Por norma general escribo artículos de divulgación científica, que en mi opinión son también por norma general muy elementales. Concreto más. Artículos sobre cuestiones que en figuraban en libros de primaria y secundaria, esto es, en los años previos al acceso a la Universidad. Por ello en este artículo reflexionaré sobre el nivel medio de conocimientos racionales y científicos, que a mi modo de ver, existe en nuestra sociedad. Desde hace algunos años, formo parte de una asociación denominada GEOSEN, compuesta por geólogos-as jubilados y como no podía ser de otro modo de edades más o menos avanzadas. Nos dedicamos entre otros menesteres y de modo totalmente altruista a promocionar y difundir, tanto a nivel interno como externo, nuestros conocimientos sobre geología y no sólo geología estricta si no además otros conceptos que se consideran básicos y elementales para cualquier geólogo u otra persona con una carrera similar. Todos o casi todos los ámbitos del conocimiento racional y científico de nuestro mundo están interconectados.
La cuestión es que desde hace un tiempo a esta parte unos de los comentarios más redundantes en nuestro grupo, versan sobre la abundantísima cantidad de informaciones de la prensa y otros medios similares, que bajo la apariencia de ser datos científicos son disparates enormes. Esta degradación del conocimiento científico a nivel digamos popular, la he percibido también por otros cauces. No me refiero a cuestiones de alto nivel (universidad) como podrían ser por ejemplo la ecuación (función de onda) de SCHRÖDINGER, el valor de la constante de PLANCK o los niveles energéticos de los electrones. Las discusiones en torno a temas como estos temas (y por fortuna diría yo) no suelen aparecer nada más que en revistas y medios de difusión especializados, pero no en la prensa que se lee en…los bares de los pueblos por ejemplo.
En la prensa no especializada y a la par que se difunden noticas de sucesos, política, deporte, eventos sociales… a veces se facilitan informaciones bajo la etiqueta de datos amparados por el conocimiento científico. Me parece excelente idea. Es preferible que se sepa el número de electrones de un átomo de hierro, por ejemplo, que el número de jugadores de cualquier equipo de fútbol. El problema es que con demasiada frecuencia (en mi opinión), las personas que transmiten esas noticias científicas, parecen ser del grupo de los estudiantes torpes. Todos (yo el primero) cometemos errores, pero el asunto ( el problema en mi opinión), es que gracias a Internet los titulares de prensa que día tras día llegan a cualquier usuario a través de los teléfonos móviles muy a menudo, hablan de asuntos que parecen sencillos de entender por cualquiera, pero que transmiten informaciones muy confusas y a menudo totalmente disparatadas. Al final resulta que estos medios informativos lo que hacen es transmitir datos equivocados, que se difunden como si fuesen la opinión mayoritaria de la Ciencia cuando no es así. Para poder entender bien una gran parte de los conocimientos científicos, no basta sólo con saber leer. Hay que tener una base general de conocimientos, que por lo que veo una gran parte de la población no tiene. Al decir esto añado que también el afán hiper perfeccionista, puede ser un problema. Es materialmente imposible estar revisando y recomprobando de modo reiterado lo ya revisado y recomprobando. Tras llevar yo mismo varias décadas escribiendo artículos a veces tengo la sensación de que el afán hiper perfeccionista puede ser contraproducente. Como en otros aspectos hay que buscar un equilibrio.
Como quiero hablar con fundamento sobre errores concretos, pondré a modo de ejemplo dos casos escandalosos. En fecha 10-9-2022 en un programa de televisión (‘ Espejo Público’) se trazó la ruta de Elcano pasando por el canal de Suez. Curiosamente dos días antes yo mismo localicé en la Red, algo todavía mucho más grave si cabe. En una información de “OK. Diario” leí que la fórmula matemática para hallar “la circunferencia o área del círculo…”. He localizado muchos más. Por ejemplo afirmar que la hora oficial se logra sumando una hora ( o dos) a la hora solar verdadera y punto. No es cierto hay que tener en cuenta además las correcciones debidas a la ecuación del tiempo y a la longitud geográfica.
Cierto es que el lenguaje usado en la vida cotidiana es decir, el lenguaje no matemático, muy a menudo tiene ambigüedades que pueden dar lugar a interpretaciones falsas de un mensaje, pero en cualquier caso en mi opinión es evidente que en la prensa y medios de comunicación similares se transmiten de modo habitual datos equivocados y pienso que no se hace de modo intencionado. Se hace porque el autor o autora de la información desconoce o conoce mal la realidad sobre la que pretende informar. Si se estuviese en el ámbito estudiantil habría que poner un suspenso claro y rotundo a cualquier “profesional” de los medios de comunicación que escribe tales disparates.
