En el Zofreral de Cobrana

Por segundo año consecutivo, el alcornocal, esto es, el Zofreral de Cobrana acogió en su regazo de naturaleza y lírica el II Encuentro de poetas, bajo las ramas acariciadoras de los árboles sagrados, en medio de un paisaje que ya forma parte de nuestra memoria, de nuestra memoria afectiva, esa que sella el saber en la sangre fluida de las emociones.

Si el pasado año disfrutamos con la presencia del Premio Nacional de Poesía, nuestro entrañable amigo y paisano Juan Carlos Mestre (que ahora anda por el sur de Francia), este año hemos tenido la ocasión de ver y escuchar a otros y otras grandes de la poesía, como nuestra querida amiga y paisana Pilar Blanco, que nos deleitó, con sus versos marinos, de bruma y salinas, tiempo y azul, sobre todo a otras, porque a excepción de Aarón García Peña y Ricardo Virtanen, todas las participantes en el acto eran mujeres, de altos vuelos, claro está, principiando por la ya citada bembibrense, Pilar, inspirada por la luz y la mar mágicas del Mediterráneo hasta llegar a Juana Vázquez. 

Aarón, que llegó apresurado al encuentro (y además se sentó a mi lado antes de intervenir) resultó ser un fenómeno, o sea, con una gran fuerza y muy cercano. Confieso que ni siquiera había oído antes hablar de él. A partir de ahora lo tendré en cuenta. En cuanto a Ricardo Virtanen, me apetece decir que es un experto danzarín de origen finés, músico, profesor y poeta-antólogo que tuvo a bien obsequiarnos con su presencia en el útero de Gistredo el pasado año, y con quien compartí asimismo algún maravilloso día en Priego, Cuenca.

También me encantó volver a ver a Guadalupe Grande recitando, a la sombra del “Zofreral”, esos poemas que uno se le clavan en las entrañas, como el que le dedicara a su madre o el que le rindiera a ese tipo que salvó a varios centenares de judíos de los campos de concentración. Me toca de lleno, tanto un tema como el otro, y además Gudalupe Grande, que estuvo hace un tiempo en Tardes de Autor/a en Bembibre, lo hizo con maestría, ritmo, elegancia y profundidad… de campo, como buena discípula que es, suponemos, de Mestre. Y no en vano su padre, Félix, también lleva en las venas los ritmos flamenco-poéticos.     

Cecilia Quílez y Sara R. Gallardo completarón el cartel de lujo. A Cecilia, aparte de saludarla en el facebook, había tenido la ocasión de escucharla recitar en León, con motivo de la Feria del libro. Y espero verla de nuevo en Busmayor (el Busmayedo). Quílez, aunque gaditana como Alberti, luce acento norteño. Y de Sara decir que es una joven promesa berciana, hecha ya realidad, una chica con gran futuro poético, con un futuro espléndido (en breve se irá a Dublín, y luego a las Alemanias, con una Erasmus), una chavala que posee la fuerza de las diosas, una voz poderosa, cuyos versos resultan esclarecedores -a Arón también lo dejaron cautivado-, “ellas consuelan/ellos copulan/El amor es duro/ cuando tienes que empezar por el principio:/ aprender a decir amar” (véase su blog: retalesdetormenta).

Aparte de felicitar a las y los poetas, quiero darle la enhorabuena a los organizadores del evento: César, Tomás y a mi tocayo Manolín (otro fenómeno de la naturaleza, extraordinario), y en especial a Fabian, el presentador, que todos los años nos recibe en su casa con hospitalidad y buenas viandas. Salud.

Manuel Cuenya

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