Cuentan las leyendas, que la génesis del paso por el puerto de Manzanal fue una vía natural aprovechada por los astures para adentrarse en las extensas llanuras de la Meseta Central. Una ruta sobre la que los romanos construyeron una calzada cuyas huellas pueden seguirse por Manzanal, Torre del Bierzo, Bembibre, San Román de Bembibre, Almázcara, San Miguel de las Dueñas o por cualquier otra población de la hoya berciana.
Vestigios jalonados por cicatrices abiertas en las peñas y en la tierra para levantar asentamientos o explotar los recursos auríferos; por signos lapidarios inhiestos a lo largo de la Vía Nova, como los miliarios de San Juan de Montealegre, Torre del Bierzo, Bembibre y Almázcara; por aras votivas, como la de Torre del Bierzo, hallada en el cerro de Los Castillos y dedicada a Júpiter, el dios supremo de la Triada Capitolina; y aunque en la actualidad se encuentra en paradero desconocido, la memoria de su existencia la recoge el arqueólogo Manuel Gómez Moreno en 1908, en su Catálogo Monumental de la Provincia de León; la de Bembibre, hoy en el Museo Alto Bierzo; o las de San Román de Bembibre, una en el Museo de los Caminos de Astorga y la otra en el interior de la iglesia parroquial. Restos materiales todos ellos de un proceso de romanización que rezuma historia y nos invita a conocer cada uno de los episodios que marcaron el pasado de esta tierra.
Hechos recogidos en crónicas que atesoran entre sus páginas la crisis del imperio romano, la irrupción de los suevos y visigodos en la península y la posterior conquista musulmana. Con los años, el hallazgo de los restos del Apóstol Santiago en el siglo IX, en Compostela, forjaron el devenir de una nueva era, que ni la sucesión de derrotas y victorias logró cambiar. Este hecho transcendental es el origen de la principal arteria de comunicación entre Europa y España. Una ruta ancestral hollada por cientos y cientos de peregrinos que se dirigían a Compostela a venerar las reliquias del Apóstol Mártir.
Documentándose el 21 de noviembre de 1044 la primera mención sobre el paso de peregrinos por el Camino de Manzanal, que se inscribe en una donación efectuada por el presbítero de Albares, Diego, “al monasterio de frailes o monjes que llaman de Albares, o a los peregrinos y huéspedes necesitados…”. A su vez, al siglo XII corresponde la representación iconográfica más antigua de Santiago el Mayor en la cuenca del Boeza, un relieve del Monasterio de San Miguel de las Dueñas en el que aparecen cincelados los apóstoles: Santiago Peregrino, San Juan y San Pedro.
Indicar, por otra parte, que la perdurabilidad en el tiempo del trazado del Camino de Peregrinación a Santiago por el Puerto de Manzanal se mantuvo prácticamente inalterado hasta el último tercio del siglo XVIII. Trocando su destino la construcción del Camino Real a La Coruña ordenada por el rey Carlos IV (1759-1788), que lo transformó en la principal vía de comunicación con Galicia. Haciéndose cargo por entonces de los trabajos realizados en el periodo 1767-1769, en el tramo de Manzanal a Bembibre, el ingeniero Carlos Lemaur, que introdujo varias modificaciones en el mismo. Lo que se colige de la Concordia del Valle de Cerezal, rubricada en 1788 por los concejos de Torre, Santa Marina y Albares para el aprovechamiento de sus recursos naturales. Mencionando en uno de sus capítulos, que por la cuenca del río Tremor, “el camino real antiguo esta olvidado, y sin uso, despues que se construio el nuevo de orden de S. M”.
VIAJEROS DE OTROS TIEMPOS Por esta ruta han transitado personas procedentes en su mayor parte del territorio peninsular, a las que habría que añadir las de diferentes países europeos. Desplazamientos motivados fundamentalmente por cuestiones comerciales, religiosas, militares, diplomáticas, políticas, científicas, áulicas, etc. Un claro ejemplo de ello es la seriación cronológica que se expone a continuación y en la que se alude a algunos de los ilustres viajeros que optaron por seguir este arcaico derrotero:
. Pedro Álvarez Osorio. I Conde de Lemos, que, en 1467, en el transcurso de la Revolución Irmandiña, huye de Ponferrada con dirección a Bembibre para escapar de los insurrectos. Pero como reseña el escritor cacabelense Fermín López Costero en su opúsculo: La Revolución Irmandiña en el Bierzo. Cuando los gorriones corrieron tras los halcones:
“Álvaro Sánchez, al percatarse de la maniobra, salió en su persecución y logró alcanzarlo a la altura de Bembibre. Se produjo entonces un enfrentamiento, pero el de Arganza sólo consiguió causar algunas bajas entre los soldados que acompañaban al de Lemos, que, finalmente, pudo desembarazarse de sus perseguidores y proseguir su marcha, dirigiéndose al castillo de Luna”.
