La falta de civismo de algunas personas llega a tales extremos que, si no se ilustra con una fotografía como en este caso, resulta difícil de creer. El conductor del vehículo que aparece en la imagen, maniobró con tranquilidad sobre la acera que separa el parque Gil y Carrasco de la calzada, hasta conseguir introducirlo en su interior, con el consiguiente peligro para los niños y demás personas que habitualmente disfrutan de esta zona de ocio.
Sin ningún rubor, y con total desprecio por las más mínimas normas de convivencia o por la seguridad de quienes jugaban o paseaban en el recinto, no tuvo reparos en acceder con su vehículo hasta situarlo junto a la fuente de la que pretendía coger agua, como si de su finca particular se tratara.
Claro que también es posible que no supiera que estaba obrando mal, ya que a la entrada del parque hay un cartel que prohíbe la entrada de perros y circular con bicicletas, pero no dice nada de coches, trailers o trenes de mercancías.
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