Faltan poco más de tres años para que se cumplan dos decenios del hallazgo del Edicto de Bembibre, una placa de bronce de gran valor histórico encontrada en un lugar no precisado del municipio de Bembibre allá por el mes de octubre de 1999; y un siglo de la aparición de El Boeza, subtitulado “Semanario defensor de los intereses del Bierzo”, el primer periódico en papel publicado en la capital de la cuenca del Boeza, cuyo número 1 está fechado el 21 de diciembre de 1919. Dos documentos de extraordinaria importancia y simbolismo para acercarnos, aunque sea someramente, al discurrir histórico de la prensa editada en el Bierzo Alto.
Ciertamente en el caso del Edicto, también conocido como Bronce de Bembibre, porque está hecho de este material, no tiene parecido formal alguno con cualquier periódico en papel de nuestros días; sin embargo, puede asemejarse por su finalidad a lo que actualmente denominamos un boletín oficial, o más concretamente a un edicto que se fija en determinados lugares abiertos para dar noticia pública de algo. Es decir, comunicar, informar de una norma o precepto de carácter oficial. Y tal era el objeto del mentado Bronce de Bembibre, dictado por el emperador César Augusto un lejano día del mes de febrero del año 15 antes de Cristo, para anunciar la concesión de inmunidad perpetua a los paemeiobrigenses, antepasados más remotos de los bembibrenses de hoy.
Una pieza única cuyo hallazgo despertó enorme interés en el mundo cultural y académico, dada la rica información que ofrece sobre la división administrativa de la Hispania romana, al revelar la existencia de una nueva y hasta entonces inédita provincia Transduriana. Está labrado en chapa de bronce y provisto de una anilla superior para que pudiese ser colgado en un lugar visible y facilitar así su lectura.
Muchos siglos después, el 21 de diciembre de 1919, como acabamos de señalar, vio la luz el que está considerado como el decano de los periódicos de la subcomarca. Se titulaba El Boeza, y constaba de una hoja formato sábana a cuatro páginas y cinco columnas según el estilo de la época, siendo su precio de venta 10 céntimos el número suelto. Eran aquellos tiempos de finales del siglo XIX y principios del XX en que, debido a las circunstancias político-sociales, los periódicos y revistas de todas las tendencias y talantes nacían y desaparecían como las setas en otoño; baste como ejemplo la comarca del Bierzo, donde, entre Ponferrada y Villafranca -y Bembibre en el caso que nos ocupa- se gestaron alrededor de una treintena de títulos desde 1870 en adelante. Quizá debido a ese ambiente enrarecido y posiblemente también a la falta de apoyo, El Boeza, que había nacido con pretensión de continuidad, no llegó a superar, que sepamos, los honores del simbólico primer número.
Resumimos brevemente el contenido de aquel desventurado embrión fundado por Magín Fernández Blanco (director), Luis Vega Albares (administrador), Agustín Alonso Jambrina y Carlos Álvarez M.; e impreso en Tipo-Lit. Sierra de Astorga. Se iniciaba la primera página con un editorial titulado “Al que leyere”, en el que se reflexionaba ampliamente sobre el progreso y la diversa suerte que han corrido los pueblos a lo largo de la historia. Seguía luego un largo artículo sobre el “Porvenir del Bierzo”, que incidía en resaltar las fuentes de riqueza natural, minera e industrial, y además en la necesidad de mejorar las líneas de comunicación; completándose la segunda y tercera páginas con diversas colaboraciones literarias. A continuación, un bloque de notas religiosas, una columna de avisos y noticias semanales con los precios de mercado de productos como el trigo, el centeno o las castañas, y la consabida reseña de ecos de sociedad. La última página, dedicada íntegramente a publicidad, venía a ser un repertorio de establecimientos comerciales de la villa. Una lástima, en fin, que tan ilusionante proyecto no se hubiese consolidado y prolongado en el tiempo.
