de carbón.

El día era frío y las nubes empezaban a dejar caer los primeros copos de nieve. Por el camino, el mayor de ellos hablaba de ir a La Maluenga, cruzando la montaña, para pasar el fin de semana con su novia, mientras encontraba la oposición de su compañero, que era mucho más joven y hermano de la prometida.

Ya en Santa Cruz, al calor de la lumbre, el deseo que los dos tenían de abrazar a la novia y a la familia, fue creciendo y se hizo más fuerte que el miedo a la nieve, al frío o a la oscuridad de la noche. Aunque la patrona trataba de hacerles entender que emprender el viaje con ese tiempo podía poner en peligro sus vidas, la determinación de ambos era ya muy fuerte y no pensaban volverse atrás.

Tenían que recorrer algo más de 8 kilómetros hasta llegar a La Maluenga, y se pusieron en marcha de inmediato para aprovechar las últimas horas de luz. Cuando ya habían dejado atrás Fonfría les sorprende una fuerte ventisca y la oscuridad de la noche, por lo que ante la imposibilidad de alcanzar su destino deciden dirigirse hacia la localidad de Argañoso, con la esperanza de encontrar allí refugio.

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Han pasado ya dos semanas y un manto blanco de nieve helada cubre las montañas. Los mineros se dirigen al tajo como cada mañana, con su boina, su candil y el bocadillo colgado a la espalda. Uno de ellos, más rezagado, trae una noticia que corre entre todos como la pólvora: “los dos compañeros que abandonaron la mina y creiamos que habían decidido quedarse en La Maluenga, ni siquiera llegaron a su destino”.

Rápidamente  los vecinos de la zona se organizan para salir en su busca. Recorren el camino en ambas direcciones y miran por los alrededores, pero no encuentran ningún rastro de ellos, teniendo que abandonar la búsqueda después de varios días de infructuosos intentos.

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Son los primeros días de marzo, la primavera comienza a ganarle terreno al invierno, los rayos de sol derriten con suavidad los últimos cascotes de nieve que salpican la ladera y empiezan a brotar las primeras flores. Un rebaño de ovejas pasta plácidamente ante la despreocupada mirada de su pastor, al que sobresaltan los insistentes ladridos de uno de sus perros, que reclama su atención. El pastor, temeroso y con prudencia, se acerca hasta el lugar señalado por el can y allí, ante él, aparecen los cuerpos sin vida de los dos mineros desaparecidos, que dejó libres la nieve tras ser derrotada por el sol.

(Se trata de una historia real novelada, por lo que no puede entenderse en un sentido literal, aunque hemos tratado de reproducir los hechos con la mayor fidelidad. Hoy en día, dos cruces al lado del camino recuerdan el lugar en que fueron encontrados. En el alto de Vidulina, una placa de la Junta Vecinal de Montealegre los recuerda y les rinde homenaje.)

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