Madrugada, la nueva novela del leonés Julio César Álvarez

El reflejo de una verdadera “generación perdida” que apenas ha tenido oportunidad de contar su historia. Con naturalidad, sin clichés, literatura y reflexiónMadrid, 1983. Es el momento más importante y expansivo en la creación cultural de toda la ciudad. Posee el destello de ser el teórico centro del mundo, con una escena musical y cultural de vanguardia que algunos ya comienzan a vislumbrar como histórica. Es la Movida Madrileña y sus infinitas secuelas.

Es justo entonces cuando un joven escritor en ciernes se acerca a la capital para vivir de primera mano y sin red un profundo autodescubrimiento personal. Le acompañan de cerca una abierta adicción a la heroína, un pasado con aristas, mil desengaños y cierta soledad. 

Desde niño me ha apasionado lo que está mal. Es más divertido. Pero hoy estoy asustado. No se lo reconocería a nadie. Por primera vez tengo un miedo voraz que lo devora absolutamente todo. Veo con claridad en el lío en el que me he metido. Dentro únicamente siento eso, miedo. Nada más.

(Madrugada, de Julio César Álvarez, p.20)

Madrugada es el retrato abierto, lúdico y pasional de una época única. La sensibilidad más visceral de un individuo que se adentra en las relaciones personales, la supervivencia y una ansiada dosis. Y en esa extraña realidad es posible un simulacro de afecto, el roce de la locura, la noche, los Rolling Stones, el caos personal y la pasión por la literatura más arriesgada (la que se juega la propia vida). Una visión ágil, casi una road-movie sensorial, que se adentra en las luces y sombras de un autor desorientado y sin expectativas de ningún tipo. Todo ello  mientras fuera se vive una auténtica fiesta. El contraste de algo nuevo

Personajes inmersos en la noche, músicos y poetas en busca de no sé sabe qué, adictos, marginales y no tan marginales, van poblando una novela que grita y respira como un auténtico ser vivo. Quizá porque Madrugada sea esa novela que habrían escrito muchos de aquellos que no vivieron para contarlo. Suele decirse que eran tiempos para  ser vividos, no para ser escritos. Madrugada da solución a ese conflicto y descubre una época irrepetible.

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