Jean-Michel Jarre, electrónico

Ocho años hacía que Jean-Michel Jarre no sacaba álbum… y de “Téo & Téa” parece que se quiere olvidar hasta él. Nos vamos otros tres años atrás y tenemos “Aero” en 2004. De 2003 es “Geometry of love” y de 2000 “Sessions 2000″… álbumes de los que más o menos nos podemos olvidar nosotros también hasta otro de ese mismo año que es “Metamorphoses”, donde ya se atisba un cambio pero aún tenemos temas de los de recordar.

Hijo de France Pejot y el también compositor Maurice Jarre que, no obstante, se separaron en seguida y Jean-Michel André Jarre se crió principalmente con su madre… nació en la ciudad francesa de Lyon el 24 de agosto de 1948. De su vida personal solamente añadiré, a modo de curiosidad, que ha estado casado tres veces, con Flore Guillard (de 1975 a 1977), con la que tuvo a su hija Emilie; con Charlotte Rampling (de 1978 a 1996), con la que tuvo a su hijo David; y con Anne Parillaud (de 2005 a 2010) [de ésta, por cierto, son los ojos del álbum “Aero”, que incluye DVD para escuchar en sonido envolvente].

Su nuevo álbum, “The Time Machine” o “Electronica 1” ya nos adelanta que habrá un “Electronica 2”, previsiblemente para la primavera de 2016, con la misma idea de éste: colaborar en cada tema con otros músicos del estilo de música electrónica.

Lo he escuchado atentamente y quisiera pensar, porque hay momentos que dan para ello, que de la misma manera que “Metamorphoses” fue efectivamente una metamorfosis hacia algo que fue dejando de ser el JARRE con mayúsculas… quisiera pensar, decía, que hay en este álbum motivos para creer en un regreso hacia el Jarre que gustaba tanto. Sin embargo, ningún tema me ha enganchado de primeras, o me ha resultado pegadizo (lo cual, por otra parte, podría no haber sido tampoco bueno ya que hay música que se nos pega mentalmente y resulta un suplicio)… ni siquiera percibo algo con potencial para acabar gustándome con el tiempo (aunque esto es más difícil de saber), como sucede a veces con algunas piezas tal vez después de escucharlas en televisión acompañadas de imágenes que nos hacen entenderla de distinta forma.

Con todo, no digo que sea mal álbum (aunque hay algún tema empalagoso) pero sí un álbum sin melodías de las que se asientan en la memoria colectiva… y me desanima que esto sea lo mejor que nos pueda ofrecer tras ocho años sin disco, y me pregunto si dará para uno de sus espectaculares conciertos, si bien éstos pueden valer la pena por el despliegue audiovisual y es de agradecer que a menudo sean benéficos.

Creo, en fin, que es un álbum de los de guardar con el resto de la colección pero éste dejar que coja polvo, aunque quiero seguir con la esperanza de que recuperemos (¿Quizás en “Electronica 2”?) al Jarre que nos hizo disfrutar tanto sobre todo con los álbumes anteriores a “Oxygene 7-13”, el disco de 1997 en el que revisitaba con menos inspiración su estupendo “Oxygene” (1976), al que precedía su primer álbum “Deserted Palace” (1972) o la banda sonora “Les Granges Brulees”, de menor interés.

No puedo dejar de hablar de este genio sin dar un breve repaso al grueso de su discografía, dejando un poco a un lado, entonces, los álbumes ya mencionados, los de sus famosos conciertos (como Houston-Lyon, Hong Kong, China o Docklands) y los recopilatorios (mi recomendación: “Images”, de 1991 o su versión ampliada de 1997, que incluso mejora algunas interpretaciones de algunos de sus mejores temas e incluye alguno inédito):

“Oxygene” le hizo mundialmente famoso y añadió reconocimiento a la música elecrónica; destaca el tema 4… aunque a mí me gusta más el 2.
 
Con “Equinoxe”, su siguiente álbum, de 1978, dio su primer macroconcierto, reuniendo alrededor de un millón de personas en París y batiendo así un récord Guinnes. De este álbum las piezas más famosas son la 4 y la alegre 5, pero no nos podemos olvidar de señalar al menos la 3, aunque todo merece la pena.

En 1981 llegaría “Magnetic Fields”.. La pista por excelencia del disco es la 2. La 4 me suena más bonita curiosamente en el álbum de los conciertos en China.

Su siguiente álbum es una excentricidad, no por su contenido (que ni fu ni fa) sino porque de “Music for supermarkets” (1983) solamente salió una copia, que se subastó, y el original se destruyó. Podéis escucharlo en YouTube, por ejemplo, como otras rarezas de Jean-Michel Jarre, y ver algunos vídeos promocionales de su música en los que sale él mismo… aunque algunos hoy día pintan un tanto cutres, con perdón.

“Zoolook” (1984), es un disco de música tan rara como original, con mezclas de voces en más de 30 lenguas. De esos que odias o amas (en mi caso más bien me decanto por lo primero).

“Rendez-vous” (1986) considero que es su álbum más maduro. La pieza “Last Rendez-vous” o “Ron´s piece” iba a ser el primer tema tocado en el espacio, por el saxofonista y astronauta Ronald McNair, de ahí el título, aunque finalmente tuvo que ser tocada por otro saxofonista ya que el primero falleció en el accidente del transbordador espacial Challenger. El concierto de Houston supuso un nuevo récord de asistencia con aproximadamente 1.300.000 espectadores.

El Rendez-vous más conocido es el cuarto pero, aunque todo el disco es realmente bueno, yo creo que el desolador “First Rendez-vous” y el antológico “Second Rendez-vous” (condensado magistralmente en el recopilatorio “Images”) son lo mejor de Jean-Michel Jarre.

“Revolutions”, de 1988, es otro interesante disco y aunque no es de los más reconocibles no os lo perdáis.

“Waiting for Cousteau” (1990), no es de los discos más conocidos pero sí creo que es de los mejores. El concierto de este disco, en París, supuso un nuevo récord, con más de dos millones de espectadores. No os conforméis con la versión reducida de “Calypso” del recopilatorio “Images”, y si os gusta Jarre os gustará sin duda “Calypso part 2”. “Calypso part 3” tampoco está mal y la otra pieza del disco, “Waiting for Cousteau” (de tres cuartos de hora) es más de ambiente que de disfrute pero tiene la peculiaridad de estar compuesta parcialmente por un ordenador. Todo un tributo al gran naturalista Jacques-Yves Cousteau.

“Chronologie”, de 1993, diría que es su último gran álbum. El tema más conocido es el “part 4”, pero el resto no desmerece.

En 1997, su concierto en Moscú batió el récord de espectadores, con unos tres millones y medio… y sigue siendo el concierto más multitudinario de la historia.

Tomás Vega Moralejo

 

 

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