Cada 4 de febrero se celebra el Día Mundial del Cáncer, una jornada dedicada a concienciar sobre el cáncer y fomentar su prevención, detección y tratamiento. Nos unimos a esta celebración con la publicación de un artículo de Nicanor García Ordiz, en el que reflexiona sobre lo que significa la enfermedad, y la situación en la que se encuentra la comarca del Bierzo, reclamando soluciones.
Que la vida tenga aquí el mismo valor que en cualquier otro rincón del mundo. Porque el cáncer es implacable, pero la indiferencia lo es aún más.
Hay batallas que se libran en la carne, guerras silenciosas que no estallan en los titulares, pero sí en los cuerpos de quienes las sufren. El cáncer es una de ellas, y en el Bierzo, la falta de oncólogos no es solo un número en un informe sanitario, sino una sombra que se cierne sobre quienes esperan, sobre quienes temen que la demora sea sentencia.
En cada habitación de hospital hay un reloj que avanza demasiado rápido o demasiado lento. Para el enfermo que aguarda un diagnóstico, cada día es un abismo; para la familia que sostiene la esperanza con las manos temblorosas, cada retraso es un golpe de incertidumbre. Y sin embargo, aquí estamos, con la mirada fija en un horizonte que no debería ser tan oscuro, reclamando lo que es justo, lo que es humano: médicos que alivien, manos que sanen, ciencia que avance.
El Bierzo, tierra de montañas y cicatrices de mina, no merece más heridas. No podemos permitir que la falta de especialistas se convierta en otro exilio forzado, en otro viaje a cientos de kilómetros en busca de tratamiento. La enfermedad no espera, la angustia no entiende de distancias ni de burocracia. Necesitamos oncólogos. Los necesitamos aquí, ahora, donde cada día se apaga una vida que pudo haberse salvado con un diagnóstico a tiempo, con un tratamiento oportuno.
Pero no basta con médicos si la ciencia camina con los pies atados. Sin investigación, el cáncer seguirá siendo esa sombra cruel que arrebata nombres de los labios de quienes los aman. Necesitamos invertir en el conocimiento, en laboratorios donde se forjen nuevas esperanzas, en estudios que nos permitan entender y combatir la enfermedad con más armas que la resignación.
Hoy, en el Día Mundial del Cáncer, elevamos la voz por aquellos que ya no pueden hacerlo, por quienes esperan sin certezas, por quienes aún pueden ser salvados. No pedimos milagros, solo justicia. No exigimos imposibles, solo el derecho a luchar en igualdad de condiciones.
Que el Bierzo no sea un desierto de especialistas ni una tierra donde la espera sea condena. Que la vida tenga aquí el mismo valor que en cualquier otro rincón del mundo. Porque el cáncer es implacable, pero la indiferencia lo es aún más.
Que nunca más la distancia ni la falta de médicos sean una sentencia.
Que la sanidad no sea una promesa, sino un compromiso inquebrantable.
Porque cada vida cuenta. Y el Bierzo no puede esperar más.
Nicanor García Ordiz