. Charles Howard. I Conde de Nottingham, que se desplaza a España en 1605 para la ratificación del Tratado de Londres por Felipe III (1598-1621), haciendo escala en La Coruña. El viernes, 13 de mayo, la delegación diplomática integrada por más de 650 personas parte de la ciudad para ir a Betanzos; el sábado llegan a Villalba; el domingo a Lugo; el lunes a Triacastela; el martes al Cebrero; y el miércoles a Villafranca del Bierzo, donde descansan.
“Y al día siguiente (jueves, 19 de mayo), pasando por Congosto, llegaron a Bembibre, donde se hospedó el Almirante en un castillo del Conde de Alba de Liste, muy viejo y miserable. El pueblo era también tan pobre, que a duras penas pudo hallarse cabida para tan numerosa compañía”.
Otro de los anales de este viaje subraya que Bembibre, “es una hermosa localidad enclavada en un valle, con buenas comunicaciones, aunque sumamente pobre, hasta tal punto que media compañía se quedó sin alojamiento. El Conde de Nottingham se aposentó en el castillo del Conde de Alba de Aliste, que no causó en los ingleses más admiración, que la sorpresa de encontrarse colgado en la entrada un oso que había sido cazado en las montañas cercanas”.
“La jornada del viernes fue hasta Astorga, ciudad murada y con muchas iglesias, entre ellas una catedral, dos conventos de monjas y dos de frailes. El recibimiento que dispensó la ciudad a los ingleses fue análogo al de Lugo, arcos de flores, colgaduras y música en las calles del tránsito”.
. Mariana de Neoburgo. Reina de España (1689-1700), segunda esposa de Carlos II (1661-1700), que el 26 de marzo de 1690 desembarca en la bahía gallega de Mugardos, en la ría de El Ferrol (La Coruña). La soberana en agradecimiento a haber sobrevivido a tan accidentada travesía visitó la tumba del Apóstol Santiago el 15 de abril; para proseguir hacia Lugo, Villafranca del Bierzo y Ponferrada.
El martes, 25 de abril, Mariana dejaba Ponferrada por la vieja calzada romana que cruza el Montearenas con dirección a San Miguel de las Dueñas, Almázcara y San Román de Bembibre. La crónica relata que “hizo su Magestad noche en Membibre, donde fue recibida con dos danças, luzidas luminarias, y otros entretenimientos”.
Salieron a esperarla a extramuros de la población una comitiva integrada por los oficiales del Ayuntamiento de Bembibre y su Tierra y una delegación de sacerdotes de los arciprestazgos de Boeza y Cepeda; a la que seguía un elevado número de personas de la localidad y sus alrededores. En la mañana del 26 de abril, “oyó la Reyna nuestra Señora Misa, como los antecedentes días, y pasó a comer a Monte Alegre, y a hacer noche a Astorga…”.
. Gaspar Melchor de Jovellanos. Escritor y jurista asturiano que viajó por la provincia de León en el año 1792. El 16 de junio está en Astorga, ciudad que abandona para encaminarse a Manzanal, donde “hay un mesón nuevo que parece bueno; todo el resto despoblado y sin cultivo; a la legua hay una venta mala, y a las dos el lugarcillo de La Torre, y allí las desdichadas herrerías que hizo el mismo Lemaur, hoy casi en ruinas. Están a la salida del lugar, a cierta distancia; a la entrada del mismo, un puente por donde pasa el río que las abastece, que viene de las alturas, por la derecha del camino, y sigue luego por la izquierda, casi siempre paralelo con él; este río se llama Bueza o Boeza.
