Hace ya bastantes años (1981) que Richard E. Leakey, escribió sobre la “inquietud fundamental”, en su libro “La formación de la Humanidad”. Esa inquietud se refería en este caso a nuestros orígenes, pero también nos preguntamos a menudo por nuestro futuro y no sólo a nivel individual (a cierto plazo está bien claro), si no como especie (animal/racional) que somos. Pues bien de ese futuro que viene vamos a hablar.
Cuando Internet, no estaba tan de lleno en nuestra vida cotidiana como hoy día, yo solía “caer en la tentación” de comprar revistas de divulgación científica. Conservo muchas de ellas y entre estas el número 219 de “Investigación y Ciencia” (diciembre del año 1994). Su título (“Vida en el Universo”) es un tanto engañoso porque luego el único lugar del inmenso Universo en el que se dice que hay vida conocida es… nuestro Planeta. Hay muchos artículos pero todos hablan de la vida en la Tierra, lo cual no deja de suponer un “chasco” si tenemos en cuenta el llamativo título de la revista.
Pero bueno, “no hay mal que por bien no venga”. Uno de los artículos lleva por título: “¿Serán los robots quienes hereden la Tierra?”. Su autor es Marvin Minsky, un científico estadounidense por lo que se (ahora) bastante conocido, que ya en aquellos años (1994), escribía sobre el futuro de la Humanidad. ¿Cuál es ese futuro?. Pues por lo que parece es que el cuerpo humano y cada vez más será una mezcla de lo que llamamos natural y artificial. Dicho de otro modo, seremos mitad humanos y mitad máquinas.
La idea es que del mismo modo que se repara una pieza de una máquina (un automóvil por ejemplo) se reparen los diversos órganos del cuerpo humano de modo que se pueda llegar a la inmortalidad si así se quiere.
NATURAL Y ARTIFICIAL
El debate entre lo natural y lo artificial es muy antiguo. Quizá habría que remontarse a los tiempos de F. Wöhler (siglo XIX). Este químico demostró que productos naturales como la urea se podían fabricar en un laboratorio. El descubrimiento marcó un hito en la historia de la Ciencia, ya que se demostró que la teoría sobre la misteriosa y desconocida “fuerza vital”, no era cierta. Según esta teoría las sustancias naturales como las que hay en el cuerpo humano, no se podían fabricar en un laboratorio y sólo se podrían producir por la acción de una fuerza vital, que existía en los seres vivos.
F. Wöhler demostró que el hombre es capaz de igualar a la Naturaleza ( o a Dios según otro punto de vista) y por tanto esa vieja distinción entre química orgánica e inorgánica no tenía sentido, aunque a pesar de ello y al menos cuando yo estudiaba (hace más de 50 años ya) en los libros de texto aún se distinguía entre química orgánica e inorgánica. No obstante la idea de que lo natural siempre es lo mejor o de que a la Naturaleza no la podemos superar, ni siquiera igualar, aún sigue estando en la mente de muchas personas. Aun hoy día se sigue diciendo que como lo natural no hay o que a la Naturaleza no podemos imitarla.
Sin embargo hay razones para afirmar que tales ideas no son siempre correctas. Yo mismo hace años publiqué algunos artículos explicando porque, desde mi punto de vista, no es cierto que lo natural sea siempre lo mejor. Incluso hay motivos para señalar que la distinción entre lo natural y lo artificial visto desde cierta perspectiva carece de fundamento. Vamos como la distinción entre química orgánica e inorgánica.
La cuestión es que desde hace siglos la idea de ir poco a poco modificando o si se quiere reparando de modo artificial los órganos de nuestro cuerpo como si fueran piezas de una máquina, se ha puesto en marcha. Las gafas deben ser uno de los pasos más antiguos en esta línea. Se inventaron hace siglos.
MARVIN MINSKY
Actualmente la lista de órganos o de partes del cuerpo humano artificiales es muy extensa. Todo hace suponer que cada vez será más amplia y que además las “piezas” fabricadas serán cada vez más sofisticadas y afectarán a un número creciente de órganos naturales. Entre estos nuestro cerebro según las ideas de M. Minsky. Este es un punto muy importante ya que el cerebro es nuestra personalidad. Cambiar el cerebro podría suponer cambiar de persona.
La meta hacia la que podemos estar avanzando implica según M. Minsky ir reparando todas las piezas del cuerpo humano y también el cerebro ( como se pasa la información de un ordenador para otro supongo) de tal modo que exista la opción de vivir el tiempo que se quiera. Varios siglos por ejemplo o incluso si se quiere eternamente. Sería alcanzar la inmortalidad.
Es esta una idea que pueda parecer irreverente sobre todo para mentes influenciadas por ideas religiosas. Parece un desafío a las leyes naturales, pero recordemos que ideas que en su momento parecieron estúpidas o irreverentes ; como por ejemplo el hecho aparentemente absurdo de que la Tierra gira en torno al Sol y no a la inversa, hoy se consideran correctas y aceptables desde cualquier punto de vista. Así pues…ya veremos. No obstante para los que aún hoy vivimos esa opción a la inmortalidad es algo todavía muy lejano.
Rogelio Meléndez Tercero