“El baile del fuego” la nueva novela de Carlos Fidalgo que mezcla intriga vertiginosa y pasión con personajes históricos como Sinatra, Ava Gardner o Dalí y otros de ficción

Portada de El baile del fuego

Amalia Quiroga interpreta un fragmento de El amor brujo en el piano de cola del Club Lyceum en la Casa de las Siete Chimeneas, y a Vicente Yebra, un aspirante a fotorreportero del que es mejor no fiarse, se le rompen todos los esquemas. Nunca ha visto a una mujer al piano. Nunca ha contemplado a nadie tocando una pieza con tanta energía. Y nunca se hubiera imaginado que esa noche, a punto de asistir a un recital de Lorca, iba a ser el comienzo de una historia de amor insólita.

El baile del fuego es una intriga vertiginosa, una pasión que nace con un beso súbito, se queda en suspenso durante la guerra civil, y reaparece en un local canalla de la Gran Vía de Madrid frecuentado por estrellas de cine y toreros, y donde aún resuena el eco de una sirena como las que imaginaba Álvaro Cunqueiro.

Relato romántico, novela histórica y cuento largo de fantasmas, está ambientada entre 1935 y 1953. Recorre algunos de los lugares más reconocibles de la capital de España, desde el mítico Chicote y el viejo Hotel Florida, al edificio de la Telefónica, el palacio Zabálburu incautado durante la guerra, los elegantes salones del Ritz, el vetusto café Barbieri y la misteriosa calle de los Tres Peces en Lavapiés.

Junto a los personajes de ficción, la trama entrelaza las peripecias de personas reales; desde el amor imposible de Federico García Lorca y Salvador Dalí, al enfrentamiento de Rafael Alberti y María Teresa León con Miguel Hernández; desde el bombardeo del Hotel Florida, donde Hemingway discute con Dos Passos, y la amenaza que se cierne sobre la corresponsal de guerra Virginia Cowles durante el asedio de la ciudad, al triángulo de lujuria y celos de Ava Gardner, Luis Miguel Dominguín y Frank Sinatra en las noches largas del Madrid de principios de los años cincuenta.

Fidalgo también traslada al lector al bosque ‘animado’ de Esmelle y la ciudad de la catedral arrodillada que es Mondoñedo, un paisaje onírico al que Vicente llega en busca de Amalia, cuando acaba la guerra y después de anticipar sucesos como el accidente ferroviario de Torre del Bierzo, la mayor tragedia de la historia de los ferrocarriles españoles con cien muertos.

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