En este mundo nuestro aumenta cada día más el crimen organizado y la desorganización del Estado de Derecho. Han de hacerse valer mucho más las normas de derecho internacional para derrotar a la multitud de mafiosos que caminan por la vida, aprisionando y explotando a gentes humildes, en su mayoría. La crecida de clanes mafiosos son un verdadero tormento para buena parte de la humanidad. Tiene que nacer una cultura antimafia, capaz de salvaguardar a los miles de inocentes que son víctimas de esos lobos vestidos de persona, con sus códigos de sangre y sus abecedarios de tormentos. Para colmo de males, también han nacido los mafiosos de la economía, que dominan al mundo a su antojo, o lo que es lo mismo, a su negocio y el de los suyos. Ciertamente, este tipo de bandas, explotan la inestabilidad generada por los conflictos y la pobreza. Por consiguiente, el desarrollo es la mejor prevención. Por desgracia, la prosperidad va en retroceso y el buen gobierno democrático se corrompe por la falta de controles. Está visto que todos los males de la injusticia pueden curarse con más justicia. El panorama puede ser desolador, pero las energías demócratas del ser humano, son capaces de ordenar el mayor desorden. A mi manera de ver, pienso que hace falta una justicia abundante y justa, que llegue en el momento justo, que ahora no está llegando. Suele llegar, sí llega, mal y tarde.
Hoy las mafias en el mundo son una fábrica de dinero que cosechan los más altos dividendos. Y, como ya se sabe, poderoso caballero es don dinero. Por consiguiente, hay que actuar globalmente contra todo tipo de pandillas mafiosas. Vivimos momentos muy difíciles, sobre todo, por la degradación del ser humano. Hay que hacer justicia ejemplarizante y ejemplarizadora, si en verdad queremos cambiar modos y maneras de vivir y convivir. Por tanto, la primera prioridad, es que cualquier tipo de mafia debe ser combatida por las leyes. La mafia quiere que nos quedemos a su servicio, como borregos, y que nos dediquemos a obedecer sus órdenes. El ser humano como tal no cuenta para nada. Adoran las pistolas para sembrar el terror y los ataques indiscriminados se producen a diario en cualquier parte del mundo. Las mafias deniegan todo acceso humanitario, porque su código es comercializar con las personas, traficar con ellas como verdaderos objetos del deseo. Olvidan estos mafiosos, que, como personas, tenemos el derecho a vivir una vida libre de mafias, y no hay que tener miedo a luchar contra el mal.
Es cierto que nos puede el desorden en el mundo. Esta es la mayor de las crisis, la de dejarnos mover en la ilegalidad de la mafia permanente. Evidentemente, el futuro es oscuro porque las mafias así quieren que sea, que cohabite la delincuencia vinculada a la prostitución y al consumo de drogas, por ejemplo. El miedo nos puede, y así es complicado cambiar este caos. Sin duda, las mafias más peligrosas son aquellas que injertan el veneno del pánico en el cuerpo de la ciudadanía. Es tremendo que una sociedad caiga en el desaliento y se deje absorber por una cultura mafiosa, profundamente inhumana, enemiga de la dignidad de la persona y de la democracia. Pienso que ha llegado el momento de desmantelar todo tipo de mafias, y creo que, para ello, es necesario que la comunidad internacional actúe de manera más eficaz que las organizaciones mafiosas que nos amenazan y causan pavor en el mundo. No podemos aceptar que se esté imponiendo una especie de cultura mafiosa, que todo lo robotiza, manipula y maneja. No somos robots de nadie, somos seres humanos con capacidad de pensar y de ser libres.