La criminalidad de los incendiarios

Victor Corcoba

Cuidado con la tormenta de fuego que viene injertando la mano del hombre sobre su hábitat. Ya lo advirtió, en su tiempo, Tolstoi: “hay quien cruza el bosque y sólo ve leña para el fuego”. Hemos de detener, antes hoy que mañana, a estos tipos que no entienden de abecedarios poéticos ni de vida. No se puede permitir que nos despojen las masas forestales. Sólo tenemos una casa, este cosmos. Los crímenes contra el patrimonio ambiental deben cesar de manera fulminante y sus autores, sin miramiento alguno, han de reparar el daño causado. Acto seguido, debemos enseñarles a mirar a la naturaleza de otra manera.

El ser humano, todos los seres humanos, tienen que aprender a valorar las bellezas que conviven con nosotros: las selvas, los montes, las espesuras y boscajes; en suma, el mar verde, que, por cierto, debe estar tan vivo como el mar azul. Sólo así podemos acercarnos a su oleaje de versos con respeto, gozando pero sin alterar su equilibrio. Y en todo caso, y por siempre,  quienes abusen de los recursos naturales carguen con los costes monetarios, en lugar de remitirlos a toda la sociedad, porque la pena aquí también es mayor para unos que para otros.

Si en verdad hubiese en el mundo conciencia ecológica, los enjambres de incendiarios que pululan por doquier espacio, unas veces actuando con ánimo de lucro y otras simplemente por hacer daño, quizás como divertimento, dejarían de hacerlo cuando vieran que el planeta entero les considera criminales del medio ambiente, puesto que su actitud irrespetuosa se criminaliza por los daños irreparables a toda la humanidad.

Considero, pues, una buena noticia que la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) haya activado toda su maquinaria para que un sistema de vigilancia de incendios permita a los países detectar el fuego en tiempo casi real. Esperemos que el sistema funcione y que no sólo esto permita reaccionar con rapidez para proteger los recursos naturales, sino también para dilucidar el autor del crimen. Tan vital es lo uno como lo otro, saber las causas y los motivos, y quién es quién, el que da el fuego. Ya está bien de permitir, que del libro de la naturaleza, se arranquen páginas y páginas, se tiren a las llamas,  y no se haga justicia.

 

Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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