Liderazgos perdidos

Victor Corcoba

Hay una campaña interactiva lanzada por la ONU sobre cómo crear un mundo mejor y más seguro. La cuestión no es baladí. Ya nos gustaría encontrar la solución a un problema tan complejo, máxime cuando se han dejado en el camino tantos liderazgos éticos, moralmente estéticos, por el hechizo de unos líderes oportunistas que no suelen pasar de actores, pero que son atrevidos a más no poder, que hablan por nosotros, viven por nosotros, como si fueran los autores de nuestra vida. Ciertamente, anterior a la crisis financiera mundial germina otra crisis de la que todo el mundo habla, pero que apenas se considera, es la de los auténticos valores humanos. Dignidad, solidaridad, justicia, libertad; son fuerzas místicas que no se compran ni se venden, que no deben entrar jamás en mercado porque ese no es su territorio, son alma viva de los pueblos y de las personas, ha de serlo, sin condiciones ni condicionantes. Qué distinto sería todo si toda cultura se sintiese profundamente valorada, respetada y amada. Está visto que respetando y promoviendo la sapiencia integral e integradora, que germina por si misma de la hondonada vida, cuando menos se nos abren horizontes comprensivos. Prueben hacerlo.

Abrirse los unos a los otros. Esa es la cuestión. Por desgracia, se ha perdido el verdadero  e incondicional liderazgo de servicio al ser humano. Casi siempre ganan los líderes de la mentira, de la confusión, de la compraventa. Es una partida de absurdos permanentes y continuos. Para ello, hará falta injertar un fuerte impulso a la honradez. Hay que hacerlo desde la escuela. Tenemos que ser capaces de valuar un derecho por su deber. Falta esa labor asistencial, de ayuda en todo momento y en todo lugar, a la persona por el hecho de serlo. En la actualidad hay más comida que nunca en el mundo, pese a lo cual más de mil millones de personas sufren hambre. ¿Qué está fallando? A mi juicio, parte de la falta de líderes entregados sin reservas a la especie humana. Hay mucho político haciendo su política, para sí y para los suyos, no para el mundo y sus ciudadanos, que es de lo que se trata, de poner estrategias de gobierno al servicio de todas las gentes.

También hay que sembrar conocimientos, pero mediante un saber que nos responsabilice los unos para con los otros. Cuanto mayor es el conocimiento del ser humano sobre sí, mayor ha de ser su compromiso; y cuanto más compromiso, más clara es su visión de amparo a toda vida. A mi manera de ver también se ha perdido ese liderazgo cultural impregnado en los centros educativos. Todo está como muy adormecido y aborregado. Por si fuera poca la desdicha, a los docentes, en muchas partes del mundo, les cuesta mantener hasta el propio liderazgo de autoridad.  Tampoco hay maestros que enseñen de la vida, por y para la vida. Ni las escuelas pueden ser cementerios de fracasos humanos, ni las familias pueden ser infiernos de desesperación.

Los frutos de tantos liderazgos perdidos ahí están, vienen pegando fuerte en las nuevas generaciones. Mal futuro nos espera, pero los hechos son los que son. En España, hace unos días, la Fiscalía General del Estado alertaba sobre el preocupante incremento de agresiones de adolescentes contra miembros de su propia familia. ¿Dónde está el liderazgo de los progenitores? ¿Y la cultura de paz que tanto se pregona? ¿Por qué tomamos la opción de la violencia? Difícil respuesta para estos interrogantes cuando medios televisivos, tan importantes en la formación de la opinión pública, no tienen otra medición ética que ser líderes de audiencia, aunque para ello tengan que propiciar escenas de violencia y sexo a raudales, comprar vidas humanas y venderlas como chorizos.

En cualquier caso, siempre tenemos que mirar hacia el mañana con la tranquilidad del orden, con el liderazgo de los amantes del sosiego, con los lazos inmaculados de la poesía. Esto es lo que nos falta. Por el contrario, nos sobra furia e intranquilidad, dramas y poemas destrozados. La apuesta es bien sencilla. Cuanto más libres sean mujeres y hombres para compartir sus bienes con la sociedad y para asumir el liderazgo social, mayores serán las perspectivas de progreso en sabiduría, justicia y dignidad de vida para toda la comunidad humana. La armonía es consecuencia de la actitud responsable que toda ciudadanía debe adoptar respecto de la vida en sociedad. Ello exige una clara opción de liderazgo por el ser humano y sus derechos inalienables. Gobernantes, con envergadura moral en su hoja de ruta, son tan precisos como necesarios.

Con la moral corregimos los errores de nuestros instintos y con el amor los errores de nuestra moral. Lo dijo José Ortega y Gasset desde su liderazgo de libre pensador. Sana filosofía para trabajar con entusiasmo en el logro de objetivos comunes. Nunca en el mundo hicieron falta tantos líderes de valor moral, audacia y equilibrio mental. Obama puede serlo. De entrada, tiene miles de seguidores y capacidad de persuasión e influencia. Confiemos que, junto a ese magnético carisma que le acompaña, la rectitud vaya consigo como manera de actuar y que, tal excelencia ética, sea el resultado de su costumbre. Un grano siempre hace granero. Se agradece. Andamos sobrados de dioses enfermizos por el poder, ¡poder! De pena.

Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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