España lidera el crecimiento económico en la Unión Europea con un 2,3%

En contra del resto del mundo, y en un momento en el que la desaceleración económica afecta a gran parte del mundo a causa de las tensiones geopolíticas y la incertidumbre en los mercados financieros, España se ha convertido en la economía más dinámica de la eurozona. Según las previsiones más recientes del Fondo Monetario Internacional (FMI), el país va a crecer un 2,3% durante 2025, superando a grandes potencias como Alemania (0,3%), Francia (0,8%) e Italia (0,7%). Un dato que convierte a España en la economía avanzada con mejor rendimiento de toda la UE.

Este crecimiento sostenido no es fruto de la casualidad, sino del resultado de múltiples factores, entre ellos una recuperación sólida del consumo, la estabilidad del mercado laboral, un turismo en auge y una ejecución eficaz de los fondos europeos. Mientras otras economías muestran signos de fatiga o estancamiento, España demuestra resiliencia y capacidad de adaptación en un contexto económico cada vez más exigente y volátil.

Turismo, consumo y empleo: el motor del cambio

El país del sol y la playa no podía decepcionar en este sentido. Uno de los principales impulsores del crecimiento en España ha sido el turismo, que ha vuelto a niveles prepandemia e incluso los ha superado en algunos trimestres. Según datos del INE, en 2024 se batió un récord de visitantes internacionales, lo que ha repercutido positivamente en negocios clave de la hostelería, el comercio y el transporte. Este auge turístico no solo ha provocado que suba el PIB español, sino que también ha engordado las arcas públicas y ha generado empleo.

Por otra parte, el consumo también se está recuperando, gracias sobre todo a las mejoras de los salarios reales, a la baja inflación en comparación con otros países europeos y a una mayor confianza del consumidor ante las buenas perspectivas económicas. El gasto en los hogares ha crecido, y eso también ha servido para impulsar el comercio minorista y la inversión empresarial, sobre todo en el ámbito de la tecnología, la construcción y la energía.

Son muchos los sectores que se están beneficiando de esta tendencia, aunque los principales impulsores de este cambio son principalmente el turismo y el consumo. El mercado laboral, aunque aún presenta desafíos como la alta temporalidad, ha sido otra pieza clave en este rompecabezas económico. España cerró abril de 2025 con una cifra de paro de 2.512.718 personas, su cifra más baja desde julio de 2008.

Una economía que ofrece pistas útiles a ojos del mercado

No hace falta ser inversor para ver que lo que está ocurriendo en España llama la atención. Pero para quienes sí se dedican a seguir de cerca los mercados —ya sea invirtiendo en Bolsa u operando con trading de CFD —, este contexto tiene una lectura especialmente interesante.

Mientras otras economías de peso en Europa apenas crecen o incluso se estancan, España encadena cifras positivas que se apoyan en el consumo, el turismo y la ejecución de fondos europeos. No es que esto garantice rentabilidad en ningún sentido, pero sí ofrece material valioso para quien analiza cómo reacciona la economía real ante estímulos concretos. Observar cómo se comportan ciertos sectores en este entorno puede ayudar a entender movimientos de capital o patrones que, en otros países, simplemente no se están dando ahora mismo.

¿Cómo está el resto de Europa?

La diferencia entre el crecimiento económico de España y el del resto de grandes economías de la eurozona es sorprendentemente significativa. Alemania, por ejemplo, se enfrenta a una desaceleración estructural debido a su dependencia de la industria exportadora, el elevado coste de la energía y una población envejecida que afecta a su productividad. Francia, por su parte, está lidiando con fuertes tensiones sociales internas y un bajo ritmo de reformas económicas, mientras que Italia aún arrastra una deuda pública considerable y su escasa competitividad en el mercado internacional.

En la otra cara de la moneda se encuentra España, que ha sabido aprovechar el viento a favor de los fondos NextGenerationEU, cuyo impacto se ha dejado notar en la modernización de infraestructuras, digitalización empresarial y transición energética. El rendimiento de la explotación de dichos fondos, todavía mejorable en ciertas partes del país, ha permitido impulsar sectores emergentes y aumentar la inversión tanto pública como privada, fomentando el empleo y, en consecuencia, el consumo.

No obstante, el FMI también advierte a España: tiene que establecer una “reforma integral” del sistema de financiación para garantizar una mayor rigurosidad en las comunidades autónomas y recalca que hay que seguir fomentando el empleo para frernar el crecimiento de la brecha entre las cotizaciones a la Seguridad Social y el gasto en pensiones, fuertemente alimentada por el envejecimiento de la población.

Las dificultades que asoman en el horizonte

Los datos invitan al optimismo, pero hay ciertos riesgos a medio plazo. El primero y más importante es la sostenibilidad del crecimiento formando parte de un entorno global que sigue arrastrando el impacto de la guerra de Ucrania, los vaivenes de la política monetaria estadounidense y la incertidumbre energética.

España no es inmune a esta situación, y esa fortaleza conseguida con el turismo y el comercio internacional puede convertirse en una vulnerabilidad si la situación global empeora. Luego está, como se mencionaba antes, el envejecimiento de la población y su efecto sobre el sistema público de pensiones. Es necesario aplicar reformas fiscales como indica el FMI para abordar esta situación.

Innovar, educar y elevar la competitividad empresarial son la clave para que el país siga creciendo. Si se aplica, podría mantener esta racha positiva.

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