Los Imperiales de Don Emilio

De los Imperiales de La Bañeza, este cronista podría hablar largo y tendido porque mi madre, que de Dios haya, -como decía un párroco de Toral- , era de La Bañeza y los conocía bien.

Parece ser que comenzaron a fabricarse en mil ochocientos noventa y dos. Fueron premiados en París cuando alboreaba el siglo veinte y nuestras relaciones con los gabachos eran más cordiales.

De ellos, de los Imperiales, me habló, en alguna ocasión, Aurorita González Sevilla, hija de don Camilo, también bañezano de pro y que, por doquier, dejaba patente su bañezanismo.

En Cacabelos, por ejemplo, don Camilo era una institución y las gentes de esta villa lo recuerdan emocionadas, en el santuario de la Virgen de la Quinta Angustia, a orillas del Cua cuando, al ver el viejo órgano de pedales, ahora mudo, sienten revolotear las notas de cualquier motete religioso subiendo a las alturas entre el humo del incienso y las plegarias de los fieles.

Don Camilo  -eso tengo entendido-  era pariente de Emilio Alonso Ferrero inventor  -vamos a llamarlo así-  de los Imperiales, un dulce goloso, hecho con azúcar, yemas de huevo, almendras y harina y cocido artesanalmente en horno de leña.

Don Emilio, además de los Imperiales que le dieron justa fama, sacó a la venta las “Angelinas”y las Pastas de San Blas, todos dulces típicos, aunque, quienes cobraron fama fueron los Imperiales que, desde sus inicios, formaron parte de la repostería típica de la villa.

En las cajas de estos dulces, antes, había unas hojas, pulcramente impresas con unos versos que, más tarde, fueron recogidos por EL ADELANTO BAÑEZANO, periódico en el que este cronista veló sus primeras armas literarias.

Decían los versos. “ Un imperial, rusófilo, acabado / partidario del zar y su pujanza / en las calles de Rusia halló la muerte / bajo nihilista hazaña / y Emilio, confitero en La Bañeza / más imperial que el Papa / halló su triunfo en imperial contienda / fabricando Imperiales a miríadas. / Si el zar de los zares lo supiera / Rusia pacificara regalando / de Emilio, el confitero un Imperial / a cada rusa dama//.

Curiosos versos de un curioso tiempo en que la propaganda se hacía así, aunque los Imperiales de don Emilio no necesitasen de propaganda para venderse.

En mil novecientos setenta y seis, los herederos del creador de los dulces hicieron imprimir otros versos que recoge Félix Pacho Reyero y que aparecieron, también, en EL  ADELANTO BAÑEZANO:“Un imperial, vasallo de los zares / de Rusia huyo cuando el soviet triunfaba /  y el mundo recorrió entre mil azares / tras la paz imperial que no encontraba. / Entretanto en España con esmero / -en consigna imperial por él marcada- / van los hijos de Emilio, el confitero / fabricando imperiales a miríadas /. Murió el ruso imperial en el exilio / del imperio español solo hay retales / mas, mientras Dios conserve hijos de Emilio / habrá imperio español y habrá imperiales //.

Y, si alguien, aún hoy, preguntase cómo se fabrican los Imperiales, los nietos de don Emilio les dirán que hay que moler almendras hasta que estén bien trituradas y en un recipiente añadimos, a las almendras, azúcar y huevos y batimos todo hasta mezclar bien la masa. Después, en un molde de papel se introduce y se mete al horno, calentado a ciento ochenta grados. Y ya está.

 

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