A Dios Vangelis

Tomás Vega Moralejo

Lo supe por Dennis, hacia las seis de la tarde, cuando la mayoría del mundo aún no se había enterado. Lo escribió Dennis Lodewijks en la Web por excelencia sobre Vangelis, elsew.com.
Me pilló trabajando, sin posibilidad de asimilar la noticia ni mucho menos de desahogarme, así que, por hacer algo, la escribí yo en mi Web Vangelis.com.es, antes de que los grandes periódicos se hicieran eco.
Casi todos lo hicieron con un escueto titular como “Muere Vangelis, autor de “Carros de fuego””… y así, supongo que sin querer, faltan al honor de un músico que ni siquiera fue a recoger el oscar, porque nunca quiso que se le encasillara y huyó de la fama.
 Tras “Carros de fuego”, encadenó (cojan aliento) “Blade Runner”, “Desaparecido”, “Antártida”, “Motín a bordo”… sin permitir que, de momento, se publicaran sus bandas sonoras por lo que acabo de comentar.
 
Tan celoso ha sido de su privacidad, que hasta de su fallecimiento nos hemos tenido que enterar dos días después de que sucediera.
 
Estoy escuchando ahora el primer CD que compré, hace exactamente treinta años, el recopilatorio “Themes”, empezando por “Missing”… porque es bellísima y porque “habla” de la desaparición como no pueden hacerlo las palabras. A su música, desde luego, no le hacían falta palabras, decía mucho más sin ellas.
Os parecerá exagerado (u os habrá pasado con algún ídolo vuestro) pero para mí se ha ido alguien cercano. Así lo siento. Y perder definitivamente la esperanza de conocerle, y pensar que ya no puedo esperar nuevas composiciones suyas, me hace el mundo peor.
 
Salí a la calle hace un poco a mirar el cielo, pero estaba nublado. En realidad, no creo que fuera a apreciar nada distinto en el firmamento, al que miro a menudo de noche; pero, de haber percibido algo nuevo, mi escepticismo no me hubiera dejado creer que por ahí andará Vangelis ya.
Pero quería mirar por si acaso, porque si hay algo más allá, si realmente uno se va al cielo, tiene que estar ahí porque de ahí ha tenido que venir esa música.
 
Vangelis conocía el espacio. ¡Cómo si no traes aquí a la Tierra una composición como “Mythodea”!   O vale, de acuerdo: la propia “Carros de fuego”. Es música celestial.
¡Cómo no lo iban a contratar de la NASA y la ESA para que pusiera música a sus misiones, si era como extraterrestre componiendo!
A veces siento que he sido indigno al publicar un libro sobre este músico irrepetible e inigualable, porque sin duda no habré estado a la altura.
 
Hace solo unos meses publicó el álbum “Juno to Júpiter”, uno de los grandes, una demostración de estar en plena forma. Lo pudimos ver incluso en un vídeo en directo, y ahí estaba con su franca sonrisa y su noble mirada. Aún no acabo de creer que haya muerto. 
 
Dicen que había ingresado en un hospital francés con coronavirus, aunque no sabemos seguro si murió “por” o “con” coronavirus, que no es lo mismo… de cualquier modo mira que están siendo desgraciados estos dos años.
Esta mierda ha tenido que ver hasta con llevarse al autor de “L´Apocalypse des Animaux”, “Opera sauvage”, “Heaven and Hell”, “Albedo 0.39”, “Spiral”, “China”, “Oceanic”, “El Greco”, “Alexander”… oh, sí, por supuesto, también del álbum más grande de todos los tiempos: “1492. Conquest of paradise”.
 
Tiene que ser que se ha jubilado ya Apolo, y le habrá dejado el sitio a este auténtico dios griego de la música.

Tomás Vega Moralejo

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