Cerca de Bembibre, otro puente sobre el mismo, ya en la vega, que a las inmediaciones del pueblo es frondosa y muy cultivada. El principal fruto, ahora pendiente, son pimientos. Desde el camino, y en una altura más allá de Bembibre, se descubren las ruinas de un antiguo castillo, y en el pueblo otra fortaleza, también arruinada. Mesón nuevo, aún no habitado ni acabado de construir; es harto grande y cómodo, aunque no me pareció bien construido…
Tan sólo unos días más tarde, el 21 de junio, el ilustrado escritor vuelve sobre sus pasos, iniciando en San Miguel de la Dueñas el viaje de regreso, desde donde contempla el convento de la Peña. Para continuar hacia Almázcara, San Román y Bembibre, deteniéndose a “almorzar en la venta de San Anton” y haciendo parada al mediodía “en Manzanal: mesón nuevo, no habitado aún hasta que venga Carrasco. Malísimo hospedaje antiguo”.
. Robert Southey. Poeta británico que estuvo en la Península Ibérica en 1795 y refiere en una de sus epístolas como es el trayecto que desde Ponferrada le lleva a Astorga:
“Nuestra ruta atraviesa un fértil valle hasta después de Bembibre, donde encontramos una de las mejores posadas del camino. Nos detuvimos en el pueblo de Torre, lugar encantador y agreste, cuyo vino no deja de recordar al Borgoña. Desde allí comenzamos la subida a Manzanal”.
. Alexander von Humboldt. Científico y naturalista alemán que visitó España en 1799 y en su periplo de Madrid a La Coruña pasó por Astorga con dirección al Puerto de Manzanal, que describe como:
“Unas montañas de 5 millas de longitud con románticas quebradas (…). Del puerto del Manzanal se desciende por Bembibre (313 toesas) al angosto valle de Villafranca”.
. Richard Ford. Escritor inglés que al salir de Astorga el 11 de junio de 1832 reseña que:
“Subimos por una comarca montañosa y cubierta de brezos hasta Manzanal, y entramos en El Bierzo, la Suiza de León”.
. George Borrow. Ensayista británico que al cruzar el puerto de Manzanal en 1837 y descender hacia el Bierzo, hechizado por la belleza del paisaje de la vega del Boeza expresa con gran admiración:
“…Y tengo para mí que el hombre nacido en aquellos valles, a no ser muy insaciable y turbulento, no querrá abandonarlos jamás. En aquellas horas no hubiera ambicionado yo mejor destino que el de ser pastor o cazador en las praderas o en las montañas de Bembibre…”.
. Isabel II. Reina de España (1833-1868) que, en 1858, en el transcurso del Año Santo Jacobeo, se dirige a Santiago de Compostela acompañada de su esposo, Francisco de Asís Borbón (1846-1868) y de sus dos hijos: el príncipe de Asturias, Alfonso y la infanta Isabel Francisca. Atravesando en el mes de septiembre por las poblaciones de Manzanal del Puerto, Torre del Bierzo y Bembibre, donde fueron recibidos por las autoridades de la villa y hospedados en el Mesón Real.
PEREGRINOS DE LA CUENCA DEL BOEZA
Pero además de estas personalidades, vinculadas de una u otra forma a la ruta de Manzanal, el estudio: El Camino de Santiago en el siglo XIX, publicado en 1999 por la escritora italiana afincada en Galicia, Carmen Pugliese, con motivo del XACOBE´O99, nos permite profundizar en el conocimiento de quienes peregrinaban a Compostela desde la cuenca del Boeza.
Del análisis de dicha obra se desprende que 49 personas del Bierzo Alto (25 varones y 24 mujeres) peregrinan a Compostela entre los años 1829 y 1882, siendo acogidas en el Hospital Real de Santiago, para ser tratadas de alguna dolencia. Peregrinos procedentes de las localidades de Bembibre (16), Villaverde de los Cestos (8), San Román de Bembibre (7), Castropodame (4), Congosto (3), San Esteban del Toral (3), Cerezal (2), Albares (1), Matachana (1), Noceda (1), Robledo (1), Tremor de Abajo (1) y El Valle de Tedejo (1).
Al mismo tiempo, dos de estas personas realizan el camino tres veces, como el vecino de Bembibre, José Fresco (1861, 1864 y 1875); o la vecina de Villaverde de los Cestos, Petra Rodríguez (1866, 1868 y 1869). En dos ocasiones lo hace a su vez el vecino de San Esteban del Toral, Tomás Olano (1868 y 1869). Correspondiendo el mayor número de desplazamientos a Santiago de Compostela a los años 1865 (8), 1864 (6) y 1868 (6).
Manuel I. Olano Pastor