La Semana Santa en Bembibre

Procesión del Santo Entierro en la década de los 50
Procesión del Santo Entierro en la década de los 50

La escenificación de la Pasión de Jesucristo viene celebrándose en Bembibre desde el s. XVI, siendo organizada en aquel tiempo por varias fratrías, y hoy por la Cofradía de los Hermanos del Santo, heredera de la otrora hermandad de la Santa Resurrección y Vera Cruz. Es tal la devoción que aquí se profesa al Santo Ecce Homo y el poder milagroso que se le atribuye, que los padres inscriben a sus hijos al nacer como “Hermanos del Santo”, con la prerrogativa que supone recibir en su Santuario determinados sacramentos.

Sanjuanín encabezando la procesión a finales de la década de los 40Los cofrades que van ataviados con una sencilla túnica morada que lleva una cruz blanca sobrepuesta a la altura del pecho, el cíngulo que la ciñe es blanco y el capillo que cubre el rostro es también morado. Color que revela su antigüedad y que simboliza dolor y esperanza en la Resurrección.

En lo que respecta a los oficios litúrgicos, aquellos que tienen lugar en la Iglesia de San Pedro, se ven arropados con desfiles procesionales donde los protagonistas indiscutibles son los pasos, con una imaginería de calidad como el Jesús Nazareno del paso de la Verónica (una buena composición del s. XVII), el Cristo yacente de la Urna (excelente representación del s. XVII), la Virgen de los Dolores (talla de vestir del s. XVIII), San Juan Evangelista (al que entrañablemente se le llama San Juanín, de 1864), y la Oración del Huerto de los Olivos (que es un grupo escultórico al que los bembibrenses le han dado la titulación oficiosa de “Los Durmientes”, y que realiza en 1885 el artista vallisoletano Nicolás Capellán).

 

El Domingo de Ramos es el preludio de la Semana Santa, con la bendición de los ramos en el Santuario del Ecce Homo, comenzando las jornadas penitenciales propiamente dichas el Miércoles Santo, con el Pregón de Semana Santa y la tradicional procesión de la Bajada de los Pasos del Santuario a la Parroquial, en esa especial alianza que tienen ambos templos en todas las manifestaciones de religiosidad popular.

El Jueves Santo tiene lugar la procesión del Santo Cristo de la Agonía, al que acompañan en comitiva los pasos de Los Durmientes y La Verónica, que en verdad resulta un acto imponente y conmovedor que incita a la piedad.

Cristo de la Agonía o de los Faroles. Década de 1970El Viernes Santo constituye el momento álgido que envuelve a toda la villa. De recogimiento y solemnidad para unos, y de fiesta y tradición para otros. Por la mañana, se reza el solemne Vía Crucis por las evocadoras calles de La Villavieja con las efigies del Santo Cristo de la Agonía y de la Virgen de los Dolores. Y, ya por la tarde, se celebra la soberbia procesión del Santo Entierro, que parte de la Iglesia Parroquial y discurre por la calle Castilla para llegar al Santuario del Ecce Homo. Los cofrades portan a hombros los pasos del Judío Trompetero, San Juanín, los Azotes (que es como se conoce el grupo de la Flagelación), los Durmientes, la Verónica, el Santo Cristo de la Agonía, la Piedad, la Urna, con el cuerpo exánime de Jesús, y la Virgen de los Dolores. 

Una costumbre heredada es que en este día se invite a los nazarenos que portan y bailan los pasos a un refrigero y a limonada, en agradecimiento al esfuerzo por mantener viva una de las tradiciones más enraizadas, para contemplación de la gente que acude a ver las procesiones.

El Sábado Santo, ya entrada la noche, se va en peregrinación del Santuario a la Parroquia, rindiéndose pleitesía a la Virgen de los Dolores, que llevan un grupo de mujeres devotas a las que dan escolta otros fieles ofrecidos que llevan una vela encendida en señal  de ofrecimiento o promesa, rezándose durante el trayecto.

El Domingo de Resurrección, que era el día grande de Resurrección, los hombres salen del Santuario con las efigies de San Juanín y Jesús Resucitado y las mujeres, por su parte, salen de la Iglesia con la Virgen de los Dolores, teniendo lugar el encuentro en la plaza de Petrina, donde se le quitan a la Virgen las vestiduras negras de luto y se le ponen otras blancas que hacen patente el júbilo que se vive en esta jornada. Y desde aquí se va en comitiva a la Iglesia.

Ya como cierre, el Domingo de la Octava de Resurrección, en el que regresan al Santuario las esculturas de San Juanín, Jesús Resucitado y la Virgen de los Dolores.

Manuel Olano Pastor

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