La soga, este viernes en los ciclos de cine del Benevivere

Fotograma de La soga, con James Stewart al fondo
Fotograma de La soga, con James Stewart al fondo

El ciclo de cine dedicado al maestro del suspense, Alfred Hitchcock, nos ofrece este viernes a las 20:15 horas La soga, una producción de 1948 protagonizada por James Stewart. No se pierdan la reseña de Manuel Cuenya, en la que nos desvela algunos aspectos importantes sobre el rodaje de este film, que nos permitirá ver la película con una nueva perspectiva.
 
La soga o El asesinato como una de las bellas artes (léase la obra del opiómano y filósofo Thomas De Quincey). El  crimen perfecto o casi. Característica obsesión y/o motivo recurrente en el cine de Hitchcock. No hay asesinato perfecto si alguien se encarga de tirar de la soga, de la cuerda, de la manta. No obstante, los protas de La soga están convencidos de que, gracias a su elevado nivel intelectual y estimulados por las teorías de su profesor acerca del superhombre nietzscheano, lograrán ejecutar un plan perfecto, sin que nadie pueda descubrirlo. Una vez más, Hitchcock nos somete como espectadores a una prueba de fuego, con la consiguiente tensión y suspense: ¿alguien conseguirá desentrañar el entuerto?
 
La soga (en su versión original titulada Rope) se basa en un hecho real, el asesinato de un hombre a manos de dos compinchitos, convertida en una obra de teatro, que luego el maestro Hitch decide llevar a la gran pantalla en 1948, no sólo como director sino como productor.
 
Se trata de su primera peli en color, y un auténtico desafío técnico, un experimento para el genio del suspense, que no acaba de convencerle del todo. “Creo que no está todavía resuelto el problema de la iluminación del cine en color”, le dice Hitchcock a Truffaut en sus míticas conversaciones recogidas en un libro imprescindible, El cine según Hitchcock, para entender su obra.  “De dónde vienen todas esas luces”, se pregunta Hitch, como si quisiera darnos a entender lo artificioso que resulta el cine.
 
En la actualidad, y desde hace años, la iluminación del cine en color no sólo está resuelta, sino que se han realizado pelis realmente hermosas desde este punto de vista, cuya estética nos cautiva y aun nos hipnotiza, como es el caso del cine de Greenaway o de las “espectaculares” cintas de Saura, véanse Tango o Goya en Burdeos, cuya foto corresponde al italiano Vittorio Storaro, uno de los mejores iluminadores de cine del mundo.
 
En La soga, el maestro de la intriga se plantea la posibilidad real de rodar esta peli de manera similar a como se desarrolla la obra de teatro, en que está basada. Y decide que la técnica y acción de La soga serían igualmente continuas y no habría ninguna interrupción en el transcurso de la historia, que comienza a las 19h 30 y se termina a las 21h 15. Entonces a Hitch se le ocurre la arriesgada idea de rodar la totalidad de la peli como si se tratara de un solo “plano-secuencia” en tiempo real, lo que en un principio iba en contra de su teoría acerca de la fragmentación del espacio y las posibilidades del montaje para contar visualmente una historia. Y además resultaba imposible, debido a que la cámara sólo podía grabar diez minutos seguidos. Por tanto, se las tuvo que ingeniar para hacer varios cortes, sin que en principio se notara esto. Lo resuelve, asegura el director, haciendo pasar a uno de los personajes delante del objetivo de la cámara para cerrar en negro en ese momento. Otro inconveniente que se le planteaba era cómo resolver los cambios de iluminación desde que comienza la acción con la luz del día hasta su finalización a la noche, con una puesta de sol, pues tras el ventanal del apartamento en que está filmada la peli (puro decorado) se deja ver la ciudad de Nueva York -con sus rascacielos y unas nubes fabricadas con fibra de vidrio-, construida como maqueta de forma semicircular y cuya superficie es tres veces mayor que la del decorado propiamente dicho para proporcionar el efecto de perspectiva deseado.
 
Lo cierto es que Hitch se lanzó a la aventura, con las consabidas dificultades de cámara y de luz, aunque filmó la peli teniendo en cuenta un montaje previo, manteniendo el principio del cambio de proporciones de las imágenes en relación a la importancia emocional de los momentos dados.
 
La Soga, a pesar de sus innovaciones técnicas para la época, resultó un éxito de público y de crítica. Y gran parte del presupuesto de la peli se lo llevó el actor-estrella James Stewart, que se me antoja soberbio

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