Pedro Agustín Álvarez Escarpizo

Santuario del Ecce Homo - Dibujo de Manuel Domínguez González (1991)
Santuario del Ecce Homo - Dibujo de Manuel Domínguez González (1991)

Bembibre (León), 15.V.1789 – Burjasot (Valencia), 29.III.1837. Aristócrata y militar.

Procede de una familia noble. Es hijo de Bernardo Álvarez Escarpizo y de Teresa Merino de la Vega. Al iniciarse la Guerra de la Independencia (1808-1814), Escarpizo cursaba estudios de “orden sacro” en Astorga (León), al haber sido designado por su hermano mayor, Francisco, para usufructuar el vínculo eclesiástico fundado por su tío paterno, el párroco Cayetano Álvarez Escarpizo. Sin embargo, su escasa vocación y el sentimiento patriótico despertado tras la invasión francesa de la Península, le llevan a abandonar el seminario y alistarse en el “Batallón de Voluntarios del Bierzo” el 19 de marzo de 1808. El 12 de agosto siguiente, pasa a ser cadete en el “Batallón de Infantería de Línea de Zaragoza”. En estos años tomó parte en la “batalla de Medina de Rioseco y en las acciones de Somosierra, Logroño, Calahorra, Tamames, Medina del Campo y Alba de Tormes”.

Estuvo también en el sitio de Puebla de Sanabria (Zamora), entre el 3 y el 10 de agosto de 1810 y, tras la rendición del enemigo, es trasladado al “Batallón de Fernando VII”. El 21 de junio de 1813 acude con los “Voluntarios de Castilla” a la batalla de Vitoria (Álava), el 7 de octubre a la ofensiva sobre el río Bidasoa y el 10 de noviembre al lance de San Juan de Luz (Francia). Por su destacada intervención en esta última campaña sería ascendido a teniente. Una vez firmada la paz, se le destina a la guarnición de Pamplona (Navarra). Llegamos así a 1815, año en que tiene lugar la sublevación liberal protagonizada por el general Juan Díaz Porlier en contra el absolutismo instaurado por Fernando VII (1808-1833). Este hecho obliga a Escarpizo a dejar Zamora para trasladarse al Ferrol (La Coruña), a fin de sumarse a las fuerzas encargadas de sofocar el levantamiento.

El 19 de julio de 1819 se embarca en Cádiz con la expedición enviada a Lima (Perú) para reforzar a los contingentes realistas que intentaban impedir la emancipación de las colonias, ahora al mando del general Manuel Cagigal. Agregado al Ejército del Alto Perú, le vemos combatiendo a los independentistas, que por esas fechas habían invadido la costa de Arica (Chile). Como heroico puede adjetivarse el comportamiento demostrado el 21 de mayo de 1821 en la acción de Mirave (Perú).  A pesar de haber recibido varios disparos, Escarpizo siguió batiéndose con una valentía admirable hasta que fue hecho prisionero. Ello hizo que el virrey José de la Serna e Hinojosa le nombrase capitán el 9 de junio. Destacar igualmente su meritoria actuación al frente de los granaderos en Zepita (Perú) el 25 de agosto de 1823, desalojando de la estratégica posición que ocupaban a un número importante de insurgentes. Carga en la que resultó herido de gravedad. En reconocimiento a su ejemplar trayectoria militar el mencionado virrey le concedió el 29 de agosto el grado de teniente coronel. Sabemos por su expediente que el 6 de agosto de 1824 asiste a la jornada de Junín (Perú) y el 9 de diciembre a la debacle de Ayacucho (Perú), donde tuvo lugar la capitulación de las  tropas realistas.

Regresa a España el 15 de octubre, y el 31 de diciembre, al igual que le sucedió al resto de los combatientes repatriados de América, fue apartado del servicio activo por temor a que pudiesen extenderse entre los soldados tendencias liberales. Habrían de transcurrir cinco años para que Escarpizo volviese a incorporarse a filas, concretamente el 1 de abril de 1829. En esta ocasión formando parte del Regimiento de Infantería de Saboya. En el transcurso de la Primera Guerra Carlista (1833-1840) dos batallones de esa unidad, que se encontraban en la localidad valenciana del Pla del Pou, son derrotados el 29 de marzo de 1837 por el general reaccionario Ramón Cabrera. Los oficiales y sargentos allí capturados, entre los que estaba el propio Escarpizo, fueron llevados a Burjasot y fusilados. Un trágico episodio que las crónicas de la época tacharían de “cruel e inhumano”, al no respetarse el código ético aplicable a los prisioneros de guerra, evidenciándose abuso de autoridad y trato vejatorio.

Apuntar por último que este militar estaba en posesión de la Cruz de la Batalla de Vitoria, creada por Fernando VII (1808-1833) el 21 de junio de 1815 y de la concedida al Ejército del Alto Perú, por disposición real el 29 de julio de 1830.

Recreación napoleónica - San Pedro Castañero

BIBL.: M. I. OLANO PASTOR, “La Guerra de la Independencia en Bembibre: la huella de sir Jonh Moore y el vandalismo del ejército francés”, en Revista de la Asociación Cultural Tramazeiro de Villaverde de los Cestos (León), 1991, págs. 14-27.

FUENTES: Archivo General Militar de Segovia, 1ª Sección, Francisco Javier de Colinas Blanco, Leg. E-1.139.

  

  

M. I. OLANO PASTOR

 

 

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