Si bien el propósito de este artículo es tratar únicamente sobre periódicos y revistas, y no de los corresponsales, hacemos un pequeño inciso para referirnos a dos importantes y poco conocidos cronistas bembibrenses de los años 20: Alberto L. Carvajal Cortés y L. Campesino, cuyas firmas figuraban con frecuencia en la revista El Templario de Ponferrada, entre 1924 y 1929. Alberto L. Carvajal trabajó como factor de la Compañía de Caminos de Hierro del Norte y años después se dedicó a dar clases particulares en su casa; mientras que L. Campesino, seudónimo de Luis Vega Albares, fue Maestro nacional de Campo y Santibáñez, acabando su vida trágicamente como paseado cuando ocupaba el puesto de Inspector de primera enseñanza en León, a principios de la Guerra incivil. Son varios los artículos y crónicas que aparecen, tanto de L. Carvajal como de Luis Vega (recuérdese que había sido también uno de los fundadores de El Boeza), artículos que no se limitaban a la mera denuncia y reivindicación de lo que entonces se consideraban infraestructuras básicas; es más, su tono reflexivo, especialmente sensible en los temas relativos a comunicaciones, enseñanza y cultura, tiene un marcado aire progresista. Crónicas y artículos suyos se publicaron igualmente en Diario de León y La Luz de Astorga; además de Las Riberas del Eo de Ribadeo (Lugo) en el caso de L. Carvajal, autor asimismo de la novelita Buen regalo de boda (Lérida, 1932). Otras firmas menos frecuentes eran las de Prado-Luengo, Manuel González Roca, J. A. de la Huerta, Paco Balín y Bernardo Alonso Villarejo; la del corresponsal de Noceda, Avelino de Paz; la de Ribereño, en La Ribera de Folgoso; o la de Aquilino Mansilla Velasco en Matachana.
Luego vino el largo paréntesis de la II República y del Régimen franquista, hasta que casi a finales de este último periodo, el 15 de septiembre de 1969, La Luz de Astorga sacó, con motivo de las Fiestas del Cristo, un suplemento de doce páginas dedicado a Bembibre. En su tercera dice textualmente: “Esto que lees, amable lector, puede ser el primer número de una publicación periódica, semanal, quincenal o mensual, dedicada a Bembibre exclusivamente, aunque también tendrían cabida los problemas de todo el Bierzo Alto… Aunemos los esfuerzos y dentro de un año Bembibre tendrá su propio periódico”. Pues bien, no fue así, y aquel proyecto tampoco llegó a cuajar a pesar del buen momento económico y laboral que atravesaba entonces la zona.
Instalados ya en la Democracia, y una vez aprobada la Constitución de 1978, cuyo artículo 20 garantiza el derecho “a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión”, fueron varias las revistas que, promovidas por diversos ayuntamientos y, en otros casos, por algunas asociaciones culturales, se hicieron realidad en el espacio de la cuenca, especialmente durante la década de los ochenta, la más fructífera. Sin embargo, el paso del tiempo, los avatares de la política, la falta de apoyo o de colaboradores y el cansancio de sus promotores fueron haciendo mella en las mismas; tan es así que ninguna logró sobrevivir y mantener la periodicidad prevista en sus inicios. Y si bien cada una tenía su propia filosofía, la mayoría compartían objetivos y aspiraciones similares: actuar de vehículo de comunicación y participación en la vida ciudadana y municipal, divulgar la historia y costumbres de los pueblos, ser portadoras de las inquietudes y peticiones de las gentes, servir de soporte donde publicar estudios y creaciones literarias de los vecinos y lectores, etc. Por otra parte, casi todas se entregaban gratuitamente, financiándose a través de la publicidad y de las aportaciones municipales o de otras instituciones. Las repasamos brevemente.
Tras permanecer dos largas décadas hibernado, El Aguzo reapareció en marzo del año actual con el número 29 de su tercera época, al que siguió en el mes de julio una “Edición especial tributo a Laudino” que hace el número 30 de esta nueva serie, de entrega gratuita.
