Con motivo del día mundial del Síndrome de Down, la berciana Laura de la Torre (en la foto, junto a dos personas muy próximas a ella con las que convive) nos ha preparado este artículo dedicado a todas aquellas personas que trabajan y conviven con la discapacidad. Y, muy especialmente, «para aquellos que la viven».
El fenómeno de la discapacidad ha resultado ser siempre polifacético y sobre él se han vertido constantemente diferentes teorías y falsos estereotipos que, en pleno siglo XXI, todavía lo encasillan, erróneamente, en un tema tabú para la sociedad; siendo ésta y las personas que la componen, quienes arrastran de generación en generación los atavismos más clásicos, y las más viejas y absurdas concepciones sobre ella.
El deterioro que causa el uso de dicha terminología ha venido motivando una constante revisión de la misma, no obstante, parece que no hayamos alcanzado el objetivo de eliminar la utilización de algunos términos. Situación que ha provocado continuamente inestabilidad y preocupación en los medios científicos por implantar en la población la evolución mejorada de este tipo de lenguaje. Pues no debemos olvidar que la discapacidad, como fenómeno que afecta a mil millones de personas en el mundo, es motivo de estudio y de inquietud para quienes trabajan, viven y conviven con ella.
No sólo es el lenguaje el único obstáculo que se presenta frente a estas situaciones, infaustamente estas personas y su entorno no disfrutan del acceso a la sociedad de igual forma que otros, incluidas áreas como el transporte, el empleo, la educación y la vida política y social, lo que minimiza su autonomía e independencia.
A consecuencia de ello, existen diversas fundaciones, asociaciones y grupos de personas en todo el mundo que quieren dar a la discapacidad el valor que le corresponde y reivindicar así la inclusión de todas las personas en todos los ámbitos sociales de manera que puedan participar en igualdad de condiciones. Porque lo que de verdad importa es invertir en las personas, promoviendo la diversidad y creando oportunidades, sin olvidar que el derecho a participar en la actividad pública es esencial para crear democracias estables, con una ciudadanía activa que lucha cada día por reducir las desigualdades sociales.
Y como el conocimiento es la mejor manera de romper mitos y eliminar barreras, existe la necesidad de cubrir la demanda formativa de entender un poco mejor la discapacidad, porque estamos tan acostumbrados a enseñar, que se nos ha olvidado aprender de los demás. Porque lo que de verdad importa es comprender, que si hay alguien que pueda salvar la discapacidad, esa es la educación.
Porque el pasado es fácil de analizar y más aún de describir, pero lo que de verdad importa es que será el futuro el que habrá de marcar los pasos que, en una dirección correcta, habremos de tomar para seguir progresando en esta materia; siendo el fin último el justo reconocimiento de los derechos inherentes a la condición humana de todas las personas, tengan o no discapacidad. Porque dando voz a las personas con síndrome de Down o discapacidades similares, muchas personas trabajamos cada día por erradicar la falsa imagen que otras personas dan a este colectivo, intentando demostrar que cualquiera, sin distinción, puede tener un puesto de trabajo, una pareja o vivir de forma autónoma acorde a sus decisiones.
Porque lo que de verdad importa y aporta es que al final, ellos también consiguen llegar a todos los sitios. Porque con esfuerzo y voluntad, cualquiera de nosotros, acompañados de todas nuestras condiciones, realmente llegamos tan alto como queremos. Porque todos nos enfrentamos a los mismos problemas y tenemos las mismas incertidumbres. Porque atendiendo, estimulando, y llevando a estas personas a lugares adecuados, responden perfectamente.
Porque disfrutando de la vida, podemos descubrir una nueva escala de valores en la que observamos como el paso del tiempo no sólo nos permite avanzar sino también evolucionar en cualquiera de los aspectos que nos ofrece la vida. Y para aquellos que aún no saben cómo funciona la nueva sociedad en la que vivimos sólo decirles que no traten a los demás como ellos quieren hacerles, sino como lo que son y merecen ser. Porque la vida no va de cromosomas, y porque lo que de verdad importa es que siempre existirán personitas que a pesar de ser pequeñas sean capaces de llenar muchos de los espacios que otros, siendo más grandes, dejan.
Porque lo que de verdad importa son las capacidades, no las limitaciones: porque el desarrollo es más productivo que la sobre-protección y porque tú eres exactamente igual que yo, aunque a unos nos cuesten más los números y a otros les cuesten más las letras. Aunque unos sepan nadar y a otros se les dé mejor correr. Aunque unos sean expertos en montar en bici, y otros, sin embargo, lo hagan mejor subidos a un caballo. Hay gente que tarda más en aprender hablar, peor es aquellos que no aprenden nunca. Hay gente que tarda más en aprender a caminar y hay gente que crece un poco más despacio; pero qué importa, si tenemos toda la vida para hacerlo.
Porque lo que de verdad importa es que la discapacidad no está en absoluto reñida con la felicidad.
Para todas aquellas personas que entendemos y aceptamos que no vamos todos al mismo ritmo, y para aquellos que así lo vean, aprendan, enseñen y muy especialmente para aquellos que así lo vivan, va dedicado este artículo.
Laura de la Torre