Si preguntamos por la calle al azar a cualquier persona sobre lo que es la ecuación del tiempo posiblemente la mayoría o bien no sepa que contestar o diga que algo que tiene que ver con la meteorología. Sin embargo la ecuación del tiempo (ET), nada tiene que ver con que llueva o nieve. El concepto de ecuación del tiempo aunque a nivel del ciudadano corriente suena “ a chino” a nivel científico se conoce desde el siglo XVIII. Añado no obstante que yo cuando salí de la universidad tampoco tenía la más mínima idea acerca de este asunto; así pues que nadie se sienta acomplejado.
La ecuación del tiempo es la diferencia que hay entre la posición del Sol real, es decir el que nos alumbra día tras día y otro ficticio llamado sol medio, que no se ve pero que a diferencia del real si existiese pasaría exactamente cada 24 horas (es decir 86.400 segundos) por la vertical (o el meridiano) de un lugar dado. En efecto los días duran oficialmente exactamente 24 horas es decir 86.400 segundos de los que señalan nuestros relojes de pulsera ( suponiendo que anden con absoluta perfección);pero entre dos pasos consecutivos del Sol por el meridiano de un lugar raramente transcurren exactamente 86.400. Hay veces que hay una diferencia de 30 segundos. Hay días que es mucho menos de 30 segundos; pero unos segundos un día, otros mas otro y así sucesivamente van sumándose de tal modo que la diferencia entre ambos soles, el real y el ficticio es de casi 16 minutos en ciertas épocas del año. El sol ficticio, llamado sol medio unas épocas del año va adelantado respecto al Sol real y otras atrasado; pero año tras año esas diferencias se mantienen en las mismas fechas del año prácticamente constantes. Así pues el valor de la ecuación del tiempo es un modo de saber (aproximadamente) la fecha del año. Lógicamente nuestros relojes están sincronizados con el sol ficticio, es decir el que no existe; pero que paradójicamente si pasa exactamente cada 86.400 segundos por la vertical de un lugar.
Las razones por las que esto es así se entienden muy bien si tenemos en cuenta que La Tierra además de girar sobre si misma, se está moviendo en torno al Sol y con una velocidad que no es rigurosamente uniforme. No es que La Tierra gire mas rápido unos días que otros; es que el movimiento del Sol tal y como lo percibimos es consecuencia de la superposición de esos dos movimientos. El descubrimiento de la ecuación del tiempo fue sin duda una de las razones por las que los relojes de sol fueron cayendo en el olvido ya hace siglos. Si los relojes de sol artificiales tiene un ritmo de movimiento más riguroso y uniforme que el movimiento aparente del Sol , (por extraño que parezca); es lógico que se prefiera un reloj de pulsera a un reloj de sol. Por otra parte ya desde finales del siglo XIX, se estableció a efectos legales y oficiales, que en amplias zonas de la Tierra (toda la España peninsular por ejemplo) la hora oficial fuese la misma; pese a que la posición del Sol real en un instante dado varía continuamente de un punto a otro que esté más al Este o al Oeste.
A pesar de todo esto si es posible conocer la hora oficial a partir de la hora solar. Para ello además de tener en cuenta ese adelanto de una ó dos horas (horario oficial de invierno o verano) hay que considerar la posición geográfica de cada localidad y por supuesto el valor de la ecuación del tiempo en cada instante, es decir saber si el sol medio va por delante o por detrás del Sol real y en que cuantía. Por fortuna y como he señalado ese desfase entre ambos soles año tras año es el mismo (aproximadamente) en las mismas fechas. Ahora en enero el Sol verdadero está adelantado atrasado al sol medio en una cuantía que llega a ser de unos 13 minutos a finales del mes. En otras épocas va atrasado. Eso ocurre en noviembre llegando a superar los 16 minutos en los primeros días de ese mes. Hay 4 instantes todos los años en los que ambos soles coinciden. Estos ocurren en los días 15 de abril, 13 de junio, 1 de septiembre y 25 de diciembre (aproximadamente).
El hecho de que el Sol real no vaya por norma general al compas del sol que está sincronizado con nuestros relojes da lugar a que si queremos que el Sol real señale mediante la sombra de un punto , hora oficial (es decir la que necesitamos saber en la vida cotidiana); en vez de la hora solar; además de tener en cuenta la corrección necesaria debida a la posición geográfica ( que es constante a o largo del año) hay que tener en cuenta el valor que día tras día tiene la ET. En la práctica esto da lugar por ejemplo a unas figuras en forma de 8 llamadas analemas que son perfectamente conocidas por cualquier persona que sepa algo de astronomía elemental.
Estas figuras en forma de 8 dese hace 25 años se vienen dibujando en Castropodame y en Bembibre en los respectivos parques solares didácticos de dichas localidades, para que siempre señalen la hora oficial es decir la que necesitamos conocer de modo cotidiano. Son muchos muchísimos los que piensan que los relojes calendario de estos parques “funciona mal” porque, dicen, señalan hora solar. Sin embargo este razonamiento aparentemente correcto, no lo es. Aunque sean relojes de sol señalan excepcionalmente hora oficial y añado más lo hacen de modo más exacto que muchos de los relojes de pulsera. En efecto el margen de indeterminación en la señalización de la hora de estos parques solares de aproximadamente un minuto y los relojes de uso cotidiano a menudo están atrasados o adelantados más de un minuto.
La imagen que inserto es del parque solar didáctico de Castropodame. En la misma aparece la analema que corresponde a las 13 horas (horario oficial de verano). En ella se dibujó una línea recta. Las fechas situadas sobre esa línea recta son aquellas en las que ET= 0 es decir en las que el Sol real y el sol medio coinciden. Si coincidiesen durante todo el año en vez de dibujar las analemas bastaría con dibujar líneas rectas; pero para señalar hora oficial no hay mas remedio que dibujar analemas. No son pues una licencia artística o estética; son un reflejo matemático de la órbita de La Tierra en torno al Sol, tal y como se puede percibir desde Castropodame o Bembibre.
Rogelio Meléndez Tercero