Encantamiento y desencantamiento, nuevo poemario de Amable Arias

Amable Arias y Maru Rizo en Santillana del Mar (1978) - Álbum de Maru Rizo
Amable Arias y Maru Rizo en Santillana del Mar (1978) – Álbum de Maru Rizo

Es ciertamente gratificante ver cómo después de una treintena larga de años desde la muerte de Amable Arias (Bembibre, 1927-San Sebastián, 1984), su obra plástica y literaria es cada día más conocida y valorada. Más popular y universal, en definitiva. Tan es así, que en la segunda quincena de enero de este año su nombre apareció repetidamente en los medios de comunicación (El País, El Mundo, ABC, además de los periódicos vascos y leoneses), con motivo de dos exposiciones inauguradas en los museos San Telmo de San Sebastián y Bellas Artes de Bilbao para celebrar el cincuentenario del Grupo Gaur (1966); un colectivo de artistas vascos que decidieron luchar contra el aislamiento cultural en plena dictadura para recuperar el diálogo y la relación con la vanguardia internacional, y del que Arias fue uno de los promotores junto con Chillida, Oteiza, Basterrechea, Mendiburu, Balerdi, Sistiaga o Zumeta. Y por esas mismas fechas de finales de enero se abría también otra muestra titulada “Amable y Mendiburu, obra de los últimos años”, en la sala Kur de la capital donostiarra, donde se pudo visitar hasta hace pocos días. Las tres con gran éxito, por cierto.

Pues bien, cuando estos ecos no se han apagado todavía, su nombre vuelve a estar en candelero gracias a la publicación del libro Encantamiento y desencantamiento, un poemario que había ultimado en la primavera de 1978 y que alumbra ahora “editado cuidadosamente” por Maru Rizo, su compañera de tantos años y la persona que mejor conoce su obra y su discurrir vital.

Ciertamente Amable fue un personaje singular por muchos motivos. La vida no fue nada fácil para él, más bien una suma de penalidades a las que supo hacer frente con decisión, aprendizaje autodidacta y una imaginación desbordante. Los bembibrenses de entre los años cincuenta y setenta lo conocieron sobre todo por su faceta de pintor heterodoxo que rompía moldes con su estilo peculiar y sus cuadros; muchos de ellos pintados en su villa natal y alrededores cuando venía desde San Sebastián y pasaba largas temporadas aquí. El viejo café de Mero era su lugar preferido de tertulia, e incluso de trabajo, donde hacía dibujos de los “clientes habituales o de la gente que bajaba de la comarca”, como se recoge en la tesis doctoral que publicó sobre él Carmen Alonso Pimentel (1997). Por otra parte, son varias las familias de Bembibre, además del Museo Alto Bierzo, que conservan cuadros suyos de aquella época.

Menos conocida es, quizá, su obra escrita, a pesar de que el actual poemario hace el número cinco de sus libros tras La mano muerta (1980, reeditado en el 2012), Sobre el vaivén de las cortinas (2003), Sherezades (2005), Cuadernos experimentales de arte (2007) y una colaboración en el volumen colectivo 23, publicado en 1981, y en el que también participó el berciano Raúl Guerra Garrido. Todos ellos póstumos, salvo el primero y el colectivo.

Ilustración de Amable Arias

Volviendo a Encantamiento y desencantamiento que ahora nos ocupa, se trata de una recopilación amplia de textos inéditos y plurales transcritos y corregidos por Maru, quien refiere además en el prólogo los temas recurrentes en la obra de Amable: “la pobreza como dignidad, la religión como intento destructivo de la razón, Bembibre como arcón de metamorfosis, la libertad como empeño, el azar como zancadilla prodigiosa, el marxismo como teoría y práctica, yo -Maru- como tantas cosas, la codicia legalizada como hacedora de sufrimiento, el sexo como gozosa liviandad, el arte como espejo multiplicador o la noche como aproximación al yo”. Poemas llenos de personajes, de animales y de refranes que se tornan historias. De frescura, ironía, espontaneidad y humor profundo.

Se cierra el poemario, que está ilustrado con una veintena cumplida de dibujos de la serie Clamoxyl -medicamento que le hacía sentir a Amable “una especie de fantástico desvarío cuando lo tomaba”-, con un esclarecedor epílogo de Rogelio Blanco Martínez, quien fuera en su día Director General del Libro del Ministerio de Cultura, y buen conocedor de la obra poética y pictórica de Amable; que califica de “luminosa y delatora en tiempos tibios y lúgubres… voz heridora y vibrante, entrañable y humilde… que golpea a los aquietados para superar el aterimiento y la banalidad… y a los dominantes osa y lanza palabras como sal y dolor”.

Es cierto, en fin, que la trayectoria vital de Amable estuvo sembrada de asfixias y desgarrones; sin embargo, gracias a su espíritu crítico e indagador, y también terco y apasionado, supo caminar por la senda de la libertad y la esperanza, de la imaginación creadora, del que le incomoda la falsedad y el poder omnívoro y devorador. Arriero fue, asimismo, por los caminos del encanto y el desencanto.

Valga como broche este bello poema tomado del libro.

80. 149/

Te llevaré una flor con ciento un pétalos, todos de diferente color
quien tenga esa flor tendrá el paraíso en las manos.
Pero esta flor se encuentra a la orilla de un río en tierra firme y
hasta ahora sólo se han visto flores cercanas a la que te digo,
tenían sesenta pétalos y muchos de un mismo color.
Hay quien dice que cada pétalo promete salud amor amistad
otros han visto castillos de piedra transparente
o sueños de alegría libres del tiempo de trabajo
y otras muchas fantasías que te contaré.
No obstante, persigo la primera flor
y sólo creo en el primero de los dichos.

Añadir como cola, que este volumen de versos amétricos surgidos de las entrañas, “que conmueven, remueven y contaminan”, tiene 221 páginas y hace el número 11 de la Colección Seinne de la editorial leonesa Eolas. Disfrútelo el lector.

Jovino Andina

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