“+ España y + Español”, así rezaba el lema de la manifestación de “Cataluña suma por España”, en el Paseo de Gracia de Barcelona, el pasado 12 de octubre de 2022, día de la Hispanidad y día de la fiesta nacional de España. En la cabecera iban, como de costumbre, los enfermizos yonquis del poder: dirigentes de C’s, del PP y de VOX. Aunque no estaban todos los que son, todos eran nefastos compañeros de viaje de los ciudadanos de a pie.
En efecto, los de la casta política utilizan siempre el anzuelo de la España vejada y de la cuestión lingüística para pescar votos en el revuelto y puerco río político catalán, que está anegando y liquidando la vida democrática, económica, cultural, educativa, social,… de Cataluña. Pensemos en las huidas interesadas, a Madrid, en aras de la satisfacción de sus apetitos desaforados de poder, de los engreídos Rivera, Arrimadas y de sus guardias pretorianas. O pensemos en la decapitación de Vidal-Quadras para que Aznar pudiera llegar a La Moncloa.
Los deseos, los sueños y las esperanzas
Creo a pies juntillas que es justo, necesario y vital —como reza el lema de la manifestación y como argumenta Javier Megino, Presidente de “Cataluña suma por España”— exigir “+España”: una mayor presencia de la cultura y de las instituciones de España, así como de sus símbolos, en Cataluña. Esto es una necesidad perentoria ante el repliegue de todo lo que huele a España, provocado por todos esos patológicos yonquis del poder, instalados desde siempre en la Moncloa, ante los chantajes, las exigencias de esos otros yonquis —sectarios y supremacistas— del nacionalismo-separatismo catalán.
Pero, ¿cómo conseguir “+ España y + Español”?
“+ España y + Español” está muy bien. Es una reivindicación lógica, de sentido común y de justicia, si no queremos perder nuestras señas de identidad y nuestras raíces la gran mayoría de los catalanes, que somos, como nos definió el ex-Honorable (?) Jordi Pujol i Soley, “los que trabajamos y vivimos en Cataluña y queremos serlo”. Pero, ¿cómo conseguirlo?
Hasta ahora, los que se consideran defensores del castellano en Cataluña sólo han actuado y luchado con la espada de ley y de la política. ¿Y qué resultado tangible, concreto y práctico han conseguido con esta espada? Ninguno. En efecto, con el paso del tiempo y a pesar de la buenas intenciones, la presencia de España en Cataluña y el estatus del castellano han ido de mal en peor. Se ha producido una marginación progresiva de todo lo que huele a español; y, en particular, del castellano, lengua española por antonomasia, en todos los ámbitos y, principalmente, en la enseñanza, donde ha perdido el fundamental papel de “lengua vehicular” en la enseñanza-aprendizaje, papel del que depende el dominio real y efectivo de la misma.
Como he escrito en otro lugar, para alcanzar el objetivo del pertinente lema “+ España y + Español”, por un lado, habría que cambiar de discurso y utilizar argumentos lingüísticos, psicolingüísticos, pedagógicos y culturales para fundamentar sólidamente las “maricomplejinescas” reivindicaciones políticas y las deficientes y desacatadas sentencias judiciales, formuladas y elaboradas a la ligera, sin ningún asesoramiento científico y profesional de aquellos que saben de lingüística y de enseñanza. Por el otro, habría que cambiar de interlocutores y dirigirse principalmente a los padres y alumnos, cuyo futuro está en juego, en vez de a los políticos y a los jueces, que se hacen asesorar por indocumentados. Y, finalmente, habría que cambiar la estrategia y las acciones a llevar a cabo para que haya realmente “+ España y + Español”.
Pero, para que estos cambios se lleven a cabo, habría que desenmascarar a los responsables del “statu quo” actual. Por un lado, habría que poner en tela de juicio a la casta política nacionalista, que ha elaborado y aplicado una política lingüística y educativa que ha provocado que, en Cataluña, por ejemplo, haya cada vez “– España y – Español”; y también la labor del resto de la casta política, que no han hecho nada para impedirlo o que, incluso, han colaborado activamente en ello, vendiendo España y el español por sucesivos platos de lentejas.
Además, habría que leerle la cartilla a los profesores, que han aplicado acríticamente las aberraciones y monstruosidades educativas propuestas por la casta política, que van contra el sentido común y que mancillan la sacrosanta deontología profesional del profesorado. En efecto, parece que los profesores desconocen en qué consiste dominar una lengua, en qué consiste leer y en qué consiste redactar. Y, por eso, se dedican a enseñar cosas sobre la lengua castellana y no el uso de la misma.
No debemos olvidarnos tampoco de desenmascarar a los jueces, que elaboran sentencias para lavarse las manos como Pilatos, fijando arbitrariamente porcentajes (el 25% de la enseñanza en castellano), que se han sacado de la maga de las togas. Deberían escuchar a los especialistas en lingüística, en lingüística aplicada, en psicolingüística y en pedagogía para determinar el peso y el estatus de las lenguas en la enseñanza; y, en particular, el de la lengua materna. Por otro lado, los jueces deberían recuperar también el amor propio y la dignidad, ninguneados y mancillados por el desacato reiterado a sus sentencias por parte de la casta política de aquí y de acullá. Si no se hacen respetar y si no se aplican sus sentencias, habría que inferir que la justicia española es un “cachondeo”, como dijo el alcalde de Jerez, Pedro Pacheco.
Y finalmente, hay que traer a colación a los padres, a los adolescentes y a los jóvenes, a la vez víctimas y responsables también del “– España y – español”. La mayoría de ellos desconocen cuáles son sus derechos y sus obligaciones lingüísticas, previstos en el art. 3.1. de la Constitución de 1978: el deber de conocer el castellano y el derecho a usarlo. Por eso, han tragado y tragan los carros y carretas de la política lingüística castradora de la Generalidad de Cataluña.
“+ España y + Español” es lógico, razonable, justo y de sentido común. Por eso, les recuerdo a los defensores del español en Cataluña, a los jueces, a los padres y a los alumnos esa cita de Einstein que reza así: “si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”. Es una locura y un despropósito hacer lo mismo, una y otra vez, y esperar resultados diferentes.
Manuel I. Cabezas González
Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas
Profesor Titular de Lingüística y de Lingüística Aplicada
Departamento de Filología Francesa y Románica (UAB)
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