Bercianoleonesa de nacimiento, adolescencia y juventud -Ponferrada la vio nacer; Bembibre, donde vivía su familia, crecer y corretear; y León, cursar Magisterio-, Ángela Merayo, que reside en Cataluña desde hace cuatro décadas, donde estudió Pintura, Recubrimientos murales y Grabado, y donde ha creado su extensa e importante obra, expone su nueva serie de cuadros, hasta el 23 de diciembre, en el Centro Cultural Caja España de Ponferrada.
Una muestra integrada por una treintena larga de lienzos dedicados “A la Música”, inspirados y referenciados, entre otros, en la música de compositores tan significativos como Schubert y Vivaldi, y en poemas de Goethe y Schiller: “La trucha”, “La muerte y la doncella”, “Las cuatro estaciones”, “Margarita en la rueca” o “Los dioses griegos”.
Cuadros que son algo así como metáforas plásticas en que la batuta se ha tornado pincel, y la partitura, lienzo o collage; alumbrando una rica variedad de motivos alegórico-lírico-musicales, que encandilan al espectador. Danzantes vaporosos que escapan al espiral de la parca. Batutas que dibujan melodías en el aire. Flautas fabuladoras de leyenda y ensueño. Arpas cuyos sones embelesan a los poetas. Notas musicales que eclosionan fantasía y fulgor.
Y todo enmarcado en una atmósfera de equilibrio y sutileza, donde las texturas, la mezcla de colores, lo figurativo y lo abstracto se combinan y diluyen de forma armoniosa, sugerente y seductora, que todos ellos son matices definidores del estilo de esta infatigable creadora de mundos plásticos.
Ángela Merayo tiene en su haber una acreditada carrera como pintora y escultora, habiendo expuesto en numerosas ciudades españolas y diversos países extranjeros: Alemania, Suecia, Andorra, Bélgica, Italia, Francia y Japón. Paralela a esta exposición suya en Ponferrada, se celebra en Gerona, durante el mes de diciembre, una muestra de Artistas Japoneses Contemporáneos, de la cual es comisaria.
Y antes de concluir esta reseña, dos opiniones preciadas, tomadas de dos ilustres escritores leoneses: “Ha venido ejerciendo su vocación con una exigencia rigurosa, con la conciencia de que el arte es una lucha con uno mismo para eludir tanto los amaneramientos y las conformidades como los mimetismos desdibujadores de la propia personalidad. Su arte busca lo auténtico, lo propio…” asegura Ramón Carnicer en un díptico de la exposición “Xacobeo ‘93”. Y cinco años después era Victoriano Crémer quien con ocasión de la titulada “Años 90” escribía: “Alguien al encontrarse ante la pintura de Ángela Merayo creyó advertir en ella, en su pintura, una misteriosa seducción entre comunicador y confidente… Es una pintura lírica y activa, que, como agua lustral, penetra despaciosa en el espíritu y acaba por ocuparle y transirle de emoción”.
En fin. Merece la pena hacer una pausa en el preámbulo navideño, para acercarse a disfrutar del encanto de esta interesante exposición homenaje a la música. Que es de buen tono, destila lirismo y suscita emoción.
Jovino Andina Yanes