Cuando de modo cotidiano leo ciertos titulares de la prensa sobre cuestiones científicas ( y científicas a nivel muy básico) llego a la conclusión de que quien las escribe suspendería un examen de primaria o secundaria y todo ello a pesar de haber pasado (por lo que se supone), por la universidad. Es comprensible el afán por dar noticias impactantes y que llamen la atención, pero cuidado, a veces lo que se hace es dar la nota y llamar la atención al poner en evidencia la falta de unos conocimientos elementales de quien las escribe. Lógicamente la libertad de expresión que es un valor de nuestra sociedad, no se puede restringir, pero lo que si se puede y se debería hacer es salir al paso de esas informaciones, que lo que hacen es confundir y engañar a la sociedad.
¿Por qué hemos llegado a esta situación?. Es un asunto muy complejo de explicar y debe haber varias causas . De entrada yo sospecho que se debe a un malísimo sistema de enseñanza, imperante en España y quizá también en otros países de habla hispana. Es importante que los estudiantes estén tranquilos y que no se estresen estudiando y esforzándose, que no “sufran” porque les suspendan, les recriminen o les impongan el más mínimo atisbo de disciplina o incluso educación elemental. Pero claro no hay que olvidar que la vida, en buena medida es lucha, esfuerzo y sacrificio. Un sistema público de enseñanza que no sirva para que los estudiantes adquieran, unos conocimientos básicos , aunque sea a costa de esfuerzo, es un sistema ineficaz. El dinero público invertido en un sistema de enseñanza ineficaz, es dinero malversado y tirado a la basura. Pero esto es tema de los políticos y yo no lo soy. Quizá hay que buscar el complejo equilibrio entre aprender a base de “sufrir” y vivir plácidamente, aunque sea a costa de no saber.
Cuando yo fui estudiante de primaria (escuela más elemental de mi diminuto pueblo) y secundaria, el método de enseñanza era-me parece- muy diferente al que se siguió en épocas posteriores. Analizar o discernir si convendría o no e incluso si se podría o no volver a aquel “carca” método de enseñanza es algo que no quiero hacer. Se que es un tema para discutir largo y tendido. No obstante lo que si digo y sin la más mínima duda, es que me parece intolerable la cantidad de disparates que a menudo aparecen en los medios de comunicación al hablar de cuestiones racionales y científicas. Podrían ser aceptables eso si en un periódico o revista hecho por niños-as de 10 ó 12 años.
Terminaré explicando lo del talento “burrical”. En mi etapa en la escuela de mi pueblo, cuando aún no tenía 10 años, era muy conocida una fábula o algo similar de Manuel del Palacio, que lleva por título, “DOS BURROS”. Narra como un labrador llevó a su hijo a una escuela o similar para que el maestro le enseñase a leer y escribir al menos de entrada. Como el niño no sabía nada ni de lectura, ni de escritura, el maestro pidió un sueldo de 12 duros. El labrador se negó a pagar esa cantidad, alegando que era lo que costaba un burro. El maestro dijo entonces que comprase ese burro y así tendría dos.
Entiendo que hoy en día esta fábula es políticamente incorrecta, grosera, indignante…y no se cuantas cosa más, pero en los años 60 era lo que había. Así pues en la escuela de mi pueblo había un grupo de niños, a los que el maestro denominaba los del talento “burrical” aludiendo a que eran los más torpes y de menos conocimientos. Ahora viendo lo que veo, estimo que el talento “burrical” ha llegado a parte de la prensa e incluso me temo que a instancias incluso de más importancia. Para que no haya malentendidos aclaro que el nivel de conocimientos (de índole científica ), explicados en las escuelas de los pueblos (enseñanza primaria), de mi época me parece muy aceptable. El tema de los contenidos de índole religiosa o socio-política, ya es “harina de otro costal”. El adoctrinamiento religioso y político, no es muy compatible con la Ciencia. En cuanto al de las enciclopedias equivalentes de la etapa de la II República, me parece que su nivel de conocimientos era superior incluso a los de la mi etapa. El problema es que de nada sirve que los libros y los profesores quieran enseñar bien, si los alumnos no quieren estudiar porque eso…¡¡ supone esforzarse!!. Para ver los resultados de años de falta de esfuerzo, basta leer bastante de las noticias “científicas” que día tras día aparecen en nuestros móviles.
Rogelio Meléndez Tercero