Rafael Hinojosa

Las mejores de España

Almendras, azúcar y agua, a partes iguales. Ingredientes para elaborar el fruto seco garrapiñado. Dicen que hacer garrapiñadas es muy fácil, darles el “toque” y brillo particular es más complicado. Quien mejor lo sabía era don Rafael Hinojosa, “El Garrapiñero” de Bembibre. Él hacía las mejores garrapiñadas de España. No lo digo yo, que también podría, lo dejó dicho, y por escrito, un redactor de la prestigiosa revista de la distribución y producción alimentaria en España, Alforja, editada en Bilbao; en 1984. Se ve que el buen señor probó las magníficas garrapiñadas que elaboraba don Rafael y le ocurrió lo que nos pasaba a todos los que teníamos la suerte de hacerlo: que no queríamos que se nos acabara nunca el contenido de aquella bolsita de papel film que albergaba tan distinguida golosina. Pero aquel reportero sabía apreciar y describir muy bien lo que degustaba y contó en la publicación que garrapiñadas como las de Bembibre no había otras en España. Esto llegó, de aquel modo, al conocimiento del encargado de seleccionar los productos para el Club del Gourmet de El Corte Inglés. Entonces, este sagaz señor, quiso que las garrapiñadas de don Rafael entraran a formar parte de la crème de la crème en sus selectas y exclusivas tiendas delicatessen. Ofertó al artesano de las garrapiñadas tal posibilidad y don Rafael dijo que no. Que prefería continuar siendo independiente y dueño de su arte, y seguir produciendo a pequeña escala para quienes quisieran comprarle su singular exquisitez. Y continuó llevando, en compañía de su esposa, doña Trinidad Moyano, aquel inmaculado carrito ambulante, los domingos y fiestas de guardar, a la antigua calle Pradoluengo de Bembibre, frente al establecimiento de César, el fotógrafo, a vender sus riquísimas garrapiñadas. Y allí podíamos verle transformar, en aquellos cuencos de cobre, el fruto seco, el agua y el azúcar en las mejores garrapiñadas de España. ¿Su secreto? Las manos de alquimista de don Rafael, que lo mismo servían para controlar el fuego que para trabajar en la mina, que para acariciar las mejillas de cualquiera de sus cinco hijos. Delicadeza y ternura a partes iguales. Y “mover mucho el caldero para que no se queme y se agarre”. Al periodista de Alforja le llamó la atención que en Bembibre se elaboraran las mejores garrapiñadas del país, y el encargado del Corte Inglés vio un gran negocio en ellas. Lo que ninguno de los dos supo nunca es que, gracias a las garrapiñadas de don Rafael, en Bembibre, después de comerlas, dábamos los besos más dulces y sabrosos de toda España.

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