Un año antes (1992), el alcalde Jesús Esteban y su equipo de gobierno apostaban por otro nuevo proyecto, el boletín Índice. Sin embargo, no aguantó más que un par de números, pues, como escribiría el propio alcalde tiempos después, “la crispación política que entonces anegaba el municipio” terminó acallándolo. Pasados cinco años, en 1997, resurge Índice, en esta segunda época dirigido por un profesional del periodismo. Eduardo Keudell logró darle a la renovada revista una estructura ágil y un contenido atractivo, combinando en sus páginas la información con la opinión local, y las aportaciones de prestigiosos periodistas y escritores como Aniano Gago, Victoriano Crémer o Antonio Pereira. Pero tampoco cuajó a pesar del respaldo de los lectores. Índice, también de entrega gratuita, nos dijo adiós con su número 9 de febrero del año 2000 y un lacónico “hasta el próximo encuentro”, que no ha llegado. En su penúltimo número recoge un reportaje sobre la histórica visita de los Reyes de España a Bembibre el día 16 de septiembre de 1999, incluido el texto íntegro del discurso leído por Don Juan Carlos.
Hija asimismo del simbólico año 1992 fue también la revista Rodezno, promovida por la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Torre del Bierzo y coordinada por Ángel Ferrero -era alcalde entonces Julio Feliz y concejal de Cultura, Melchor Moreno-. Rodezno supo hacer honor a los deseos expresados por el Académico de la Lengua don Valentín García Yebra en un estupendo artículo publicado en el primer número: movió “con fuerza su molino de ideas… e hizo producir buena harina cultural limpia y nutricia”, además de servir de vehículo informativo y de comunicación entre los ciudadanos del municipio hasta que desfalleció en marzo de 2000, nada más traspasar el supersticioso número 13. En el año 2008 reapareció con el número 1 de su II época, que tampoco ha tenido continuidad.
Un año antes que Rodezno había visto la luz Tramazeiro, promovida por la Asociación socio-cultural de Villaverde de los Cestos y dirigida por Guillermo Ares Díaz, que si bien amaneció con un extenso número especial de 102 páginas, no volvió a publicarse.
Y del papel a internet, y ahora al teléfono móvil. Así podríamos titular este apartado sobre la prensa digital editada en y para la comarca del Boeza, donde ha irrumpido con paso firme esta nueva modalidad de periodismo; gracias, entre otras razones, a la agilidad con que se emite y transmite la información, a la facilidad para acceder a ella en cualquier lugar y a la gratuidad del servicio. Bembibre Digital fue el pionero de esta iniciativa promovida por Héctor Keudell y Mario Pérez, que comenzó con su primera edición el 13 de septiembre de 2007, y que suma más de 10.000 artículos publicados desde el 25 de junio de 2009 hasta octubre de 2016. Como “Diario de Bembibre y Bierzo Alto”, es actualmente un periódico plenamente consolidado, hasta el punto de recibir -según datos de la propia redacción- una media de 6.000 visitas únicas diarias, que suben a 25.000 o 30.000 en el caso de noticias más punteras, y excepcionalmente a 58.700 cuando se anunció la actuación del cantante Melendi para las fiestas del Cristo 2013, o incluso hasta las 108.000 que registró este mismo año la noticia “Detenida la joven de 19 años que presentó una denuncia falsa de violación”. Bembibre Digital se financia a través de la publicidad, siendo sus secciones de cabecera: portada, municipal, sociedad, minería, Bierzo Alto, deportes, cultura y espectáculos, canales y Bembibre Visual (otro medio de comunicación audiovisual, también pionero en el Bierzo Alto, que se distribuye a través de Bembibre Digital) ; además de otras como carboncillo y pluma, el despertador, rincón literario, la cocina literaria, publicaciones, más noticias, opinión y cartas al director.
Añadir, asimismo, que si bien la población de los siete municipios que integran la cuenca ascendía el pasado año a 18.294 habitantes, muchos de los lectores asiduos residen fuera del Bierzo o incluso en el extranjero, aparte de otros que no tienen vinculación directa con la zona. En todo caso sirve como canal de información, y de expresión, para mantenerse al día de lo que aquí ocurre, porque, no lo olvidemos, internet no tiene fronteras.
Una última y obligada mención a las revistas y periódicos editados por la mayoría de los centros educativos, en cuyas páginas se estrenan y entrenan los alumnos, tanto en el ejercicio del periodismo escolar como en la creación plástica y literaria, etc. Revistas enriquecidas, casi siempre, con la colaboración de padres y profesores. Y aunque es cierto que su ámbito de difusión es meramente escolar y familiar, cumplen no obstante una importante función educativa e incluso informativa.
Jovino Andina Yanes
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