De todos es sabido que el paso del tiempo teje un manto de silencio sobre nuestro pasado y que la constancia y la prudencia que nos inculcó la musa de la historia, Clío, hace que intentemos quebrar la damnatio memoriae que ha abocado al olvido las huellas perceptibles de quienes nos precedieron en el tiempo. Es entonces, si, solo entonces, cuando comienza a escribirse la historia de esta tierra sobre los testimonios estructurales y materiales que poco a poco emergen a la luz. Una valiosa aportación para hilvanar los primeros capítulos fueron los útiles del paleolítico descubiertos en Bembibre, Congosto, Noceda y San Román de Bembibre; como también lo es hoy, el ídolo de Valdalveiro, objeto de la presente investigación, hallado en 1980, en un altozano situado a unos 850 m de altitud, al norte de la localidad de Folgoso de la Ribera (León), en la margen derecha del río Boeza. Y en cuyo comedio se alza el Castro de La Olla, un yacimiento prerromano con un horizonte cultural del Hierro II, emplazado estratégicamente en un cerro elevado, que controla el paso río arriba y la vega que se abre a sus pies.
Esta representación de bulto redondo fue donada al Museo Alto Bierzo de Bembibre, en 1987 y catalogada en un primer momento como un mazo o maza de la Cultura Castreña. Años después, sería sometida a un nuevo estudio morfológico, petrográfico y hemerográfico, que se compaginó con el trabajo de campo en el entorno topográfico en que apareció y el asesoramiento y colaboración de un equipo multidisciplinar de varias universidades y museos, buscando conocer más en profundidad este tipo de materiales mobiliares. De las conclusiones de dicha investigación se deduce que la prístina asignación inicial carece de fundamento, en principio por haber sido ejecutada sobre arenisca cuarcífera, una materia prima endeble y extremadamente frágil; particularidad en la que incide asimismo el experto en arte megalítico de La Coruña, Manuel Lestón, coautor del libro: El dolmen de Dombate, al manifestar “que no puede ser una maza, al tratarse de una pieza de arenisca blanda, que se rompe con facilidad, de hecho la parte lateral inferior presenta una fractura y la parte posterior es lisa…”.
Por otra parte, debido a la simpleza del artefacto y a la situación casi central de las escotaduras realizadas, se ha planteado la hipótesis de que pudiera ser un peso o contrapeso de la cubierta de una vivienda o de un telar. Sin embargo, al haber sido descubierto en una colina sin registro arqueológico conocido y distar unos 300 m del yacimiento doméstico del Castro de la Olla, nos lleva a esbozar un uso diferente para el mismo. Lo que se colige del parecido formal con algunas manifestaciones iconográficas vinculadas a otros yacimientos neolíticos, como pueden ser cantos rodados, trabajados o sin trabajar y a los que se les confiere por su situación contextual un cierto halo cultual, fetichista e ideográfico.
De la misma forma, el análisis y cotejo de las fuentes de bibliografía arqueológica consultadas inducen a pensar que estamos ante un objeto idiliforme con atribuciones simbólicas. Pormenores que se infieren igualmente de la lectura morfológica y descriptiva del soporte de Valdalveiro, que es prácticamente idéntica a la de determinadas representaciones de bulto redondo del mundo megalítico. Partiendo de estas razones, podemos argumentar que el artefacto hallado en Valdalveiro “es un ídolo de sección ovoide y espesor reducido, que presenta dos hendiduras laterales en la parte superior”. La materia prima en que ha sido perfilado es arenisca; con unas medidas aproximadas de: 27,5 cm de alto; 17 cm de ancho; y 10 cm de grosor; y un peso de 3,621 kg.
Curiosamente, desde el punto de vista formal e iconográfico se asemeja bastante a los ídolos tipo El Garcel (Anta, Almería) y a los guijarros tipo Argalo (Noia, La Coruña), fabricados sobre soportes ovales con acanaladuras incisas en su parte media o superior; al igual que a los idolillos megalíticos que aparecen al inicio del corredor de acceso de algunos dólmenes gallegos, como por ejemplo El dolmen de Dombate (La Coruña). Al tratarse de una pieza vinculada a contextos funerarios, es probable que el ídolo de Valdalveiro esté en relación con el hábitat del Castro de la Olla.
La descripción y estudio de la pieza de Folgoso de la Ribera se complementa con la de los ídolos de Noceda y Villafranca del Bierzo, de sección oval, que exteriorizan por ambas caras figuraciones esquemáticas, dotadas de atributos de carácter femenino y masculino, en clara alusión a un ritual de la fecundidad. La perforación que estos soportes pétreos muestran en la parte superior central, parece indicar que permanecían colgados en un espacio sacro concreto, por creer que simbolizan la omnipresencia de la divinidad (en el amuleto de Noceda) y que estaban impregnados de un nimbo de protección fetichista y de cierto poder taumatúrgico.
El ídolo de Noceda, depositado en la actualidad en el Museo Arqueológico Nacional, fue analizado en 1971 por el profesor Almagro, que lo situó cronológicamente en el segundo milenio a. C. Se labró sobre un soporte granítico y posee unas medidas de: 22,6 cm de alto y 19,7 cm de ancho. A su vez, el ídolo de Villafranca, ha sido estudiado recientemente por el prehistoriador de la universidad de León, Carlos Fernández Rodríguez, que lo enmarca en el periodo calcolítico. Esta pieza se grabó en cuarcita y mide 20 cm de alto y 17,4 cm de ancho; y pesa 5,400 kg.
Con respecto al ídolo de Valdalveiro, es difícil trazar un encuadre cíclico concreto, debido primordialmente a la inexistencia de prospecciones arqueológicas en la demarcación territorial en que se produjo el hallazgo. Sin embargo, partiendo del análisis de un enterramiento calcolítico con ajuar metálico (cinco puntas palmela y una espada con la empuñadura de oro), localizado en 1990, en Santibáñez del Toral (Bembibre), población no muy distante de la de Folgoso de la Ribera, podríamos aventurar para las comunidades que habitaban esta cuenca, unos límites cronológicos que irían del Calcolítico a la Edad del Bronce. Límites que en un futuro inmediato la investigación se atreverá a franquear al profundizar en el conocimiento de estos asentamientos protohistóricos, fijando con mayor precisión su datación cronología.
Por último, expresar nuestro agradecimiento a las personas e instituciones que con su apoyo han hecho posible la consumación de este proyecto; reconocimiento que hacemos extensivo a los Museos de Noceda y de Villafranca del Bierzo, que han tenido la gentileza de cedernos las réplicas de los ídolos pertenecientes a sus fondos permanentes; y a la Asociación Mineralógica “Aragonito Azul” por la realización del análisis petrográfico del ídolo de Valdalveiro.