Con el alma engalanada

Esta es la resplandeciente faz del coraje y la perseverancia. Es Ángeles Alonso, que naciera en mayo de 1920, y que supo comprender, mejor que nadie, la necesidad de recuperar, preservar y enseñar al resto del mundo la identidad, el alma, de esta tierra de la que descendían sus ancestros. Fue en los años ochenta del siglo pasado. En un lugar, Bembibre, y en una comarca, el Bierzo alto, enfrascados en unos quehaceres relacionados con la prosperidad económica, fruto del auge de la minería del carbón. Una tierra sin tiempo para recordar su memoria, que escondía la experiencia y soslayaba la tarea de quienes fueron sus pretéritas gentes. Una tierra dormida en la posesión de su historia. Sonámbula con el origen de su legado, con sus referencias aletargadas. Ángeles entendió que era perentorio, para un lugar así, el reencuentro de su ayer con su mañana, o lo que es lo mismo: de su pasado con su futuro, so pena de perder para siempre la esencia de su identidad. Y esa tierra, hasta entonces indolente con sus ocultos aconteceres, tuvo la revelación de un hoy que habría de devolverle su razón de ser. Ese nexo de unión, ese hoy, ese presente de entonces, que hizo posible recuperar el alma a este lugar, fue Ángeles Alonso. Del tesón, la confianza y la dedicación de esta extraordinaria mujer, nació en Bembibre el Museo Alto Bierzo. Por ella se podrán conservar las costumbres, creencias, mitos, genealogías, historia, lenguaje, etcétera, de los hombres y mujeres del Bierzo alto. Pero este no es el único legado que Ángeles ha de dejar a esta tierra, en esta villa de Bembibre. De su adorado oficio de costurera, Ángeles Alonso, hizo un arte; y quiso que esa alcanzada maestría, obra de su creatividad y esfuerzo, tuviese continuidad, y la puso al servicio de los demás, fundando el Taller Municipal de Costura, y entregó desinteresada y generosamente su trabajo y su conocimiento al pueblo que habría de nombrarla Hija Adoptiva. Desde entonces el alma de esta tierra se engalana con los mejores trajes, mientras enarbola los pendones que la identifica, nacidos, vestimentas y estandartes, de las manos sabias de Ángeles y sus discípulas. “A Bembibre tengo mucho que agradecerle, y Bembibre tiene también mucho que perdonarme, porque también habré ofendido, sin querer, a muchas personas”, dejó dicho María de los Ángeles Socorro Alonso Rubio, en un gesto de humildad que la honra. ¿Qué nombre, qué título, qué distinción hemos de darle a esta mujer que desde una ilusión fue capaz de devolverle el alma vestida de domingo a un pueblo, a una comarca?

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