En la obra se examinan 160 piezas que fueron vendidas, robadas o cambiadas, y de las que el 50% ciento se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional.
Destacan obras como el crucifijo de Fernando y doña Sancha, un regalo de ambos que formaba parte del ajuar con el que obsequiaron a la colegiata de San Isidoro, las arquetas-relicario medievales, procedentes del monasterio de San Esteban de Nogales y que pueden encontrarse en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, o el Cristo crucificado, del primer cuarto del siglo XIII, procedente de la iglesia de San Bartolomé de Astorga, y que también hay que viajar a Barcelona, al Museo Frederic Marés, para poder verlo, o la placa de marfil con la Traditio Legis, originaria de San Isidoro y localizada hoy en día en el Museo del Louvre.
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