El fascinante mundo de las ayudas públicas

Tomás Vega Moralejo
Tomás Vega Moralejo

Oigo a menudo cosas como que -¡Cómo va a querer trabajar la gente con las ayudas que dan para vivir mangándola!-, y bueno… yo en general creo que está bien que haya ayudas, porque a cualquiera nos pueden venir mal dadas; y pienso por ejemplo que el ingreso mínimo vital ese, estará pensado de modo que sea lo bastante para que uno no pase hambre, pero lo bastante poco para que no se pueda conformar con ello indefinidamente. Aunque dicen que hay quien se las sabe todas y se las arregla para que en su casa entre lo suficiente, para que no falte de nada sin dar un palo al agua. Si eso es así… si se fomenta el mangarla, mal vamos… pero bueno, que no sé… prefiero pensar bien; yo vengo a hablar de las ayudas en otro sentido.

La cosa es que pronto voy a dejar mi trabajo actual y voy a montar una tienda en el pueblo, para lo cual voy a gastar entre unas cosas y otras alrededor de quince mil euros… que no es tanto porque por suerte ya tengo el local, pero claro, en un pueblo pequeño y con la población en descenso, es una operación de riesgo.

Pero bueno, había oído tantas veces que hay ayudas para el mundo rural y todas esas cosas, que hace unos meses empecé todo contento a mirar el tema de ayudas:

Si las hay para los demás (efectivamente hay quien parece llevar viviendo bien durante años con más “ayuda” que trabajo) ¿Por qué no voy a optar yo a una ayuda?

 

Me habían dicho que a uno le adelantan el dinero del paro que tenga generado, si va a montar algo por cuenta propia. Así que empecé preguntando por eso.

La primera en la frente.

Como autónomo que soy, resulta que nos subieron la cuota con la disculpa de que tengamos derecho a paro, pero resulta que es solo un adorno. La realidad es que para que tengamos paro, tenemos que justificar no sé cuántos meses de pérdidas… ¿Quién aguanta eso?

Ni un céntimo por ahí.

No debe de haber ni una sola cosa en la que los autónomos no seamos el estiércol laboral para gobierno.

 

Tengo preguntado a alguna convocatoria de ayudas estatal, a distintos departamentos de la Junta de Castilla y León, a la Diputación provincial, al Consejo Comarcal, a AsoDeBi… y el panorama es para reír por no llorar:

 

-Ah, es que para esta ayuda ya pasó el plazo-

-Ah, es que para esta otra no ha empezado el plazo… uy, ni va a empezar para cuando tú empieces tu actividad-

-Esta es que es para inversiones de más de cuarenta mil euros-

-Es que esta es para si generas empleo, y el tuyo no cuenta- Que les faltó añadir “¡Autónomo, pringao!” y echarse una carcajada.

-Esta otra es solo para mujeres- Que no se diga del machismo.

-Hay una que es para madres trabajadoras- ….

-Hay otra que es para autónomos pero de fuera, o sea para uno que sea autónomo en otra comunidad autónoma y se venga como autónomo a ésta- Debe de ser para ver si atraen a gente… y nos animan a irnos a los que ya estamos aquí :-/

-Etc…

 

No he dado con una de la que no esté excluido directamente por una u otra cosa… pero cuidado, porque el encajar a priori en los supuestos de una ayuda sería solo el principio. Hay ayudas que tienen tanta letra pequeña, que parecen diseñadas para no darlas; como si de lo que se tratara fuera de quedar bien en plan –Qué buenos somos, que damos ayudas para estas cosas-, pero luego no hay ni dios que pueda cumplir con sus condiciones… y entonces las administraciones han quedado bien sin gastar.

 

Total, que al final habrá que conformarse con que (espero) por lo menos no me hagan la tienda imposible con tanta normativa, trámites y pagar por todo… porque esa es otra: que es desalentadora la cantidad de burocracia, rollos y gastos que hay para montar algo.

 

Tomás Vega Moralejo

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