El museo presenta una pieza donada por la familia de Rivera Merayo – Biografía

El Museo Alto Bierzo presentó como pieza del mes de noviembre un terno del s. XVIII, compuesto por casulla, estola, manípulo y bolsa de corporales, confeccionado en algodón y lino, con bordados polícromos. Esta pieza, procedente del Palacio de Orallo, fue donada al museo por la familia del conocido periodista Victorino Rivera Merayo (Adela y Mª Luz Rodríguez Fernández, José Ángel Francisco y Mari Luz Rivera Rodríguez), del que a continuación les ofrecemos una pequeña biografía.


RIVERA MERAYO, Victorino. Bembibre (León), 29.II.1916 -San Miguel de las Dueñas (Congosto), 21.III.2002. Agente comercial, locutor radiofónico y periodista.

Es hijo de Pedro Rivera Vázquez, oriundo de Albares de la Ribera (Torre del Bierzo) y de Rosalía Merayo Garrote, convecina de Bembibre. Sus abuelos paternos fueron Domingo Rivera Arias y Dolores Vázquez Martínez, de Albares de la Ribera. Siendo sus abuelos maternos Francisco Merayo Rodríguez y Ángela Garrote, originarios de Bembibre y Viloria (Castropodame).

Contrajo esponsales el 26 de junio de 1944 en Puebla del Caramiñal (La Coruña) con Luz Rodríguez Fernández, natural de Orallo (Villablino) e hija de Francisco Rodríguez Fernández, médico cirujano del valle de Laciana y de Mª Antonia Fernández Alfonso. Sus abuelos paternos fueron Nicolás Rodríguez, diputado provincial de Asturias y Ramona Fernández Rubio. Siendo sus abuelos maternos Juan Antonio Fernández Lorenzana, despensero mayor del rey Alfonso XII y Salomé Alfonso Valcarce. Naciendo de esta unión tres hijos: José Ángel, Francisco y Mari Luz Rivera Rodríguez.

La infancia y adolescencia de Rivera transcurre en el barrio más emblemático de Bembibre, La Villavieja, formándose en las escuelas del Palacio. Con el paso del tiempo su figura se diluye en las secuelas de una guerra fratricida que asoló España…Luego vendrían la marginación, el olvido y la desesperanza, a todo ello se sobrepone y sus anhelos de superación hicieron que la semilla de la esperanza volviera a echar raíces en su corazón.

Es entonces cuando decide regresar a su villa natal y enfrentarse a ese destino adverso. Y aunque sus comienzos fueron difíciles y desalentadores, no por ello se amedrentó, encargándose por entonces de la administración del Bar Avenida, en el pujante Barrio de La Estación de Bembibre y a desempeñar labores de agente comercial de varias firmas y sociedades (Castilla-Rienda, Tejidos Reig, Publicidad Envi, Movierecord, Revista Triunfo…). Actividad profesional que desarrolla en El Bierzo y comarcas aledañas, lo que le permite conocer de primera mano la realidad social y económica de la provincia.

Debido a su afición por el deporte del balompié, hizo del Bar Avenida el lugar de encuentro de aficionados y jugadores. Allí tuvo lugar en 1948 la reunión en la que, tras decidir inscribir de nuevo a la Gimnástica Bembibrense en la Federación, con la intención de regresar a las competiciones oficiales, en las que no participaba desde que la guerra civil segara la vida de varios de sus jugadores, se acordó dar al equipo la denominación actual de Atlético Bembibre. Rivera formaría parte de su junta directiva e incluso llegaría a asumir la presidencia. Además, en su establecimiento de la avenida Susana González “instauró el primer juego de azar de las quinielas deportivas de la villa del Boeza”.

Su vinculación con el mundo del periodismo se produce por esas calendas, tras la publicación de un artículo en el semanario ponferradino Promesa. Y a partir de ese momento sus reportajes fueron copando las páginas de diferentes rotativos (Diario de León, Faro de Vigo, Norte de Castilla, Aquiana, Agencia Mancheta…). Esa faceta de reportero que ya nunca le abandonaría, la compagina desde 1964 con sus “crónicas de corresponsal en Bembibre de Radio Juventud de Ponferrada”. Ocupaciones que a la postre le convertirían en nuestro principal embajador en El Bierzo y a su peculiar “desde Bembibre les informó como siempre Rivera Merayo”, en la divisa más especial de los radioyentes.

Rivera, fue sin duda, quien mejor entendió el mensaje de Bembibre y sus gentes, sus necesidades más apremiantes y los resortes de su progreso y modernización, por eso sus artículos periodísticos y sus intervenciones radiofónicas estaban impregnadas de un cierto halo de voluntad popular. Y aunque a veces sus observaciones no eran valoradas en su justa medida, con el paso del tiempo terminarían por hacerse realidad. 

Así, en sus crónicas del año 1976 planteaba una reorganización del Festival Nacional de Exaltación del Botillo (para dotarle de una mayor notoriedad), haciendo extensiva la degustación gastronómica a otros restaurantes de Bembibre (debido a la limitada capacidad del Dancing Club); y a trasladar el certamen cultural “a una de las dos salas de proyección existentes en el Cine Gago o el Cinema Paz”. Rivera introdujo además, en 1989, el término de “Sábado Botillero”, para definir el programa de actos de la celebración primordial.

Su dilatada trayectoria informativa sería reconocida por el Ayuntamiento de Bembibre el 14 de mayo de 1993 (en un acto organizado conjuntamente con Radio Nacional de España en Ponferrada), que concedió a Victorino Rivera Merayo el título de “Cronista Honorario de la Villa de Bembibre”.

Pero todo llega a su fin y un 22 de abril del mítico 2000 pierde a su entrañable Luz y a partir de ese instante algo languidece en su alma y la vida de aquel hombre que tanto cariño profesó a la tierra que le vio nacer y que hizo de la destreza de su pluma y del arte de su oratoria un medio para darla a conocer y engrandecerla, se apaga un 21 de marzo de 2002, a los 86 años de edad.

Hoy, el recuerdo de su memoria permanece inalterable al paso del tiempo porque el numen que tejió su destino nunca abandonó esta villa e hizo de Victorino Rivera Merayo, su hijo predilecto…

M. I. Olano Pastor

 

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